XLII

Una calle que da al muelle, antes de los jardines del Trocadero; y me pareció que en esa calle vivía Waldo Blunt, el pianista norteamericano a quien acompañé a su casa y fue el primer marido de Gay Orlow.

El taller llevaba cerrado mucho tiempo, a juzgar por el portón de hierro oxidado. Encima, en la pared gris, aún podía leerse, aunque las letras azules estuviesen borradas a medias: TALLER DE AUTOMÓVILES DEL COMETA.

En la primera planta, a la derecha, una ventana con un estor naranja colgando. ¿La ventana de un cuarto? ¿De un despacho? ¿Estaba el ruso en aquella habitación cuando lo llamé desde Megève a AUTeuil 54-73? ¿A qué se dedicaba en el taller de automóviles del Cometa? ¿Cómo saberlo? Todo parecía tan lejano ante aquel edificio abandonado…

Di media vuelta y me quedé un momento en el muelle. Miraba pasar los automóviles y las luces, en la otra orilla del Sena, cerca del Champ de Mars. A lo mejor quedaba allá algo de mi vida, en un piso pequeño en la linde de los jardines, alguna persona que me había conocido y aún se acordaba de mí.