19 de mayo de 1453

Al parecer he de apurar hasta las heces la copa de la muerte y la destrucción.

La pasada noche no me fue permitido morir.

En cierta ocasión, para impresionar a Giustiniani, le aseguré que yo era fuerte, inmune. Sólo quería decir que el espíritu puede dominar el cuerpo y sus sensaciones. Pero no soy fuerte. Y mi cuerpo no obedece ya a mi espíritu.

Los soldados profesionales dicen con envidia: «¡Tenéis suerte, Jean Ange!».

No es suerte. Me doy cuenta, más aguda y dolorosamente que nunca, de que nadie muere antes de que llegue su hora. Por más rabiosa que la Parca pueda abatirse de día y de noche sobre las murallas de mi ciudad, cada proyectil sigue un trayecto señalado por Dios.

La pasada noche incendiamos la torre de asalto turca. En opinión de muchos fue una proeza mayor que la de erigirla en una sola noche.

Durante las horas de mayor oscuridad permanecí tendido junto a ella, disfrazado de turco. Oía las contraseñas e incluso alguien tropezó conmigo; pero como no moví ni un músculo me tomó por un cadáver.

Dos horas antes de que amaneciese nos abrimos paso en el interior de la torre, hicimos saltar sus puertas y conseguimos introducir unos cuantos potes de arcilla repletos de pólvora, sin lo cual no habríamos podido destruir el artefacto. He terminado con las cejas y el cabello chamuscados y las manos cubiertas de ampollas. Giustiniani no me reconoció cuando volví arrastrándome. De los que penetramos en la torre fui el único superviviente.

Algunos de los turcos que había en ella lograron escapar, pero les sirvió de poco, ya que esta mañana el Sultán ha ordenado que fuesen decapitados y empalados, y sus cabezas clavadas en sendas estacas.

El bombardeo ruge en mis oídos y el suelo tiembla bajo mis pies.

Peor que las quemaduras que he sufrido en la cara y en las manos, es la amargura que corroe mi corazón.

La primera vez, fue después del terremoto, en Hungría. En Varna, para ser más exacto. Dijo entonces: «Nos volveremos a encontrar en la puerta de San Romano». Esta noche lo esperé, pero no acudió a la cita.