I

Así comenzó el viaje que, con optimismo, yo había esperado que tomaría sólo un día o dos, pero que en realidad llevó cerca de sesenta, según mis cálculos. Fueron dos largos meses: durante algunos breves períodos fue una experiencia emocionante, otras veces fue aterrador, pero la mayor parte de esos sesenta días fue una travesía de una monotonía enloquecedora. Por lo tanto, no me extenderé en este relato con una descripción detallada de nuestra vida cotidiana, sino que me limitaré a aquellos acontecimientos que más exigieron de nosotros en ese momento.

Al pensar en esas experiencias, rememoro el vuelo con sentimientos encontrados. No fue un viaje agradable en ningún sentido de la palabra, pero no careció de sus lados buenos.

Uno de éstos fue que Amelia y yo estábamos juntos en un ambiente que brindaba aislamiento, intimidad y cierta seguridad, aunque la situación no era de las más usuales. No corresponde que describa en este relato lo que ocurrió entre nosotros —aunque en estos tiempos modernos creo que no estaría violando los lazos de confianza que establecimos entonces—, pero creo que sería correcto decir que llegué a conocerla, y ella a conocerme, de tal manera y con tanta profundidad como nunca supuse que pudiera ser posible.

Por otra parte, la duración misma del viaje actuaba como purgatorio para nuestras perspectivas del futuro. En efecto, nos habíamos contaminado con Marte, y hasta yo, que había intervenido menos que Amelia, había experimentado un choque de intereses en el momento en que partíamos de la ciudad devastada por la revolución. Pero, aun rodeados como estábamos por un artefacto marciano y mantenidos vivos por alimentos marcianos y aire marciano, a medida que pasaban los días y estábamos más cerca de la Tierra, los conflictos de intereses se desvanecieron y una vez más tuvimos un único propósito. La invasión que planeaban los monstruos era muy real; si no podíamos contribuir a evitar esa invasión, jamás podríamos volver a llamarnos humanos.

Pero, mi sinopsis de este viaje increíble por el espacio está alterando el orden natural de mi relato.

He mencionado que algunos incidentes del viaje fueron emocionantes o terroríficos, y el primero de ellos se produjo poco después de que quedamos libres de los tubos de presión y nos encontramos al mando de un acorazado del espacio.