13 de abril de 1453
Ha sido una noche intranquila y estoy seguro de que muy pocos han logrado conciliar el sueño. A medianoche la tierra se estremeció de nuevo por la detonación de la gran bombarda, y el enorme fogonazo que despidió su siniestro hocico iluminó el cielo. Durante toda la noche trabajaron los hombres en la reparación de las grietas de la muralla y en taponar con sacos llenos de lana y forraje los puntos que amenazaban ruina.
La flota turca ha permanecido en el puerto de los Pilotes, donde ha sido descargada gran cantidad de madera y piedra con destino al sitio. Las galeras venecianas continúan junto a la barrera preparadas para un ataque nocturno.
Durante el día los cañones pesados de Mohamed han disparados seis veces cada uno. La muralla de la puerta Kaligari es la que parece resistir mejor el bombardeo, aunque esté enfrente de la gran bombarda. Los venecianos acuartelados en el palacio de Blaquernae miran ahora con respeto a la Santísima Virgen y han comenzado a dar crédito a los griegos, quienes afirman que la milagrosa Panagia es la guardiana de las murallas del palacio.
No ha caído ni un solo latino, aunque dos de ellos resultaron heridos de gravedad. Su armadura los protege. Por contra, en el sector comprendido entre la Puerta de Oro y la de Rhesias, han sucumbido muchos de los artesanos y monjes llamados a las armas, lo cual ha convencido a los demás de que lo más prudente es cubrirse con el incómodo yelmo y no quejarse de los cinchos y las hebillas de los arneses.
La gente del pueblo se acostumbra a la batalla. Con cada muerto crece el odio a los turcos. Muchas mujeres y ancianos acuden a las murallas para empapar sus túnicas en la sangre de los caídos, a los que reverencian como a mártires de la fe.
Los seres humanos se adaptan con facilidad. No creo que exista nada que no terminen por aceptar. Ayer, por ejemplo, incluso me parecía que el ensordecedor estrépito del gran cañón, el estremecimiento de la tierra, los daños ocasionados a las murallas y el remolinear de cascotes por el aire, era el colmo de lo terrorífico. Hoy, la presión de la boca de mi estómago se ha moderado y mi respiración es más tranquila.