19 de marzo de 1453

Las grandes galeras se trasladaron hoy al puerto de Kynegion, con flamear de gallardetes, resonar de cuernos y trompetas y batir de tambores. Los marineros y soldados desembarcaron en buen orden, y provistos, en la orilla, de picos, palas y espuertas, desfilaron formando compañía con sus propios estandartes, pasando por la muralla del palacio de Hebdomon, donde el Emperador Constantino, vestido de púrpura y oro, los esperaba montado a caballo para darles la bienvenida.

El foso ha de tener unos cientos de pasos de longitud; se tomaron las medidas y se acotó el terreno; los capitanes de los buques clavaron en la tierra sus estandartes para acotar el espacio que a cada uno le correspondía. El foso tendrá ocho pies de ancho por otros tantos de profundidad, tarea bastante fácil para unos dos mil hombres. A una señal del Emperador, los servidores abrieron la espita de innumerables barriles de vino, para que cada hombre pudiese tomar una medida. No fue de extrañar, por lo tanto, que hechas estas libaciones se pusieran al trabajo cantando y compitieran en cavar y en llenar las espuertas que otros transportaban a la carrera para reforzar con tierra la muralla exterior. Era un bello espectáculo y mucha gente se detenía a contemplarlo. La presencia del Emperador incitaba hasta a los mismos capitanes, pilotos y armadores a echar una mano. Al llegar el crepúsculo, el trabajo estaba casi terminado y sólo una pequeña franja de terreno separaba el final de la zanja del agua. Ciertamente que este foso no puede compararse con el otro, más grande, cuyas paredes son de ladrillo; si bien los flancos de aquél también habrán de ser revestidos con piedra y madera para resistir la acción del agua.