25 de febrero de 1453
El miedo y la angustia se han adueñado de la ciudad. Las gentes se han vuelto silenciosas y todos miran con desconfianza a su vecino. Las iglesias están llenas. Los ricos preparan sus cofres y entierran sus tesoros o los esconden en pozos. Se tapian las bodegas. Las manos de más de un arconte aparecen hinchadas debido a la desacostumbrada labor. En los ojos de estos hombres aflora una mirada de culpabilidad, y hay manchas de argamasa en sus túnicas.
—Algo está ocurriendo —me ha dicho hoy mi criado Manuel—. Puedo verlo, oírlo y hasta olerlo; pero no sé lo que es. Explicádmelo vos, señor.
Yo también notaba algo raro en la atmósfera. Hay mucha intranquilidad en el puerto y un incansable ir y venir de botes entre los navíos. El Consejo veneciano de los doce se reúne a puerta cerrada.