Apéndice B

EJERCICIOS Y PRUEBAS PARA LOS CUATRO NIVELES DE LECTURA

Introducción

Este apéndice ofrece una muestra sumamente abreviada de ejercicios de lectura para el estudio independiente o en grupo. Naturalmente, no podemos presentar una muestra exhaustiva, tal como se encontraría en un manual, pero quizá sirva para sugerir cómo deberían ser tales ejercicios y cómo obtener el máximo provecho de ellos.

El apéndice contiene breves ejercicios y preguntas en los cuatro niveles de lectura.

En el primer nivel —lectura primaria—, los textos empleados son notas biográficas sobre John Stuart Mili y sir Isaac Newton.

En el segundo nivel —lectura de inspección—, los textos utilizados son índices de materias de Divina comedia, de Dante, y El origen de las especies, de Darwin.

En el tercer nivel —lectura analítica—, se utiliza un texto del presente libro, Cómo leer un libro.

En el cuarto nivel —lectura paralela—, los textos son pasajes seleccionados de Política, de Aristóteles, y El contrato social, de Rousseau.

El lector probablemente apreciará que los ejercicios de los dos primeros niveles son más conocidos y convencionales que los de los últimos niveles. A diferencia de un manual más complejo, este apéndice puede hacer poco más que aclarar las diferencias entre los diversos niveles de lectura y entre los diversos tipos de libros, ya que no puede pretender ofrecer un cuaderno de trabajo realmente exhaustivo e intensivo.

Se ha convertido en lugar común criticar los ejercicios y pruebas de lectura basándose en que no están normalizados científicamente, que son culturalmente discriminatorios, que por sí mismos no sirven para predecir el éxito en la enseñanza, que las preguntas a veces admiten más de una respuesta adecuada o «correcta», y que calificar ateniéndose a estas pruebas es un tanto arbitrario.

Hemos de señalar que los textos empleados en la mayoría de los ejercicios de lectura se seleccionan fundamentalmente por las preguntas que se basan en ellos. De aquí que la mayoría de los textos no guarden relación; en muchos casos se trata de fragmentos, trozos de pedantería técnica o simples trivialidades.

En este apéndice, aunque sólo sirve de ejemplo, hacemos hincapié en otros temas. Los textos utilizados para practicar y como material para las pruebas son en sí mismos dignos de ser leídos. Más aún, constituyen lectura indispensable para cualquiera que desee avanzar más allá de los primeros niveles. Los textos seleccionados y las preguntas basadas en ellos se consideran herramientas para aprender a leer lo que merece la pena ser leído.

Quisiéramos añadir unas palabras sobre la forma de las preguntas utilizadas en las pruebas que aparecen en las siguientes páginas. En tales pruebas se suelen emplear diversas clases de preguntas, las de composición y las de selección múltiple. Naturalmente, las primeras requieren que el lector responda a algo que ha leído con cierta amplitud. Las segundas se agrupan en diversas categorías, y normalmente se presentan en series homogéneas. A veces, al ejercicio le sigue una serie de enunciados, pidiéndosele al lector que indique cuál expresa mejor la idea o las ideas principales del pasaje leído. En otros casos, se le ofrece una serie de enunciados sobre un detalle del texto, en la que sólo uno de ellos es una interpretación válida del texto, o al menos más adecuada que las demás, o al revés. También puede aparecer una cita literal del texto para averiguar si el lector la ha anotado y la recuerda. A veces, en un enunciado tomado directamente del texto, o extraído del mismo, se encuentran espacios en blanco, lo que indica que se han omitido una o más palabras esenciales para que el enunciado tenga sentido. A continuación hay una lista de palabras, con letras o números, entre las que el lector debe elegir las que, una vez insertadas en el espacio en blanco, mejor complete el texto.

La mayoría de las preguntas pueden ser contestadas directamente a partir del pasaje leído, pero para algunas de ellas el lector tiene que salir del texto y buscar material que supuestamente conoce. Otras preguntas hay que inferirlas del texto. Se le pide a la persona que esté realizando la prueba que seleccione entre una serie de posibilidades las inferencias que pueden derivarse razonablemente del texto, o que reconozca y deseche las inferencias espúreas y que no se basan en el texto.

Si nos planteamos la tarea de crear una prueba normalizada para que se utilice en círculos académicos y profesionales, la elección del tipo de preguntas y su formulación pasan a ser una cuestión crítica. Por suerte, en este apéndice no nos enfrentamos a semejante tarea. Por el contrario, nos limitamos a sugerir algunos enfoques que podrían ponerse en práctica en un curso de estudio independiente destinado a mejorar las destrezas lectoras. En las páginas siguientes utilizaremos la mayoría de las preguntas que acabamos de describir —no separando las diversas clases en grupos, como se suele hacer—, y también otras. Algunas son bastante fáciles, otras muy difíciles, y estas últimas quizá sean las más entretenidas.

Dado que algunas de las preguntas son muy difíciles, y puesto que las hemos formulado de tal modo que el lector reflexione sobre lo que ha leído y al mismo tiempo le pongamos una prueba, en muchos casos ofrecemos algo más que las respuestas cortas y crípticas de costumbre, especialmente con las preguntas de la última parte del presente apéndice, dedicada a la lectura paralela. Aquí nos hemos tomado la libertad de coger al lector de la mano, por así decirlo, planteando las preguntas de tal modo que sugerimos una interpretación general de los textos leídos y contestándolas como si nosotros estuviéramos presentes en la medida de lo posible.

I. Ejercicios y pruebas para el primer nivel de lectura: lectura primaria

En esta parte del apéndice presentamos dos esbozos biográficos: uno perfila la vida de John Stuart Mill, el otro la de sir Isaac Newton. El de Mill se presenta en primer lugar a pesar de que Newton vivió casi dos siglos antes que él.

El esbozo biográfico de Mill se ha extraído del tomo 43 de Great Books of the Western World. Además de la Declaración de Independencia, la Constitución de los Estados Unidos, los Artículos de la Confederación y los Documentos federalistas de Hamilton, Madison y Jay —sobre los que se fundó Estados Unidos—, este tomo contiene tres obras completas de Mill: Sobre la libertad, Consideraciones sobre el gobierno representativo y El utilitarismo. Son tres de las grandes obras de Mill, pero sus escritos no se reducen a ellas. La servidumbre de las mujeres, por ejemplo, reviste gran interés en la actualidad, no sólo porque Mill fuera uno de los primeros pensadores de la historia occidental que abogó por la total igualdad de las mujeres, sino por el estilo incisivo del libro y las múltiples ideas que recoge sobre las relaciones entre hombres y mujeres en cualquier tiempo y lugar.

En el primer nivel de lectura, la velocidad no es algo fundamental. El esbozo biográfico que aparece a continuación tiene unas 1200 palabras. Sugerimos que se lo lea a una velocidad cómoda, entre seis y diez minutos, y que después se intente contestar a las preguntas.

JOHN STUART MILL

1806-1873

En su Autobiografía, Mill dice que su desarrollo intelectual se debió fundamentalmente a la influencia de dos personas: su padre, James Mill, y su mujer.

James Mill elaboró para su hijo un programa educativo integral siguiendo las teorías de Helvétius y Bentham. Tenía una visión enciclopédica y le proporcionó a Mill el equivalente de una enseñanza universitaria cuando contaba trece años. El padre actuó como maestro y constante compañero del muchacho; le permitía estudiar en la misma habitación e incluso interrumpirle mientras escribía su Historia de India o las entradas para Encyclopaedia Britannica. Más adelante, Mill describiría los resultados de tal educación «como si me hiciera aparecer cual un hombre “hecho” o manufacturado, con unas opiniones estampadas sobre mí que únicamente podía reproducir».

Su educación comenzó con la enseñanza del griego y la aritmética cuando contaba tres años. A los ocho, Mill había leído todo Heródoto, seis diálogos de Platón y numerosos libros de historia. Antes de cumplir los doce había estudiado a Euclides y álgebra, a los poetas griegos y latinos y algo de poesía inglesa. Continuó sintiendo interés por la historia, e incluso intentó escribir un ensayo sobre el gobierno de los romanos. A los doce años se inició en la lógica con Organon, de Aristóteles, y los manuales escolásticos latinos sobre el tema. Dedicó el último año de la educación bajo la dirección de su padre, el decimotercero, a la economía política, y sus notas le servirían de ayuda más adelante para Elementos de economía política. Amplió su educación estudiando con amigos de su padre, derecho con Austin y economía con Ricardo, y la completó por sí mismo con el tratado sobre legislación de Bentham, que, según sus propias palabras, le dio «un credo, una doctrina, una filosofía… una religión» y le transformó «en una persona distinta».

Aun cuando Mill nunca llegó a cortar las relaciones con su padre, a la edad de veinte años experimentó una «crisis» en su historia mental, y se le ocurrió la siguiente pregunta: «Supongamos que se han realizado todos los objetivos de nuestra vida, que pueden llevarse a cabo en este mismo momento todos los cambios en las instituciones y opiniones que llevamos tiempo deseando: ¿supondría esto una gran alegría?». Según sus propias palabras: «Una irreprimible inseguridad me dijo: “No”», y a continuación fue presa de una gran depresión que duró varios años. La primera luz que vio en tal oscuridad fue cuando leyó Memorias, de Marmontel: «… Llegué al pasaje en el que narra la muerte de su padre, la precaria situación de la familia y la repentina inspiración por la que él, un simple muchacho, sintió e hizo sentir a los suyos que lo sería todo para ellos, que les daría lo que habían perdido». La escena le conmovió hasta las lágrimas, y a partir de aquel momento su «carga se hizo más ligera».

Desde los diecisiete años, Mill se ganó la vida trabajando para la East India Company, de la que su padre era funcionario. Aunque empezó como simple oficinista, al poco tiempo le ascendieron, y durante veinte años, desde la muerte de su padre, acaecida en 1836, hasta que el gobierno británico se hizo cargo de las actividades de la compañía, estuvo al frente de las relaciones con los Estados indios, lo que le proporcionó gran experiencia práctica sobre los problemas de gobierno. Además de su trabajo, participó en múltiples actividades destinadas a preparar a la opinión pública para la reforma legislativa. Junto a su padre y los amigos de ambos crearon un grupo denominado «filósofos radicales», que hizo grandes contribuciones a los debates que desembocaron en la ley de reforma de 1832. Mill denunció lo que él consideraba desviaciones de los principios del Parlamento y los tribunales de justicia. Escribió numerosos artículos en defensa de la causa «radical», colaboró en la fundación y edición de Westminster Review, órgano «radical», y formó parte de diversas sociedades de lectura y debate dedicadas a la discusión de los problemas intelectuales y sociales de la época.

Estas actividades no impidieron que se ocupara de sus propios intereses intelectuales. Fue el responsable de la edición de Bases lógicas de las pruebas judiciales, de Bentham. Estudió lógica y ciencia con el fin de reconciliar la lógica silogística con los métodos de la ciencia inductiva, y publicó su obra Sistema de lógica en 1843, al tiempo que proseguía las investigaciones en el terreno de la economía, que aparecieron a la luz bajo el título de Cuestiones sin resolver sobre política económica, y que más adelante recibieron un tratamiento más sistemático en Principios de economía política (1848).

Mill atribuyó el desarrollo y la creatividad de estos años a su relación con Harriet Taylor, con quien se casaría en 1851. La conocía desde hacía veinte años, desde poco después de su «crisis», y no cesó de elogiar la influencia que había ejercido en su trabajo. A pesar de que durante los siete años de casado publicó menos que en ninguna otra época de su vida, pensó y escribió en parte muchas de sus obras importantes, entre las que se cuentan Sobre la libertad (1859), Pensamientos sobre la reforma parlamentaria, que más adelante desembocaría en Consideraciones acerca del gobierno representativo (1861) y El utilitarismo (1863). Mili atribuía a su mujer, sobre todo, su comprensión del lado humano de las reformas abstractas que defendía. Tras la muerte de Harriet dijo lo siguiente: «Su recuerdo es para mí religión, y su aprobación el baremo por el que, al reunir todo lo más digno, trataré de regir mi vida».

Mill dedicó gran parte de los últimos años de su vida a la actividad política. Además de sus escritos, fue uno de los fundadores del movimiento sufragista de las mujeres, y en 1865 aceptó ser miembro del Parlamento. Votante del ala radical del Partido Liberal, participó activamente en los debates sobre la ley de reforma de Disraeli e impulsó las medidas que tanto tiempo llevaba defendiendo, como la representación femenina, la reforma del gobierno de Londres y el cambio de la propiedad territorial en Irlanda. En gran parte debido a su apoyo a medidas que fueron bien acogidas por la mayoría de la población, no volvieron a elegirlo. Se retiró a su casa de campo en Aviñón, que había construido para poder estar cerca de la tumba de su mujer, y allí murió, el 8 de mayo de 1873.

Obsérvese que no todas las preguntas que presentamos a continuación son de la misma clase: las hay de composición y de selección múltiple. Para responder a algunas de ellas se requieren datos no incluidos en el pasaje, y el lector bien preparado tiene que conocerlos. Se trata de seleccionar todas las respuestas que parezcan válidas, tanto si aparecen implícita o explícitamente en el texto o si sólo parecen tener una base lógica según los datos con que se cuenta.

Prueba A. Preguntas sobre el esbozo biográfico de John Stuart Mill

1. Durante los últimos años de la vida de Mili, en Inglaterra reinaba:
a) Jorge IV.
b) Guillermo IV.
c) Victoria.
d) Eduardo VII.
2. La educación infantil de Mili fue en gran parte decidida por:
a) Jeremy Bentham.
b) Su padre.
c) James Mill.
d) La Encyclopaedia Britannica, para la que escribía su padre.
e) Las Memorias de Marmantel.
3. A los ocho años de edad, Mili había leído:
a) A Heródoto.
b) Seis diálogos de Platón.
c) El discurso de Lincoln en Gettysburg.
4. Mill empezó a ganarse la vida en la East India Company a la edad de:
a) 14.
b) 17.
c) 21.
d) 25.
5. A los veinte años de edad, Mill tuvo:
a) Una pelea con su padre.
b) Una crisis en su historia mental.
c) Una «crisis» en su historia mental.
d) Una relación amorosa con una mujer casada.
6. Mill, su padre, y los amigos de ambos se llamaban «filósofos radicales» porque creían:
a) En el derrocamiento del gobierno mediante la violencia.
b) Que debían realizarse reformas en la representación parlamentaria.
c) Que debía abandonarse el estudio de la filosofía en las universidades.
7. Entre los autores que Mill leyó en su juventud y que probablemente influyeron en sus ideas se contaban:
a) Aristóteles.
b) Dewey.
c) Ricardo.
d) Bentham.
8. ¿Cuál de estas famosas obras de Mill no se menciona en el texto?:
a) Sobre la libertad.
b) Consideraciones acerca del gobierno representativo.
c) El utilitarismo.
d) La servidumbre de las mujeres.
9. Si estuviera vivo hoy en día, es probable o improbable que Mill
a) Apoyara el movimiento de liberación de las mujeres.
b) Defendiera la educación para todos.
c) Fuera segregacionista.
d) Abogara por la censura de la prensa y otros medios de comunicación.
10. Del texto puede inferirse que Mill consideraba a su mujer, tanto durante su matrimonio como tras la muerte de ésta:
a) Su crítico más duro.
b) Su mejor amiga.
c) Su mayor enemiga.
d) Su musa.

Consúltese para ver las respuestas a la prueba A[1].

Sir Isaac Newton reviste enorme interés para los estudiosos y los historiadores de la ciencia actuales, y ello por dos razones fundamentales. La primera es bien conocida. Con la combinación de análisis y experimentación —la combinación de teorización y observación sistemática de los fenómenos naturales—, hombres como Galileo y Newton iniciaron una revolución intelectual y contribuyeron a la aparición de la era de la ciencia. No sólo descubrieron verdades sobre el mundo físico que siguen siendo importantes, sino que desarrollaron nuevos métodos para estudiar la naturaleza que han demostrado su gran utilidad en múltiples terrenos del estudio y la investigación.

Como hemos dicho, esto es algo bien sabido por todos; este aspecto de la vida y de los descubrimientos de Newton se conoce desde hace siglos. En época más reciente, Newton ha pasado a ser centro de un estudio a nivel mundial sobre la naturaleza del genio. Estudiosos y estudiantes de la ciencia y la literatura sitúan a los científicos y los escritores en lugares más o menos eminentes o en una escala que va desde los seres extraordinarios hasta los genios. Es opinión muy extendida que Newton fue el genio máximo, el intelecto más brillante de todos los tiempos, habiéndose realizado numerosos esfuerzos por caracterizar y explicar el genio. Precocidad, capacidad de concentración, aguda intuición, capacidad de análisis riguroso: en estos términos se define el genio, y todos ellos parecen aplicables a Newton.

Las siguientes notas biográficas se han extraído del tomo 34 de Great Books of the Western World, en el que están incluidos los textos newtonianos de Principios matemáticos de filosofía natural (también conocidos como Principios) y Óptica. Este tomo también incluye Tratado sobre la luz, del físico holandés Christiaan Huygens. La biografía de Newton es un poco más larga que la de Mili; por consiguiente, el lector deberá tomarse entre diez y doce minutos para leerla, y, como en el caso anterior, atender a los pasajes más destacados, tomar notas y a continuación intentar contestar a las preguntas.

SIR ISAAC NEWTON

1642-1727

Newton nació en Woolsthorpe, Lincolnshire, el día de navidad de 1642. Su padre, labrador, murió unos meses antes de que naciera, y cuando, en 1645, su madre volvió a casarse, con el párroco de North Witham, Newton se quedó con su abuela materna en Woolsthorpe. Tras adquirir los rudimentos de la enseñanza en colegios cercanos, cursó estudios de segunda enseñanza en Grantham, donde le alojó un boticario. Al principio era un alumno poco brillante, hasta que la pelea con un condiscípulo despertó en él un espíritu de emulación que le llevó a ser el primero del colegio. Desde edad muy temprana mostró gusto y aptitud hacia los artilugios mecánicos: construía molinos de viento, relojes de agua y de sol, cometas, y se dice que inventó un carruaje de cuatro ruedas que se desplazaba gracias a quien iba montado en él.

Tras la muerte de su segundo marido, en 1656, la madre de Newton regresó a Woolsthorpe y sacó a su hijo mayor del colegio para que se hiciera cargo de las tierras; pero en seguida se puso de manifiesto que a Newton no le interesaba ser labrador, y por consejo de su tío, el párroco de Burton Coggles, fue matriculado en el Trinity College, de Cambridge, a cambio de prestar sus servicios en la institución. Aunque no tenemos constancia de sus progresos como estudiante, sí sabemos que se empleó a fondo en el estudio de las matemáticas y la mecánica. A lo primero que se dedicó en Cambridge fue a las obras sobre óptica de Kepler, empezando a estudiar a Euclides porque no entendía ciertos diagramas de un libro de astrología que había comprado en una feria. Pensó que las proposiciones de la obra eran evidentes y se olvidó de ella por considerarla «una trivialidad» hasta que su profesor, Isaac Barrow, le aconsejó que volviera a leerla.

Al parecer, fue Geometría, de Descartes, lo que le indujo a comenzar su propio trabajo en matemáticas. En un cuaderno en el que escribía antes de licenciarse encontramos cálculos sobre notas musicales, varios artículos sobre la cuadratura de las curvas, problemas geométricos de Vieta y Van Schooten, anotaciones extraídas de Aritmética de los infinitos de Wallis así como observaciones sobre la refracción, los errores de las lentes y la extracción de toda clase de raíces. En 1665, el año de su licenciatura, descubrió el teorema de los binomios.

Después, cuando la peste negra se extendió hasta Cambridge, se cerró la universidad, y Newton se retiró a su casa de Lincolnshire, donde llevó a cabo experimentos de óptica y química y continuó con sus especulaciones matemáticas. En el transcurso de este retiro forzoso, en 1666 realizó el descubrimiento de la teoría de la gravitación: «Ese mismo año empecé a pensar sobre la gravedad en la órbita de la Luna… a comparar la fuerza requerida para mantener la Luna en su órbita con la fuerza de gravedad en la superficie de la Tierra, y encontré la respuesta muy pronto». Aproximadamente al mismo tiempo que realizaba las investigaciones de óptica halló la explicación de la composición de la luz blanca. Sobre el trabajo de aquellos años Newton comentaría más adelante: «Todo esto ocurrió en dos años, entre 1665 y 1666, porque entonces estaba en la flor de la vida para la invención y me interesaban las matemáticas y la filosofía más que nunca». Cuando volvió a abrirse el Trinity College, en 1667, Newton fue elegido miembro de la junta de gobierno, y dos años más tarde, poco antes de su vigesimoséptimo cumpleaños, fue nombrado catedrático de matemáticas, en sustitución de su amigo y maestro, Barrow. Por entonces, Newton ya había construido un telescopio reflectante, en 1668, presentando el segundo que construyó ante la Royal Society en diciembre de 1671. Dos meses después, en calidad de miembro de dicha sociedad, hizo públicos sus descubrimientos sobre la luz y así inició una controversia que duraría muchos años, y en la que participaron Hooke, Lucas Linus y otros. Newton, a quien siempre le desagradó la controversia, «culpaba a mi propia imprudencia por renunciar a algo tan importante como mi propia tranquilidad para perseguir una sombra». Sus notas sobre óptica, las más importantes de las cuales fueron presentadas ante la Royal Society entre 1672 y 1676, se recogieron en su obra Óptica (1704).

Hasta 1684 Newton no empezó a pensar en dar a la luz pública sus investigaciones sobre la gravedad. De forma independiente, Hooke, Halley y sir Christopher Wren habían llegado a ciertas conclusiones sobre las leyes de la gravedad, pero no habían logrado explicar la órbita de los planetas. Aquel mismo año, Halley consultó el problema con Newton y se quedó atónito al comprobar que éste lo había resuelto. Newton le entregó cuatro teoremas y siete problemas, el núcleo de su obra más importante. En unos diecisiete o dieciocho meses, entre 1685 y 1686, escribió en latín Principios matemáticos de filosofía natural. Durante algún tiempo pensó en suprimir el tercer libro, algo que se evitó gracias a la insistencia de Halley, quien costeó la publicación de la obra en 1687, después de que la Royal Society declarase que no podía hacerse cargo de los gastos. La obra causó gran revuelo en toda Europa, y en 1689, Huygens, por entonces el científico más famoso, acudió a Inglaterra a conocer a Newton.

Mientras trabajaba en Principios, Newton empezó a desempeñar un papel más destacado en los asuntos universitarios. Por su oposición a la tentativa de Jaime 11 de repudiar el juramento de lealtad y supremacía en la universidad fue elegido diputado por Cambridge. Al regresar a la universidad sufrió una grave enfermedad que le dejó incapacitado durante la mayor parte de 1692 y 1693, y que causó grave preocupación a sus amigos y compañeros de trabajo. Una vez recuperado, abandonó la universidad y empezó a trabajar para el gobierno. Por mediación de sus amigos Locke, Wren y lord Halifax fue nombrado guardián de la Casa de la Moneda en 1695, y cuatro años más tarde director de la institución, puesto en el que permanecería hasta su muerte.

Durante los últimos treinta años de su vida Newton produjo pocas obras originales de matemáticas. Sin embargo, seguía interesándole el tema, y en 1696 resolvió de un día para otro un problema que le presentó Bernoulli en una competición para la que se habían concedido seis meses de plazo; en 1716 resolvió en unas cuantas horas un problema propuesto por Leibniz para «tomarles el pulso a los analistas ingleses». Le causó gran angustia ocuparse de dos controversias matemáticas, una referente a las observaciones astronómicas del astrónomo real y otra con Leibniz sobre la invención del cálculo. Al mismo tiempo, estaba trabajando en la revisión de la segunda edición de Principios, que apareció en 1713.

Las obras científicas de Newton le reportaron gran fama. Visitaba la corte con mucha frecuencia, concediéndosele título nobiliario en 1705. Fue muy celebrado y honrado en el resto de Europa; mantenía correspondencia con los científicos más destacados, y le visitaban tantas personas que esta circunstancia llegó a representar un grave inconveniente para él. Pero a pesar de su fama, Newton siguió siendo una persona modesta. Poco antes de su muerte hizo el siguiente comentario: «No sé qué pensará el mundo de mí, pero yo tengo la impresión de ser un niño que juega en la playa, que se entretiene encontrando un guijarro más pulido que los demás o una concha más bonita de lo normal, mientras el gran océano de la verdad se extiende misterioso ante él».

Desde edad temprana le habían interesado a Newton los estudios teológicos, y antes de 1690 empezó a estudiar las profecías. Ese mismo año escribió, en forma de carta dirigida a Locke, Relación histórica de dos destacadas corrupciones de las Escrituras, sobre dos pasajes referidos a la Trinidad. Dejó manuscrito Observaciones sobre las profecías de Daniel y el Apocalipsis, y otras obras de exégesis.

A partir de 1725, la salud de Newton empezó a empeorar y otra persona se hizo cargo de sus responsabilidades en la Casa de la Moneda. En febrero de 1727 presidió por última vez una sesión de la Royal Society, de la que era presidente desde 1703, muriendo el 20 de marzo de 1727, a los ochenta y cinco años. Fue enterrado en la abadía de Westminster.

Prueba B. Preguntas sobre la biografía de Isaac Newton

1. Antes de acceder al Trinity College de Cambridge, a Newton le interesaban especialmente:
a) La política.
b) La teología.
c) Los aparatos mecánicos.
d) La ciencia y las matemáticas.
2. Newton recibió título nobiliario de manos de:
a) El rey Carlos II (1660-1685).
b) El rey Jaime II (1685-1688).
c) La reina Ana (1702-1714).
d) El rey Jorge I (1714-1727).
3. Cuando se cerró Trinity College durante dos años debido a la propagación de la peste negra, Newton y muchos otros estudiantes se tomaron unas largas vacaciones en Europa. (¿Verdadero o falso?)
4. Newton fue elegido para el Parlamento debido a que:
a) Se enfrentó a los desórdenes antimonárquicos entre los estudiantes.
b) Se opuso a la tentativa de Jaime II de repudiar el juramento de lealtad y supremacía.
c) Se enfrentó al pánico que se extendió entre estudiantes y profesores ante la aparición de la peste negra en Cambridge.
5. Durante los últimos años de su vida, Newton se dedicó a una serie de controversias, que le produjeron gran malestar, sobre:
a) Las observaciones astronómicas del astrónomo real.
b) La invención del cálculo.
c) Las profecías de Daniel.
6. Newton escribió Principios matemáticos de filosofía natural en:
a) Griego.
b) Latín.
c) Inglés.
7. Entre otros temas, esta obra explica:
a) Por qué se caen las manzanas.
b) La órbita de los planetas.
c) Cómo se hace la cuadratura de un círculo.
d) En qué sentidos es Dios geómetra.
8. La óptica es:
a) El nombre general que se da al estudio de la luz, la energía que mediante su actuación sobre los órganos de la visión le permite al hombre, entre otras cosas, ver.
b) El nombre general para el estudio del ojo del hombre y de otros animales.
c) La tecnología de la producción de lentes y su aplicación a los telescopios.
9. En Óptica, Newton:
a) Demuestra que la luz viaja a 300 000 km/h.
b) Revela la composición de la luz blanca.
c) Describe cómo puede descomponerse la luz blanca en los colores del espectro mediante un prisma.
d) Sugiere diversos usos militares del telescopio.
10. Ya muy mayor, Newton dijo lo siguiente: «No sé qué pensará el mundo de mí, pero yo tengo la impresión de ser un niño que juega en la playa, que se entretiene encontrando un guijarro más pulido que los demás o una concha más bonita de lo normal, mientras el gran océano de la verdad se extiende misterioso ante él». Hágase un comentario de unas 250 palabras.

Consúltese para ver las respuestas a la prueba B[2].

El lector ha terminado el ejercicio dividido en dos partes que corresponde al primer nivel de lectura. Habrá observado que, tal como le indicábamos, las cuestiones se basan no sólo en los textos leídos, sino en datos históricos y de otro tipo que no aparecen explícitamente en dichos textos. Incluso en el primer nivel, el lector bien preparado puede aportar información valiosa a lo que lee, y, en líneas generales, cuanto mejor informado esté, mejor leerá.

Si ha contestado razonablemente bien a las preguntas, comprenderá que ha alcanzado e incluso superado los baremos del nivel de lectura primario. Confiamos asimismo en que se haya dado cuenta de que estos ejercicios y pruebas estaban destinados no sólo a mejorar sus destreza lectora sino a ayudarle a aprender algo que merece la pena saber, o a aplicar algo que ya sabe a la lectura.

II. Ejercicios y pruebas para el segundo nivel de lectura: lectura de inspección

En esta sección del apéndice B se utiliza el índice de materias de dos obras incluidas en Great Books of the Western World como textos de lectura y ejercicios. Además, reproducimos breves bosquejos biográficos de los autores —Dante y Darwin—, para información del lector y también como material del que derivan algunas preguntas.

La biografía de Dante y el índice de materias de Divina comedia se han tomado del tomo 21 de Great Books of the Western World, que sólo contiene esta obra; pero Dante escribió otras, en prosa y en verso, de gran interés y belleza. Lo que ocurre es que su Comedia (el adjetivo «divina» se añadió tras su muerte) tiene amplia difusión en la actualidad. Recordará el lector que en el capítulo 4 decíamos que la lectura de inspección consta de dos pasos, al primero de los cuales denominábamos prelectura, y al segundo, lectura superficial. Como no tenemos ante nosotros el texto completo de Divina comedia, trataremos el índice de materias de la obra, que presentamos íntegro, como si fuera un libro en sí; es decir, sugerimos que el lector dedique menos de diez minutos (en este caso, la velocidad es esencial) a ojear sistemáticamente el índice de materias, tras lo cual intentará contestar a algunas preguntas, y a continuación, le pediremos que vuelva a leerlo superficialmente, es decir, dedicándole unos veinte minutos, y que conteste a más preguntas.

Por tanto, el tiempo que en total ha de dedicarse al índice de materias de Divina comedia es una media hora. Teniendo en cuenta que los estudiosos son capaces de pasar treinta años de su vida inmersos en esta obra, podemos asegurar que treinta minutos de examen es algo realmente superficial, pero al mismo tiempo no nos parece ni presuntuoso ni superficial; porque se puede aprender mucho sobre este gran poema en media hora; y aquéllos para menes Dante y Divina comedia son nombres un tanto vagos, una inspección cuidadosa del índice de materias podría inducirles a examinar toda la obra, o incluso a leerla analíticamente, en el tercer nivel de lectura.

Antes de efectuar la primera inspección del índice de materias —antes de dedicarle una prelectura o una ojeada sistemática—, el lector debe leer las notas biográficas sobre Dante en unos minutos, porque le ayudarán a comprender qué planea y qué hace el autor en Divina comedia, y también a contestar a algunas de las preguntas.

DANTE ALIGHIERI

1265-1321

Dante Alighieri nació en Florencia a mediados de mayo de 1265. La ciudad, que por entonces gozaba de su primera constitución democrática, estaba dividida entre los partidarios del Papa, los güelfos, y los del Imperio, los gibelinos. La familia de Dante era partidaria de los primeros, que cuando Dante contaba apenas unos meses de edad obtuvieron una victoria decisiva en la batalla de Benevento. Aunque de ascendencia noble, la familia Alighieri no era especialmente rica ni destacada.

Parece probable que Dante iniciara su educación en la escuela franciscana de Santa Croce. Evidentemente, debe mucho a la influencia de Brunetto Latini, el filósofo que desempeñó papel muy destacado en la comunidad florentina. Antes de cumplir los veinte años, Dante empezó a escribir poesía y estableció relación con los poetas italianos del «dulce estilo nuevo», que exaltaban su amor y a sus damas en verso filosófico. La «dama» de Dante, a la que cantó con especial dedicación, se llamaba Beatriz. Según la vida de Dante escrita por Boccaccio, se trataba de Beatrice Portinari, hija de un ciudadano florentino, que casó con un acaudalado banquero y murió a los veinticuatro años de edad. Dante dedicó por primera vez sus versos a Beatriz en Vita Nuova (1292), una serie de poemas con comentarios en prosa en los que narra la historia de su amor, de su primer encuentro cuando ambos tenían nueve años, de los saludos que intercambiaron el 1 de mayo de 1283 y de la muerte de Beatriz, en 1290.

Al llegar a los treinta años, Dante empezó a participar activamente en la política florentina. La constitución de la ciudad se basaba en los gremios, y Dante, al estar afiliado al de médicos y boticarios, que también incluía a los vendedores de libros, era elegible para un cargo importante. Intervino en las deliberaciones de los concejos, formó parte de una embajada especial y en 1300 fue elegido como uno de los gobernantes de la ciudad. La antigua disputa entre güelfos y gibelinos volvió a aparecer adoptando nueva forma, en el conflicto entre blancos y negros. Por el destacado puesto que ocupaba, Dante debió de desempeñar un papel influyente a la hora de limar las diferencias expulsando de Florencia a los dirigentes de ambas facciones, incluyendo entre los del partido negro a un familiar de su mujer, Corso Donati, y entre los del blanco a su «primer amigo», el poeta Guido Cavalcanti. A pesar de la oposición del poeta y de los dirigentes blancos a la intervención del Papa en los asuntos de Florencia, en 1301 el papa Bonifacio VIII invitó a Carlos de Valois, hermano del rey Felipe de Francia, a que acudiera a Florencia para solucionar las diferencias entre las dos facciones. En realidad, ayudó al partido de los negros a tomar el poder, resultando condenados al exilio más de seiscientos miembros del partido blanco. En 1302, Dante y otros cuatro seguidores de los blancos fueron acusados de corrupción. Le impusieron una multa de cinco mil florines, que si no pagaba en el plazo de tres días significaría la pérdida de sus propiedades, el exilio durante dos años y la denegación del derecho de volver a ejercer un cargo público. Tres meses más tarde, ante su negativa a pagar la multa, Dante fue condenado a ser quemado vivo si caía en manos del poder de la República.

«Después de haber sido gusto de los ciudadanos de la más hermosa y célebre hija de Roma, Florencia, expulsarme de su dulce seno, he ido a casi todas las regiones por las que se extiende esta nuestra lengua, mostrando en contra de mi voluntad la herida de la fortuna», escribe Dante sobre su exilio en Convivio. Se sabe que el poeta asistió a una reunión en San Godenzo, donde se formó una alianza entre los blancos del exilio y los gibelinos, pero al parecer no estaba presente en 1304, cuando fueron derrotadas las fuerzas de ambas facciones en Lastra. Quizá ya se hubiera apartado de «la mala y estúpida compañía» de los demás exiliados, «formado un partido él mismo» y encontrado «su primer refugio y hospitalidad» en la corte de Delia Scala, en Verona. Probablemente durante los siguientes años pasó tiempo en Bolonia y después en Padua, donde se dice que Giotto le invitaba a su casa. A finales de 1306 fue huésped de Malaspina en Lunigiana, actuando como embajador suyo a la hora de firmar la paz con el obispo de Luni. Poco después de esta fecha quizá fuera a París a estudiar en la universidad.

Se cree que durante los primeros años de exilio, Dante estudió los temas que le reportaron los títulos de filósofo y teólogo, así como el de poeta. En Convivio, escrito probablemente entre 1305 y 1308, cuenta, que, tras la muerte de Beatriz, empezó a leer De la amistad, de Cicerón, y Consolación de la filosofía, de Boecio, que despertaron en él la afición a la filosofía. Para cantar sus alabanzas comenzó a escribir Convivio, con la intención de que fuera una especie de tesoro de conocimientos universal en forma de poemas relacionados entre sí por prolijos comentarios en prosa, al tiempo que trabajaba en De Vulgari Eloquentia, tratado en latín en el que defendía el uso del italiano como lengua literaria.

La elección de Enrique de Luxemburgo como emperador en 1308 despertó de nuevo las esperanzas políticas de Dante. Cuando Enrique llegó a Italia, en 1310, encabezando un ejército, Dante le dio la bienvenida como salvador en una epístola dirigida a los príncipes y el pueblo de Italia, Y le rindió homenaje como soberano en Milán. Cuando Florenoa, aliada con el rey Roberto de Nápoles, se preparó para la resistencia contra el emperador, Dante escribió una segunda epístola denunciándolos por su obstinación y profetizó su destino. En una tercera epístola reprendió al propio emperador por su tardanza y le instó a lanzarse contra Florencia. Probablemente fue durante esta época cuando escribió La monarquía, defensa intelectual del emperador como soberano del orden temporal. La muerte de Enrique, en 1313, tras un año de vanas luchas, puso punto final a las aspiraciones políticas de Dante y su partido. La ciudad de Florencia renovó su condena contra él en 1311 y en 1315.

Tras la muerte de Enrique, Dame pasó el resto de su vida bajo la protección de diversos señores de Lombardía, Toscana y Romaña. Se cree que se retiró una temporada al monasterio de Santa Croce di Fonte Avellana, en los Apeninos, donde trabajó en Divina comedia, cuyo plan quizá hubiera trazado en fecha mucho más temprana, en 1292. Podemos decir casi con toda certeza que pasó una temporada en la corte de Can Grande della Scala, a quien dedicó Paradiso. En 1315 Florencia reclamó a todos los exiliados pero Dante se negó a pagar la multa y a «llevar la marca de la oblación», pensando que regresar iría en detrimento de su fama y de su honor. Parece ser que hasta el final de su vida confió en que su Comedia le abriese las puertas de la ciudad.

El poeta pasó sus últimos años en Rávena, bajo el patrocinio de Guido da Polenta, sobrino de Francesca da Rimini. Beatriz, la hija de Dante, era monja en esa ciudad, y también uno de sus hijos residía en la misma mientras que su mujer había permanecido en Florencia durante todo su exilio. En Rávense le tenía en gran estima y disfrutó de un amplio círculo de amigos y simpatizantes. Fue allí donde terminó Divina comedia y donde escribió dos églogas en latín, lo que indica que una cierta felicidad rodeó sus últimos días. Al regresar de Venecia, de una misión diplomática para su protector, cogió unas fiebres y murió el 14 de septiembre de 1321. Fue enterrado en Rávena, ante la puerta de la catedral, con los mayores honores y como «gran poeta y filósofo».

A continuación el lector debe dedicar diez minutos a la prelectura del siguiente índice de materias.

ÍNDICE DE MATERIAS DE LA DIVINA COMEDIA

EL INFIERNO

CANTO I. Dante, extraviado en una selva, llega al pie de una colina y comienza a subir; es interceptado por tres animales salvajes; retrocede y se encuentra con Virgilio, que le propone conducirle hasta el mundo eterno.

CANTO II. Dante, duda do de sus propias fuerzas, se desanima al principio. Virgilio consigue animarle contándole que un espíritu bienaventurado, procedente del cielo, le ha enviado para ayudarle, y que le ha revelado que es a propia Beatriz. Dante abandona sus temores y los poetas siguen su camino.

CANTO III. La puerta del Infierno. Virgilio conduce a Dante ante ella. El castigo de aquéllos que vivieron sin virtudes ni vicios. Los pecadores a orillas del Aqueronte. Caronte. El seísmo. Dante se desmaya.

CANTO IV. El otro lado del Aqueronte. Virgilio conduce a Dante al primer círculo del Infierno, el Limbo, en el que se encuentran las almas de aquéllos que vivieron virtuosamente, pero alejados de la fe en Cristo. Los poetas saludan a Virgilio. Entran en un castillo, donde residen las sombras de los personajes notables de la antigüedad. Después de contemplarlos, Virgilio y Dante salen del lugar.

CANTO V. Segundo círculo, el de los lujuriosos. Minos. Las célebres sombras del pasado. Francesca da Rimini.

CANTO VI. Tercer círculo, el de los glotones. Cerbero. Ciaco.

CANTO VII. Cuarto círculo, el de los avaros y los pródigos. Plutón. La Fortuna. La laguna Estigia. Quinto círculo, el de los coléricos.

CANTO VIII. Quinto círculo. Flegias y su barca. Viaje por la laguna Estigia. Felipe Argenti. La ciudad de Dite. Los demonios impiden la entrada a los poetas.

CANTO IX. La ciudad de Dite. Erictón. Las tres Furias. El mensajero celestial. Sexto círculo, el de los herejes.

CANTO X. Sexto círculo. Farinata degli Uberti. Cavalcante Cavalcanti. Federico II.

CANTO XI. Sexto círculo. El sepulcro del papa Anastasio. Disertación de Virgilio sobre las divisiones de la parte más profunda del Infierno.

CANTO XII. Séptimo círculo, el de los violentos. Primer recinto: el de los que han cometido violencia contra otros. El Minotauro. Los Centauros. Quirón. Neso. Los pecadores sumergidos en el río de sangre hirviendo.

CANTO XIII. Segundo recinto del séptimo círculo: el de los violentos contra sí mismos y contra sus bienes. El bosque de los suicidas. Las Arpías. Pedro Desvignes. Lano de Siena y otros.

CANTO XIV. Tercer recinto del séptimo círculo: el de los violentos contra Dios. El arenal ardiente. Capaneo. La imagen del gran anciano de Creta. Los ríos del Infierno.

CANTO XV. Tercer recinto del séptimo círculo: el de los violentos contra la naturaleza. Brunetto Latini. Predicciones de desgracias para Dante.

CANTO XVI. Tercer recinto del séptimo círculo: el de los violentos contra la naturaleza. Guido Guerra, Tegghiajo Aldobrandini y Jacobo Rusticucci. El estruendo del Flegetón al precipitarse hacia las profundidades. La cuerda arrojada al abismo.

CANTO XVII. Tercer recinto del séptimo círculo: el de los violentos contra el arte. Gerión. Los usureros. Descenso al octavo círculo.

CANTO XVIII. Octavo círculo: el de los fraudulentos. Primera fosa: los rufianes y los seductores. Venedico Caccianimico. Jasón. Segunda fosa: los aduladores. Alejo Interminei. Thais.

CANTO XIX. Tercera fosa del octavo círculo: los simoníacos. El papa Nicolás III.

CANTO XX. Cuarta fosa del octavo círculo: los augures, los adivinos y los magos. Anfiarao. Tiresias. Aronte. Manto. Euripilo. Miguel Scott. Asdente.

CANTO XXI. Quinta fosa del octavo círculo: los prevaricadores. Un magistrado de Lucca. Los Malebranche. El pacto con esto últimos.

CANTO XXII. Quinta fosa del octavo círculo: los prevancadores. Ciampolo de Navarra. Fray Gomita. Miguel Zanche. Lucha entre los Malebranche.

CANTO XXIII. Octavo círculo. Huida de la quinta fosa. Sexta fosa: los hipócritas, cubiertos con capas de plomo doradas. Los Hermanos Gozosos. Caifás. Anás. El hermano Catalano.

CANTO XXIV. Octavo círculo. Los poetas ascienden de la sexta fosa. Séptima fosa: llena de serpientes que atormentan a los ladrones. Vanni Fucci. Predicción de desgracias para Dante.

CANTO XXV. Séptima fosa del octavo círculo: los ladrones fraudulentos. Caco. Agnolo Brunelleschi y otros.

CANTO XXVI. Octava fosa del octavo círculo: los malos consejeros. Ulises y Diomedes.

CANTO XVII. Octava fosa del octavo círculo: los malos consejeros. Guido de Momefeltro.

CANTO XXVIII. Novena fosa del octavo círculo: los propagadores de escándalos y cismas. Mahoma y Alí. Fray Dolcín. Pedro de Medicina. Curión. Mosca. Bertrán de Born.

CANTO XXIX. Novena fosa del octavo círculo. Geri del Bello. Décima fosa: falsificadores de toda clase. Alquimistas. Griffolino de Arezzo. Capocchio.

CANTO XXX. Décima fosa del octavo círculo: los suplantadores, los falsificadores de moneda y los calumniadores. Mirra. Gianni Schicchi. Maese Adam. Sinón de Troya.

CANTO XXXI. Octavo círculo. Los gigantes. Nemrod. Efialto. Anteo conduce a los poetas al noveno círculo.

CANTO XXXII. Noveno círculo: el de los traidores. Primer anillo: la «Caína». Los condes de Mangona. Camiccione de Pazzi. Segundo anillo: la «Amenora». Bocea de los Abatti. Buoso de Suera. El conde Ugolino.

CANTO XXXIII. Segundo anillo del noveno círculo: la «Amenora». El conde Ugolino. Tercer anillo: la «Ptolomea». Fray Alberigo. Branca d’Oria.

CANTO XXXIV. Cuarto anillo del noveno círculo: la «Judesca». Lucifer. Judas. Bruto y Casio. El Centro del Universo. Salida del Infierno. Ascenso a la superficie del hemisferio meridional.

EL PURGATORIO

CANTO I. Tema nuevo. Invocación a las Musas. Día de Pascua a la orilla del Purgatorio. Las cuatro estrellas. Catón. A Dante le lavan el rostro para borrar los vestigios del Infierno.

CANTO II. Amanecer. Los poetas en la orilla. Llegada de una barca conducida por un ángel, que lleva a las almas al Purgatorio. El desembarco. Casella y su canto. Catón apremia a las almas para que avancen hacia la montaña.

CANTO III. Antepurgatorio. Almas de los muertos que fueron excomulgados por la Iglesia. Manfredo.

CANTO IV. Antepurgatorio. Ascenso a una plataforma de la montaña. Los negligentes, que se arrepintieron a última hora. Belacqua.

CANTO V. Antepurgatorio. Espíritus de los que retrasaron su arrepentimiento y murieron de forma violenta, pero que se arrepintieron antes de morir. Jacobo del Cassero. Buonconte da Momefeltro. Pía de Tolomei.

CANTO VI. Antepurgatorio. Más espíritus que aplazaron su arrepentimiento hasta que se vieron sorprendidos por muerte violenta. Eficacia de la oración. Sordello. Apóstrofe contra Italia.

CANTO VII. Virgilio se da a conocer a Sordello. Sordello conduce a los poetas al valle donde se encuentran los príncipes negligentes y les indica sus nombres.

CANTO VIII. Valle de los príncipes. Dos ángeles custodios. Nino Viscomí. La serpiente. Conrado Malaspina.

CANTO IX. Sueño y visión de Dame. El águila. Lucía. La puerta del Purgatorio. El ángel guardián. Las siete letras P inscritas en la frente de Dante. Entrada al primer rellano.

CANTO X. El Purgatorio. Primer rellano: los orgullosos. Ejemplos de humildad grabados en la roca.

CANTO XI. Primer rellano: los orgullosos. Oración. Umberto Aldobrandeschi. Oderisi de Giubbio. Provenzano Salvani.

CANTO XII. Primer rellano: los orgullosos. Ejemplos de castigo por orgullo grabados en el suelo. Conversación con un ángel, que borra una de las letras P. Ascenso al segundo rellano.

CANTO XIII. Segundo rellano: los envidiosos. Ejemplos de amor… Las sombras con cilicio y con los ojos cosidos con alambre. La «Sapía» de Siena.

CANTO XIV. Segundo rellano: los envidiosos. Guido del Duca. Rinieri de Calboli. Ejemplos de castigo por envidia.

CANTO XV. Segundo rellano: los envidiosos. Un ángel borra la segunda P de la frente de Dante. Discurso sobre la participación en los bienes. Ascenso al tercer rellano: los Iracundos. Visión de ejemplos de paciencia.

CANTO XVI. Tercer rellano: los iracundos. Marco Lombardo. Su disertación sobre el libre albedrío y la corrupción del mundo.

CANTO XVII. Tercer rellano: los iracundos. Consecuencias de la humareda. Visión de ejemplos de castigo por ira. Ascenso al cuarto rellano, donde se purga la pereza. Segundo anochecer en el Purgatorio. Virgilio explica cómo el amor es el origen tamo de la virtud como del pecado.

CANTO XVIII. Cuarto rellano: los perezosos. Discurso de Virgilio sobre el amor y la libertad. Multitudes de espíritus corriendo precipitadamente para redimir su pecado. Ejemplos de celo. El abad de San Zenón. Ejemplos del castigo por pereza. Dante sucumbe al sueño.

CANTO XIX. Cuarto rellano: Dante sueña con la sirena. El ángel del camino. Ascenso al quinto rellano: los avaros. El papa Adrián V.

CANTO XX. Quinto rellano: los avaros. Los espíritus alaban los ejemplos de pobreza y generosidad. Hugo Capeta. Disertación sobre sus descendientes. Ejemplos de castigo por avaricia. El temblor de la montaña.

CANTO XXI. Quinto rellano. La sombra de Stacio. Causa del temblor de la montaña. Stacio rinde honores a Virgilio.

CANTO XXII. Ascenso al sexto rellano. Discurso de Stacio y Virgilio. Entrada al rellano: los glotones. El árbol místico. Ejemplos de templanza.

CANTO XXIII. Sexto rellano: los glotones. Forese Donati. Nella. Censura a las mujeres de Florencia.

CANTO XXIV. Sexto rellano: los glotones. Forese Donati. Piccarda Donati. Bonagiunta de Lucca. El papa Martín IV. Ubaldino de la Pila. Bonifacio. Meser Marchese. Profecía de Bonagiunta sobre Gentucca, y de Forese sobre Corso de Donati. Segundo árbol místico. Ejemplos de castigo por glotonería. El ángel del camino.

CANTO XXV. Ascenso al séptimo rellano. Discurso de Stacio sobre la generación, de cómo se infunde el alma en el cuerpo, y de la apariencia corpórea de las almas después de la muerte. El séptimo rellano: los lujuriosos. Modos de purificación. Ejemplos de castidad.

CANTO XXVI. Séptimo rellano: los lujuriosos. Los pecadores en el fuego, corriendo en direcciones opuestas. Ejemplos de castigo por lujuria. Guido Gunicello. Arnaud Daniel.

CANTO XXVII. Séptimo rellano: los lujuriosos. Paso a través de las llamas. La escalera en la roca. Noche en las escaleras. Sueño de Dante. Amanecer. Ascenso al Paraíso terrenal. Las últimas palabras de Virgilio.

CANTO XXVIII. El Paraíso terrenal. El bosque. Una dama cogiendo flores a la orilla de un pequeño estanque. Conversación con ella sobre la naturaleza del lugar.

CANTO XXIX. El Paraíso terrenal. Procesión mística o triunfo de la Iglesia.

CANTO XXX. El Paraíso terrenal. Aparición de Beatriz. Salida de Virgilio. Beatriz reprende a Dante.

CANTO XXXI. El Paraíso terrenal. Discurso de reproche de Beatriz y confesión de Dante. Paso por el Leteo. Las virtudes llaman a Beatriz. Beatriz se despoja del velo.

CANTO XXXII. El Paraíso terrenal. Regreso de la procesión triunfal. El carro se dirige hacia el árbol místico. Dante sucumbe al sueño; al despertar, el Triunfo ha desaparecido. Transformación del carro. La ramera y el gigante.

CANTO XXXIII. El Paraíso terrenal. Profecía de Beatriz sobre quién restaurará el Imperio. Su conversación con Dante. El río Eunoe. Dante bebe de sus aguas y se purifica para ascender al cielo.

EL PARAÍSO

CANTO I. Proemio. Invocación. Beatriz y Dante, transformado éste en un ser divino, ascienden hacia la Luna a través de la Esfera del Fuego. Beatriz explica la causa de su ascensión.

CANTO II. Proemio. Ascenso a la Luna. Causa de las manchas de la Luna. Influencia de los cielos.

CANTO III. El cielo de la Luna. Los espíritus que no cumplieron sus promesas. Piccarda Donati. La emperatriz Constanza.

CANTO IV. Beatriz resuelve a Dante sus dudas respecto a la justicia del Cielo y a la morada de los bienaventurados. Pregunta de Dante sobre la posibilidad de satisfacción de las promesas incumplidas.

CANTO V. La santidad de los votos y la seriedad con la que hay que cumplirlos o cambiarlos. Ascenso al cielo de Mercurio. La sombra de Justiniano.

CANTO VI. Justiniano narra aspectos de su vida. La historia del águila romana. Los espíritus en el planeta Mercurio. Romeo.

CANTO VII. Disertación de Beatriz. La caída del hombre. Esquema de su redención.

CANTO VIII. Ascenso al cielo de Venus. Los espíritus de los amantes. Carlos Martel. Su disertación sobre el orden y la diversidad de los asuntos terrenales.

CANTO IX. El planeta Venus. Conversación de Dante con Cunizza de Romano. Con Foulques de Marsella. Rahab. La avaricia de la corte papal.

CANTO X. Ascenso al Sol. Los espíritus de los sabios y de los doctores en teología. Santo Tomás de Aquino. El santo indica a Dante los nombres de aquéllos que le rodean.

CANTO XI. La vanidad de los deseos mundanos. Santo Tomás de Aquino desvanece dos dudas al confuso Dante. Le refiere la vida de san Francisco de Asís.

CANTO XII. Segundo círculo de los espíritus de los religiosos sabios, doctores de la Iglesia y maestros. San Buenaventura cuenta la vida de santo Domingo, y nombra a aquéllos que forman el círculo con él.

CANTO XIII. Santo Tomás de Aquino habla de nuevo y explica la relación entre la sabiduría de Salomón y la de Adán y la de Cristo, y proclama la vanidad del juicio humano.

CANTO XIV. En la oración de Beatriz, Salomón habla del cuerpo glorioso de los bienaventurados después del juicio final. Ascenso al cielo de Marte. Los espíritus de los soldados de Cristo dispuestos en cruz formando la figura de Cristo. Himno de los espíritus.

CANTO XV. Cacciaguida, antepasado de Dante, le da la bienvenida. Cacciaguida cuenta la historia de su linaje y la vida sencilla en la antigua Florencia.

CANTO XVI. La nobleza de sangre. Cacciaguida continúa su relato sobre la Florencia antigua y nueva.

CANTO XVII. Dante pregunta a Cacciaguida sobre su destino. Cacciaguida contesta pronosticando a Dante el exilio y la fama que alcanzará con su poema.

CANTO XVIII. Los espíritus que forman la Cruz de Marte. Ascenso al cielo de Júpiter. Los espíritus forman palabras luminosas en el planeta. Denuncia de la avaricia de los papas.

CANTO XIX. La voz del águila. Habla de los misterios de la justicia divina, de la necesidad de la fe para conseguir la salvación, de los pecados de ciertos reyes.

CANTO XX. La canción del justo. Príncipes que practicaron la justicia, en el ojo del águila. La felicidad de los espíritus que anteriormente fueron paganos. Fe y salvación. Predestinación.

CANTO XXI. Ascenso al cielo de Saturno. Los espíritus de los que se dedicaron a la vida contemplativa. La escalera dorada. San Pedro Damián. Predestinación. El lujo de los modernos prelados. Dante se alarma al oír un grito de los espíritus.

CANTO XXII. Beatriz tranquiliza a Dante. Aparición de san Benito. Relato sobre la fundación de su orden y sobre el declinar de sus hermanos. Beatriz y Dante ascienden al cielo estrellado. La constelación de los Gemelos. Vista de la Tierra.

CANTO XXII. El triunfo de Cristo.

CANTO XXIII. San Pedro pregunta a Dante sobre la fe y aprueba su respuesta.

CANTO XXIV. Santiago pregunta a Dante sobre la esperanza. Aparición de san Juan con una luminosidad tan deslumbrante que Dante pierde la visión durante algún tiempo.

CANTO XXVI. San Juan pregunta a Dante sobre la caridad. Dante recobra la vista. Aparición de Adán que responde a las preguntas de Dante.

CANTO XXVII. San Pedro denuncia la degeneración de sus sucesores. Dante dirige su mirada hacia la Tierra. Ascenso de Beatriz y Dante al cielo cristalino. Su naturaleza. Beatriz denuncia la codicia de los mortales.

CANTO XXVIII. La jerarquía celestial.

CANTO XXIX. Disertación de Beatriz sobre la creación y la naturaleza de los ángeles. Censura a la presunción y necedad de los predicadores.

CANTO XXX. Ascenso al Empíreo. El río de la luz. La rosa celestial. El trono de Enrique VII. Las últimas palabras de Beatriz.

CANTO XXXI. La rosa del Paraíso. San Bernardo. Oración por Beatriz. La gloria de la Santísima Virgen.

CANTO XXXII. San Bernardo describe la disposición de la rosa, y señala la de muchos de los santos. Los niños en el Paraíso. El festival angélico. Los patricios de la corte celestial.

CANTO XXXIII. Oración a la Virgen. La visión beatifica. La salvación última.

Prueba C. Primera serie de preguntas sobre Divina comedia, de Dante.

1. Dante divide su obra en:
a) Tres.
b) Cuatro.
c) Seis partes principales.
2. Las partes principales se titulan:
a) La tierra, la luna, el cielo, los Círculos Angélicos.
b) El Infierno, el Purgatorio, el Paraíso.
c) Infierno, Purgatorio, Paraíso.
3. Las partes principales se subdividen en:
a) Cantos.
b) Capítulos.
c) Secciones.
4. El número de subdivisiones de cada una de las partes principales:
a) Es aproximadamente igual.
b) Es 33 o 34.
c) Varía entre 23 y 44.
5. El número total de subdivisiones de la obra es:
a) 99.
b) 100.
c) 101.
6. El Infierno se divide en:
a) Círculos.
b) Rellanos.
c) Fosas.
7. El Purgatorio se divide en:
a) Círculos.
b) Rellanos.
c) Fosas.
8. La división del Paraíso se rige por:
a) El orden de las virtudes y los vicios.
b) El orden de la jerarquía de los ángeles.
c) El orden de los planetas del sistema solar.
9. En el Infierno, el movimiento sigue una dirección:
a) Hacia abajo.
b) Hacia arriba.
10. En el Purgatorio, el movimiento sigue una dirección:
a) Hacia abajo.
b) Hacia arriba.
11. Dante encuentra el Paraíso Terrenal:
a) En la parte del poema titulada Purgatorio.
b) En la titulada Paraíso.

Consúltese para ver las respuestas a la prueba C[3].

A continuación, tras haber realizado una prelectura del índice de materias de Divina comedia y haber contestado a la primera serie de preguntas, invitamos al lector a leerlo superficialmente.

Prueba D. Más preguntas sobre Divina comedia, de Dante.

1. En el Infierno, a Dante le sirve de guía:
a) Beatriz.
b) Virgilio.
c) Lucifer.
2. A Virgilio le envía en ayuda de Dante:
a) Beatriz.
b) Dios.
c) San Bernardo.
3. El principal interés de Dante estriba en describir:
a) La vida después de la muerte.
b) Las clases de vida que llevan los hombres en la Tierra.
4. Divina comedia es:
a) Fundamentalmente un poema cómico.
b) Una visión poética de diversas tesis de teología moral.
c) Una construcción imaginativa de todo el Universo.
5. ¿De cuál de estas ideologías y enseñanzas parece depender el poema?
a) Humanística.
b) Griega y latina.
c) Cristiana.
6. El cuarto rellano del Purgatorio se castiga a los perezosos ¿Es significativo, que antes de abandonar este rellano Dante se quede dormido? (¿Sí o no?)
7. En el canto XXXIV del Infierno, Dante y Virgilio llegan al centro del Universo. ¿Por qué?
8. En el canto IX del Purgatorio hay siete pes inscritas en la frente de Dante, y una de ellas desaparece cuando el poeta remonta uno de los rellanos de la montaña del Purgatorio ¿Qué significan estas letras?
9. Virgilio acompaña a Dante al Paraíso Terrenal (cantos XXVIII-XXXIII del Purgatorio), pero se marcha en el canto XXX y no va con el poeta al Paraíso. ¿Por qué?
10. En los cantos XI y XII del Paraíso, santo Tomás de Aquino narra la vida de san Francisco, y san Buenaventura la de santo Domingo. ¿Qué significado tiene esto?

Las últimas cinco preguntas de la prueba D, dedicadas fundamentalmente al simbolismo de Divina comedia, pueden resultar difíciles o incluso imposibles de contestar tras una simple lectura del índice de materias. Por tal razón, ya que no por otra, ofrecemos respuestas completas, pero existe una doble justificación para haber planteado las preguntas. En primer lugar, no tenemos plena certeza de que no puedan contestarse a partir de la lectura del índice de materias; en segundo lugar, están destinadas a sugerir una de las características fundamentales de la gran obra de Dante: precisamente su carácter simbólico, de principio a fin. Casi todas las descripciones, de lugares, acontecimientos o personas, tienen dos significados, y en ocasiones tres o cuatro. Pensamos que es probable que este hecho se ponga claramente de manifiesto a partir de la lectura del índice de materias, aunque sin detalles. Por consiguiente, podría resultar interesante tratar de contestar a las preguntas 6-10 de esta prueba sin recurrir a ninguna ayuda externa incluso sin haber leído a Dante anteriormente. En otras palabras, si el lector tiene que hacer conjeturas, veamos en qué grado se aproximan a la verdad.

Consúltese para ver las respuestas a la prueba D[4].

La biografía de Charles Darwin y el índice de materias de su obra El origen de las especies que aparecen en las siguientes páginas se han extraído del tomo 49 de Great Books of the Western World, que también contiene La ascendencia humana, obra en la que Darwin aplica su teoría general a la confusa cuestión de la evolución de la especie humana.

Como en el caso de Dante, recomendamos leer la biografía de Darwin rápidamente —en cinco o seis minutos— y a continuación realizar una prelectura del índice de materias de El origen de las especies, dedicándole no más de diez minutos.

CHARLES DARWIN

1809-1882

Al evaluar las cualidades que explicaban su «éxito como hombre de ciencia», Charles Darwin, en su modesta autobiografía, que escribió «porque quizá les interese a mis hijos», recuerda desde su juventud «el profundo deseo de comprender y explicar» cuanto observaba. En sus fantasías infantiles hacía descubrimientos fabulosos en el terreno de la historia natural, Y se jactaba ante sus compañeros de clase de poder producir flores de diversos colores de, la misma planta regándolas con ciertos líquidos.

A su padre, médico que gozaba de gran reconocimiento social, le sorprendían un tanto las curiosas aficiones de su segundo hijo y el hecho de que no destacara especialmente en los estudios clásicos de la época del doctor Butler, razón por la cual decidió enviarlo a Edimburgo para que estudiase medicina. En esta ciudad, Darwin se dedicó a recoger animales de las charcas, a pescar ostras con los pescadores de Newhaven para obtener ejemplares, y realizó dos pequeños descubrimientos que presentó en el estudio que leyó en la Plinian Society. No aplicó «excesivos esfuerzos» a aprender medicina.

Su padre le propuso ingresar en la Iglesia como alternativa con cierta aspereza. La vida eclesiástica en un pueblo atraía al joven Darwin, y tras haber aplacado sus dudas sobre la creencia «en todos los dogmas de la Iglesia», empezó esta nueva carrera en Cambridge. Pero no logró reprimir sus intereses científicos y se dedicó con entusiasmo a la entomología, sobre todo a recoger escarabajos; tuvo la satisfacción de ver publicado uno de sus raros ejemplares en Ilustrations of British Insects (Ilustraciones de insectos británicos), de Stephen. Al igual que en Edimburgo, disfrutó de la estimulante amistad de numerosos científicos, y fue un catedrático de botánica de Cambridge, J. S. Henslow, quien logró que le nombrasen naturalista del barco gubernamental, el Beagle.

Entre 1831 y 1836, el Beagle navegó por aguas del sur. Las investigaciones de Lyell sobre los cambios producidos por los procesos naturales publicadas en Principios de geología, sirvieron de directrices a Darwin para sus observaciones sobre la estructura geológica de las islas de Cabo Verde. También realizó estudios sobre los arrecifes de coral y sobre las relaciones de los animales del continente con los de las islas adyacentes así como sobre la relación entre los animales vivos con los restos fósiles de las mismas especies.

Darwin calificó el viaje del Beagle como «el acontecimiento más importante de mi vida». Además de convertirle en uno de los naturalistas más cualificados de su época, desarrolló en él «la costumbre del trabajo entusiasta y de la atenta observación». Su padre observó el cambio de actitud al regreso de la travesía y comentó lo siguiente: «Vaya. Le ha cambiado de forma la cabeza».

Tras su regreso, Darwin se estableció en Londres e inició la tarea de organizar y escribir sus observaciones. Trabó íntima amistad con Lyell, el geólogo inglés más destacado, y más adelante con Hooker, importante botánico. En 1839 casó con su prima, Emma Wedgwood, y a finales del

1842, debido a sus problemas crónicos de salud, la familia se trasladó a Down, donde Darwin llevó una vida retirada hasta el final de sus días. Durante los seis años de su estancia en Londres preparó su Diario con las notas del viaje y publicó un documentado estudio sobre los arrecifes de coral.

Dedicó los ocho años siguientes a la laboriosa clasificación de percebes para su obra de cuatro tomos sobre el tema. «Me ha dejado atónito la variabilidad de cada parte en todas y cada una de las especies, aunque sea en un grado muy pequeño», le escribió a Hooker. Tras esta época de trabajo minucioso con una sola especie, Darwin se sintió preparado para acometer el problema de la modificación de las especies, sobre el que llevaba reflexionando años enteros.

Durante el viaje del Beagle salieron a la luz una serie de hechos que, a juicio de Darwin, «sólo podían explicarse suponiendo que las especies se modificasen gradualmente». Más adelante, al regresar a Inglaterra, recogió todo el material que encontró «relacionado de alguna manera con la variación de las plantas y los animales bajo condiciones de domesticación». Al cabo de poco tiempo comprendió que «la selección es la piedra angular del éxito del hombre, pero durante algún tiempo siguió constituyendo un misterio cómo puede aplicarse la selección a los organismos que viven en estado natural». Un día, mientras leía el estudio sobre la población de Malthus, se le ocurrió que, en la lucha por la existencia, «existía una tendencia a que se conservaran las condiciones favorables y a que se destruyesen las desfavorables, con el resultado de que se formaban nuevas especies. Al fin había dado con una teoría con la que poder trabajar».

Les confió esta teoría a Hooker y a Lyell, quienes le animaron a que la publicase, pero Darwin, cuando había llegado a la mitad del libro que estaba preparando, en el verano de 1858, recibió un ensayo de A. R. Wallace procedente de las islas Malucas que contenía exactamente la misma teoría. Escribió a Hooker y Lyell lo siguiente: «Vuestras palabras se han hecho realidad, pero vengándose, porque se me han anticipado». Fue decisión de sus dos amigos publicar un extracto de la teoría de Darwin que les había enviado en una carta el año anterior junto con el ensayo de Wallace, y dieron el siguiente título a la obra conjunta: Sobre la tendencia de las especies a formar variedades y sobre la perpetuación de las variedades y las especies por medios de selección naturales.

Un año más tarde, en el mes de noviembre, apareció El origen de las especies, y el mismo día de su publicación, el 24, se agotaron los 1250 ejemplares de la primera edición. El libro despertó una enorme controversia, que llegó a su punto culminante en una reunión de la British Association, en Oxford, donde tuvo lugar el célebre duelo verbal entre T. H. Huxley y el obispo Wilberforce. Darwin, que era incapaz de dormir después de haber contestado con aspereza a un antagonista, siguió el consejo de Lyell y evitó el conflicto, ahorrándose así «tiempo y disgustos».

Sin embargo, en su obra se mantuvo muy próximo a su tesis. Amplió el material del primer capítulo de El origen de las especies y publicó con él Variaciones de las plantas y los animales bajo condiciones de domesticación (1868). En La ascendencia del hombre y la selección con relación al sexo (1871), hizo realidad lo que ya decía en El origen: «Se arrojará luz sobre el origen del hombre y su historia». En La expresión de las emociones (1872) ofrece una explicación natural de fenómenos que parecían representar dificultades a la aceptación de la evolución. Dedicó sus últimas obras a la forma, el movimiento y la fertilización de las plantas.

La vida de Darwin en Down se adaptó a las necesidades de conservar sus fuerzas para continuar su actividad. Debido a su mala salud, su mujer se ocupó de «protegerle de toda molestia evitable». Siguió la misma rutina durante casi cuarenta años, dividiendo sus días meticulosamente entre ejercicios físicos y lecturas ligeras de tal modo que pudiera aprovechar al máximo las cuatro horas que dedicaba a trabajar. También organizó con extraordinaria economía sus lecturas y experimentos científicos, e incluso las fases de su vida no esenciales para su trabajo «se atrofiaron», según sus propias palabras, circunstancia que lamentó por considerarla una «pérdida de felicidad». Sus lecturas no científicas le servían para relajarse, y pensaba que «habría que dictar una ley» contra los finales desgraciados en las novelas.

Tenía una actitud tan cariñosa para con su mujer y sus siete hijos que uno de ellos, Francis, se maravillaba de que pudiera mantenerla con «una familia tan poco expresiva como la nuestra». Cuando murió, el 19 de abril de 1882, quisieron enterrarle en Down, pero acabaron haciéndolo en la abadía de Westminster, junto a sir Isaac Newton.

ÍNDICE DE MATERIAS DE «EL ORIGEN DE LAS ESPECIES»

UN ESBOZO HISTÓRICO

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO I. Variación del estado doméstico

Causas de la variabilidad. Efectos de la costumbre y del uso y desuso de las partes. Variación correlativa. Herencia. Carácter de las variedades domésticas. Dificultad de distinguir entre variedades y especies. Origen de las variedades domésticas a partir de una o más especies. Palomas domésticas, sus diferencias y origen. Principios de selección seguidos antiguamente Y sus efectos. Selección metódica y no intencional. Origen desconocido de nuestras producciones domésticas. Circunstancias favorables al poder de selección del hombre.

CAPÍTULO II. Variación en la naturaleza

Variabilidad. Diferencias individuales. Especies dudosas. Las especies comunes, más difundidas y más extendidas, son las que más varían. Las especies de los géneros mayores en cada país varían más frecuentemente que las especies de los géneros menores. Muchas de las especies de los géneros mayores parecen variedades por ser muy afines entre sí, pero están desigualmente relacionadas entre ellas, y tienen rangos restringidos.

CAPÍTULO III. La lucha por la existencia

Comportamiento de la selección natural. El término, usado en sentido amplio. Progresión geométrica del aumento. Aumento rápido de animales y plantas aclimatados. Naturaleza de los obstáculos para el aumento. Competición universal. Efectos del clima. Protección del número de individuos. Relaciones complejas de todos los animales y plantas en la naturaleza. La lucha por la vida es más rigurosa entre individuos, y variedades de la misma especie: a menudo, entre especies del mismo género. La relación entre seres orgánicos es la más importante de todas.

CAPÍTULO IV. Selección natural o la supervivencia de los más aptos

Selección natural. Su poder comparado con la selección humana. Su poder sobre los caracteres de escasa importancia. Su poder en todas las edades y en ambos sexos. Selección sexual. Sobre la generalidad de los cruces entre individuos de la misma especie. Circunstancias favorables y desfavorables de los resultados de la selección natural, a saber: cruzamiento, aislamiento, número de individuos. Acción lenta. Extinción causada por la selección natural. Divergencia de caracteres relacionados con la diversidad de habitantes de cualquier área pequeña y con la naturalización. Acción de la selección natural mediante la divergencia de caracteres y la extinción sobre los descendientes de un antepasado común. Explicación de los grupos de los seres orgánicos. Avance en la organización. Formas de organización inferiores preservadas. Convergencia de caracteres. Multiplicación indefinida de especies. Resumen.

CAPÍTULO V. Leyes de la variación

Efectos de las condiciones cambiantes. Uso y desuso combinado con la selección natural; órganos del vuelo y de la visión. Aclimatación. Variación correlativa. Compensación y economía de crecimiento. Falsas correlaciones. Las estructuras múltiples, rudimentarias y de organización inferior son variables. Las partes desarrolladas de forma inusual son altamente variables los caracteres específicos son más variables que los genéricos: caracteres sexuales secundarios variables. Las especies del mismo género varían de forma análoga. Regresión a caracteres de un antepasado remoto. Resumen.

CAPÍTULO VI. Dificultades de la teoría

Dificultades de la teoría de la descendencia. Ausencia o rareza de variedades de transición. Transiciones en los hábitos de vida. Costumbres diversificadas en la misma especie. Especies con costumbres muy diferentes de aquellas propias de su especie. Órganos de perfección extrema. Modos de transición. Casos difíciles. Natura non facit saltum. Órganos de poca importancia. Órganos no absolutamente perfectos en todos los casos. La ley de la unidad del tipo y de las condiciones de existencia están comprendidas en la teoría de la selección natural.

CAPÍTULO VII. Objeciones diversas a la teoría de la selección natural

Longevidad. Modificaciones no necesariamente simultáneas. Modificaciones aparentemente inútiles. Desarrollo progresivo. Los caracteres de poca importancia funcional son los más constantes. Supuesta incompetencia de la selección natural a la hora de explicar los estados incipientes de estructuras útiles. Causas que interfieren en la adquisición de estructuras útiles mediante la selección natural. Gradaciones de estructura con funciones cambiantes. Órganos muy diferentes en miembros de la misma clase, desarrollados a partir del mismo origen. Razones para no creer en grandes y bruscas modificaciones.

CAPÍTULO VIII. Instinto

Los instintos son comparables con las costumbres, pero de origen diferente. Gradación de los instintos. Áfidos y hormigas. Variabilidad de los instintos. Instintos domésticos; su origen. Instintos naturales del cuco, del boyero, del avestruz y de las abejas parásitas. Hormigas esclavas. Instinto de construcción de celdillas de la abeja melífera. Cambios de instinto y estructura no necesariamente simultáneos. Dificultades de la teoría de la selección natural en relación con los instintos. Insectos neutros o estériles. Resumen.

CAPÍTULO IX. Hibridismo

Distinción entre la esterilidad de los primeros cruzamientos y de los híbridos. Diferentes grados de esterilidad, no universal, influidos por entrecruzamientos afines, eliminados por la domesticación. Leyes que determinan la esterilidad de los híbridos. La esterilidad no es una cualidad especial, pero es incidental sobre otras diferencias no acumula as por la selección natural. Causas de esterilidad de los primeros cruzamientos y de los híbridos. Paralelismo entre los efectos de las condiciones de cambio de vida y del cruzamiento. Dimorfismo y trimorfismo. La fertilidad de las variedades cuando se cruzan, y de su descendencia mestiza, no es universal. Comparación entre los híbridos y los mestizos independientemente de su fertilidad. Resumen.

CAPÍTULO X. Acerca de la imperfección del registro geológico

Sobre la ausencia de variedades intermedias en la actualidad. Sobre la naturaleza de las variedades intermedias extintas; su número. Sobre el lapso de tiempo transcurrido, según se deduce de la velocidad de depósito y de la extensión de la erosión. De la pobreza de nuestras colecciones paleontológicas. Sobre la intermitencia de las formaciones geológica. Sobre la erosión de las áreas graníticas. Sobre la ausencia de variedades intermedias en cualquier formación. Sobre la aparición súbita de grupos de especies. Sobre la aparición súbita en los estratos fosilíferos más inferiores que se conocen. Antigüedad de la tierra habitable.

CAPÍTULO XI. Acerca de la sucesión geológica de los seres orgánicos

Sobre la lenta y sucesiva aparición de nuevas especies. Sobre sus diferentes proporciones de cambio. Especies desaparecidas no vuelven a aparecer. Grupos de especies que siguen las mismas reglas generales en su aparición y desaparición, como lo hacen las especies simples. Sobre la extinción. Sobre las formas de vida que cambian casi simultáneamente en todo el mundo. Sobre las afinidades de las especies extinguidas entre sí y con las especies vivientes. Sobre el estado de desarrollo de las formas antiguas. Sobre la sucesión de los mismos tipos en las mismas zonas. Resúmenes del capítulo anterior y del presente.

CAPÍTULO XII. Distribución geográfica

La distribución actual no puede explicarse por las diferencias en las condiciones físicas. Importancia de las barreras. Afinidad de las producciones del mismo continente. Centros de creación. Medios de dispersión debidos a los cambios del clima y del nivel de la tierra, y ocasionales. Dispersión durante el período glacial. Alternancia de períodos glaciales en el norte y en el sur.

CAPÍTULO XIII. Distribución geográfica (continuación)

Distribución de las producciones de agua dulce. Sobre los habitantes de las islas oceánicas. Ausencia de batracios y de mamíferos terrestres. Sobre la relación de los habitantes de las islas con los del continente más próximo. Sobre la colonización de los centros más cercanos con la modificación subsecuente. Resumen del último y del presente capítulo.

CAPÍTULO XIV. Afinidades mutuas de los seres orgánicos. Morfología, embriología, órganos rudimentarios.

Clasificación. Grupos subordinados a grupos. Sistema natural. Reglas y dificultades en la clasificación, explicación de la teoría del descendiente con modificaciones. Clasificación de las variedades. Los descendientes siempre utilizados en la clasificación. Caracteres analógicos o adaptativos. Afinidades generales, complejas y radiales. La extinción separa y define grupos. Morfología entre miembros de la misma clase, entre partes del mismo individuo. Leyes de la embriología, explicación por variaciones no existentes en un período temprano y heredadas en una edad correspondiente. Órganos rudimentarios: explicación de su origen. Resumen.

CAPÍTULO XV. Recapitulación y conclusiones

Recapitulación de las objeciones a la teoría de la selección natural. Recapitulación de las circunstancias generales y especiales a su favor. Causas de la creencia general en la inmutabilidad de las especies. Hasta qué punto puede extenderse la teoría de la selección natural. Efectos de su adopción en el estudio de la historia natural. Conclusiones.

Prueba E. Preguntas sobre Darwin y El origen de las especies

1. En El origen de las especies, Darwin describe el origen y la evolución del hombre. (¿Verdadero o falso?)
2. La obra se divide en:
a) 12 capítulos.
b) 15 capítulos.
c) 19 capítulos.
3. El libro hace hincapié en el papel de la domesticación en la selección natural. (¿Verdadero o falso?)
4. Darwin asegura que la lucha por la existencia es:
a) Más dura.
b) Menos dura entre los individuos de la misma especie que entre individuos de especies distintas.
5. Darwin no tiene en cuenta las dificultades de su teoría y las objeciones que se le plantean, ni intenta refutarlas. (¿Verdadero o falso?)
6. Darwin no logró terminar El origen de las especies; y, por tanto, en esta obra no hay un capítulo que resuma su teoría y sus conclusiones. (¿Verdadero o falso?)
7. A Darwin le gustaba tomar parte en las disputas que provocaban sus obras. (¿Verdadero o falso?)
8. En el célebre debate entre T. H. Huxley y el obispo Wilberforce, que tuvo lugar en Oxford, ¿quién defendió a Darwin y su teoría?
9. Darwin calificó de «acontecimiento más importante en mi vida»:
a) La lectura de Ensayo sobre los principios de población, de Malthus.
b) El estudio de la medicina durante su juventud.
c) Su viaje en el Beagle.
10. Darwin pensaba que «habría que dictar una ley» contra:
a) Las novelas.
b) Las novelas pornográficas.
c) Las novelas científicas como protagonistas.
d) Las novelas con finales desgraciados.

Consúltese para ver las respuestas a la prueba E[5].

Las anteriores preguntas eran muy sencillas. A continuación recomendamos al lector que dedique veinte minutos a una lectura superficial del índice de materias de El origen de las especies y después formularemos preguntas más complicadas.

Prueba F. Más preguntas sobre El origen de las especies, de Darwin

1. Al utilizar datos geológicos, Darwin los considera:
a) Plenos y satisfactorios.
b) Incompletos, pero una valiosa fuente de información sobre el origen de las especies.
2. Con la palabra especie, Darwin se refiere a un grupo de animales o plantas:
a) Inferior.
b) Superior a un género.
3. Los miembros de una especie tienen características comunes y pueden cruzarse y reproducir su especie. (¿Verdadero o falso?)
4. Los miembros de un género tienen características comunes, pero no necesariamente pueden cruzarse y reproducir su especie. (¿Verdadero o falso?)
5. De los siguientes factores, ¿cuáles desempeñan un papel importante y cuáles un papel secundario en la selección natural?

IMPORTANTE SECUNDARIO

a) La lucha por la existencia.
b) La variación de individuos.
c) La herencia de rasgos.
6. Darwin compara el poder de la selección natural con la de la selección del hombre. ¿Cuál considera mayor?
7. En el índice de materias aparece la frase latina Natura non facit saltum. ¿Puede traducirla? ¿Puede explicar su importancia para la teoría de Darwin?
8. ¿Cuál es la importancia de la dispersión geológica y de las barreras naturales, como los océanos, en la evolución de las especies?
9. En la introducción de El origen de las especies, Darwin dice que tal origen constituye «el misterio de misterios, como lo ha denominado uno de nuestros grandes filósofos». ¿Puede explicar el lector el problema que trata de resolver con su obra? No son necesarias más de dos oraciones.
10. ¿En qué consiste la teoría de Darwin? ¿Puede expresarla con no más de 100 palabras?

Consúltese para ver las respuestas a la prueba F[6].

El lector ha terminado el ejercicio del segundo nivel de lectura. Como antes, habrá observado que las preguntas no sólo se basan en los textos leídos, sino en datos históricos y de otro tipo. Quizá piense que esto no es justo, y así sería si cualquier decisión crítica dependiese de poder responder a tales pregunta, cosa que no ocurre. Esperamos que no se irrite por no haber podido contestarlas, sino que le alienten a buscar en las obras mejores respuestas que las que nosotros ofrecemos.

III. Ejercicios y pruebas para el tecer nivel de lectura: lectura analítica

El texto empleado a continuación es este mismo libro. No quisiéramos que así ocurriese, porque hay otros libros más provechosos para practicar la lectura analítica, pero sobre las preferencias han vencido otras consideraciones: que la presente obra es la única con la que podemos tener la certeza de que la han leído todas las personas que se sometan a la prueba. La única alternativa consistiría en reproducir otro libro junto a éste, algo que, evidentemente, no hemos hecho.

Se recordará que en la lectura analítica siempre debemos intentar responder a cuatro preguntas: 1) ¿de qué trata el libro como un todo?, 2) ¿qué se dice en detalle, y como se dice?, 3) ¿es el libro verdad en su totalidad o en parte?, 4) ¿qué importancia tiene? Las quince reglas de la lectura, tal como aparecen en las págs. 170-171 y en la segunda parte, están destinadas a ayudar al lector a contestar estas preguntas. ¿Puede contestar las referentes al presente libro?

El propio lector debe juzgar si es capaz o no de ello: y no hay respuestas al final del apéndice, porque ya están incluidas en el libro.

No sólo es cierto que hemos hecho cuanto estaba en nuestra mano para aclarar lo más posible las cosas; además, no sería adecuado intentar ayudar al lector más aún. No sólo se trata de una tarea de lectura analítica, sino de una tarea solitaria: el lector se encuentra a solas con el libro. No puede recurrir a otra cosa que su propio pensamiento; no puede buscar ideas y comprensión más que en su propia mente.

Ya hemos explicado cómo hay que responder a las preguntas y cómo aplicar las normas a las diferentes clases de libros, pero no podemos decir cómo aplicarlas a una obra en concreto. Es el lector quien debe hacerlo.

Sin embargo, podemos añadir algo sin excedernos. No hemos ocultado el hecho de que nuestra obra tiene carácter práctico, por lo que aplicar la primera regla del análisis estructural resultará fácil. También creemos haber aclarado lo suficiente sobre qué trata el libro en conjunto, si bien ahora el lector deberá expresarlo más brevemente. Esperamos que la división en cuatro partes y veintiún capítulos resulte igualmente clara. Sin embargo, al perfilar la obra sería deseable comentar sobre el distinto tratamiento, en cuanto al número de páginas, dado a los diversos niveles de lectura. Al primero —la lectura primaria— se le dedica relativamente poco espacio, si bien reviste una importancia indudable. ¿Por qué? Al tercer nivel —la lectura analítica— se le dedica mucho más que a ningún otro. De nuevo preguntamos, ¿por qué?

Respecto a la cuarta regla del análisis estructural, deseamos hacer hincapié en que el problema que planteamos no puede definirse simplemente como enseñar a leer. No hay nada en el presente libro, por ejemplo, que pudiera servir de gran ayuda a un profesor de los primeros cursos de la enseñanza. Nos hemos concentrado en la lectura de una determinada forma, y con ciertos objetivos en mente. Al aplicar la cuarta regla, habrá que describir esa forma y esos objetivos con precisión.

Algo similar ocurre con la segunda etapa de la lectura analítica, la interpretación. El lector debe aplicar las tres primeras reglas de esta etapa sin nuestra ayuda: las reglas que requieren llegar a un acuerdo con el autor, hallar las proposiciones clave y construir los argumentos. No tendría sentido que tratásemos de confeccionar una lista de lo que a nuestro juicio constituyen los términos de la presente obra, de las palabras importantes que debemos comprender el lector y los autores si queremos que el libro como un todo comunique conocimientos o imparta destrezas. Tampoco vamos a repetir las proposiciones que ya hemos enunciado, y que el lector, si ha realizado una lectura analítica, será capaz de expresar con sus propias palabras, ni tampoco vamos a repetir los argumentos, porque eso equivaldría a reescribir el libro.

No obstante, podemos decir algo acerca de los problemas que hemos y no hemos resuelto. Creemos haber resuelto el que se planteaba al principio, y que el lector debe de haber identificado al aplicar la cuarta regla del análisis estructural. No creemos haber resuelto todos los problemas de lectura a los que se enfrentan los estudiantes y los lectores adultos, porque, para empezar, muchos de ellos suponen diferencias individuales entre los seres humanos, y ningún libro sobre un tema general puede pretender allanar tales dificultades.

Como se recordará, la crítica de un libro como comunicación de conocimiento requiere la aplicación de siete reglas, tres de las cuales son máximas generales de etiqueta intelectual, y cuatro, criterios específicos para ciertos puntos de crítica. Hemos hecho cuanto hemos podido para recomendar las máximas de etiqueta intelectual (capítulo 10), y respecto a los tres primeros puntos de crítica no podemos decir nada, pero unas palabras sobre los últimos criterios —demostrar si el análisis es incompleto— nos parecen adecuadas en este momento.

Diríamos que el análisis es incompleto en dos sentidos. El primero, en relación con el primer nivel de lectura. Habría mucho que añadir sobre la lectura primaria, y no podemos decir que nuestra exposición del tema tenga carácter definitivo. Esta etapa de la lectura podría exponerse de formas muy distintas.

El otro sentido en el que nuestro análisis es incompleto reviste mucha mayor importancia. No hemos dicho todo lo que podríamos haber dicho sobre la lectura paralela, y ello por dos razones.

En primer lugar, resulta sumamente difícil describir y explicar este tipo de lectura sin tener ante sí los textos de diversos autores. Por suerte, en el siguiente apéndice tendremos la oportunidad de ofrecer un ejercicio de lectura paralela, pero incluso en él habremos de limitarnos a dos textos cortos, de dos autores distintos. Un ejercicio a gran escala requeriría muchos textos de muchos autores y el examen de preguntas muy complejas, algo que no nos permite el espacio de que disponemos.

En segundo lugar, resulta casi imposible describir la excitación y la satisfacción intelectuales derivadas de la lectura paralela sin compartir realmente la experiencia de hacerlo, y no se llega a su comprensión en un solo día. En muchas ocasiones, se tardan meses e incluso años en desenredar la madeja de la exposición de un punto importante, una madeja que quizá lleve enredándose cada vez más en un proceso de siglos enteros. Se dan muchos pasos en falso, se proponen múltiples análisis y organizaciones de la discusión hasta que se puede arrojar luz sobre el tema. Nosotros hemos padecido muchos problemas de este tipo, y sabemos cuán descorazonador puede resultar. Por consiguiente, también sabemos cuán maravilloso puede parecer cuando al fin se halla una solución.

¿Hay otros aspectos en los que nuestro análisis pueda ser incompleto? Se nos ocurren varias posibilidades. Por ejemplo, ¿no logra nuestra obra establecer una diferencia suficientemente clara entre lo que podría denominarse lectura de primera intención (es decir, leer un texto) y lectura de segunda intención (leer un comentario sobre un texto)? ¿Decimos lo suficiente sobre la lectura de obras heréticas en contraposición a la de los textos canónicos, o sobre los textos que ocupan un lugar independiente, por encima de los denominados canónicos y heréticos? ¿Prestamos suficiente atención a los problemas que plantean los vocabularios especiales, sobre todo en las ciencias y las matemáticas? (Este aspecto del problema general de la lectura se toca en el capítulo sobre las ciencias sociales). Quizá no hayamos dedicado suficiente espacio a la lectura de la poesía lírica, pero aparte de eso, no estamos seguros de que haya nada más que merezca ser criticado a tal respecto, pero no nos sorprendería que el lector descubriese defectos que a nosotros nos han pasado inadvertidos.

IV. Ejercicios y pruebas para el cuarto nivel de lectura: lectura paralela

En la cuarta y última parte del apéndice empleamos dos textos para los ejercicios. Uno de ellos consiste en una serie de pasajes seleccionados de los dos primeros capítulos del libro I de Política, de Aristóteles. El otro está integrado por pasajes seleccionados del libro I de El contrato social, de Rousseau, una frase de la introducción y unos fragmentos de los capítulos I, II, IV y VI.

Política, de Aristóteles, aparece en el tomo 9 de Great Books of the Western World. Los tomos 8 y 9 están dedicados a las obras completas del filósofo griego: además de la citada obra, el tomo 9 recoge Ética, Retórica y Poética, así como una serie de tratados sobre biología. El contrato social, de Rousseau, aparece en el tomo 36 de la obra, que también incluye otros títulos del mismo autor, como el ensayo Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres y Discurso sobre la economía política, junto a otra importante obra política del siglo XVIII francés, El espíritu de las leyes, de Montesquieu.

El lector recordará que en la lectura paralela hay dos etapas. Una es el paso preparatorio; la otra, la lectura paralela propiamente dicha. Para los objetivos que persigue este ejercicio, vamos a suponer que ya se ha dado el primer paso, es decir, que ya hemos tomado una decisión sobre el tema que deseamos considerar y también sobre los textos que queremos leer. En este caso, el tema podría definirse como «el carácter y el origen del Estado», tema muy importante sobre el que se ha pensado y dicho mucho.

Hemos de suponer, además, para que este ejercicio no supere los límites impuestos por el espacio de que disponemos, que hemos reducido el planteamiento, con la ayuda de los dos textos, a una sola pregunta, que puede formularse como sigue: ¿es el Estado una situación natural, con todo lo que conlleva de bondad y necesidad, o se trata de una situación convencional o artificial?

Ésta es la pregunta que planteamos. A continuación, recomendamos una lectura cuidadosa de los dos textos, tomándose el tiempo que se necesite o que se desee. En la lectura paralela, el tiempo carece de importancia. El lector puede tomar notas o subrayar párrafos y volver al texto cuantas veces quiera para reflexionar sobre las preguntas.

DEL LIBRO I DE «POLÍTICA» DE ARISTÓTELES

DEL CAPÍTULO I

Cada Estado es un tipo de comunidad, y toda comunidad se establece a causa de algún bien, ya que los hombres siempre actúan para obtener lo que piensan que es un bien. Pero si todas las comunidades tienden a algún bien, el Estado o comunidad política, que es la más elevada de todas, y que incluye a todas las demás, tiende al bien en un grado superior a cualquier otro y en el más elevado de los bienes…

DEL CAPÍTULO II

La familia es la asociación establecida por la naturaleza para cubrir las necesidades cotidianas de los hombres; y los miembros que la componen son los llamados por Carondas «compañeros de la misma artesa», y por Epiménides de Creta, «compañeros del mismo comedero». Pero cuando varias familias se unen, y la asociación tiende a algo más que al abastecimiento de las necesidades diarias, la primera sociedad que se forma es la aldea. Y la forma más natural de la aldea parece ser la de una colonia de la familia, compuesta por los hijos y nietos, que algunos llaman «hermanos de leche». Y ésta es la razón por la que los Estados griegos estuvieron gobernados al principio por reyes; porque los griegos estuvieron bajo el gobierno de los reyes antes de que llegaran a unirse, como todavía están los bárbaros…

Cuando varias aldeas, lo bastante extensas como para que estén próximas o que sean autosuficientes, se unen en una única comunidad completa, nace el Estado, surgido de las necesidades elementales de la vida, y continúa su existencia en interés de una vida buena. Y por tanto, si las primeras sociedades lo son por naturaleza, de la misma forma es el Estado, ya que es el fin de ellas, y la naturaleza de una cosa es su fin. En efecto, lo que cada cosa es una vez desarrollada, decimos que es su naturaleza, tanto si se trata de un hombre, un caballo o una familia. Además, la causa final y el fin de una cosa es lo mejor, y la autosuficiencia es el fin y lo mejor.

Por tanto, es evidente que el Estado es una creación natural y que el hombre es por naturaleza un animal político…

Entonces, es evidente que el hombre es un animal político más que las abejas o cualquier otro animal gregario. La naturaleza, como hemos dicho muchas veces, no hace nada en vano, y el hombre es el único animal a quien ha dotado del don de la palabra. Y puesto que la voz es tanto un signo del placer como del dolor, y por ello la tienen otros animales (pues por su naturaleza consiguen ser sensibles al placer y al dolor con una relación recíproca entre ambos, pero que no va más allá), el don de la palabra está destinado a expresar lo conveniente y lo inconveniente, e, igualmente, lo justo y lo injusto. Y esto es una característica del hombre, ya que sólo él posee el sentido de lo bueno y lo malo, de lo justo y lo injusto, y de valores semejantes, y la asociación de los seres vivos que tienen esta aptitud constituye la familia y el Estado.

El Estado es por naturaleza anterior a la familia y al individuo, ya que el todo es necesariamente anterior a la parte. Por ejemplo, si se destruye todo el cuerpo, no habrá pie ni mano, a no ser en sentido equívoco, como podemos hablar de una mano de piedra, pues cuando se la destruye será una mano muerta. Pero las cosas se definen por su acción y su potencia, y no debemos decir que son las mismas cuando ya no tienen sus propias cualidades, sino sólo que tienen el mismo nombre. La prueba de que el Estado es una creación de la naturaleza y anterior al individuo es que el individuo, cuando está aislado, no es autosuficiente, y por esta razón es como una parte en relación con el todo. Pero quien es incapaz de vivir en sociedad o no necesita nada porque es suficiente por sí mismo, no es parte del Estado, sino una bestia o un dios. La naturaleza es la que impulsa a todos los hombres a poseer un instinto social, y el primero que estableció el Estado fue el más grande de los benefactores. Porque el hombre, cuando es perfecto, es el mejor de los animales, pero cuando está separado de la ley y la justicia, es el peor de todos ellos.

DEL LIBRO I DE «EL CONTRATO SOCIAL» DE ROUSSEAU

Quisiera preguntar si, en el orden civil, puede existir una norma de administración segura y legítima, tomando a los hombres tal como son y a las leyes tal como podrían ser…

DEL CAPÍTULO I. TEMA DEL PRIMER LIBRO

El hombre nace libre, y en todas partes está encadenado. Uno se considera amo de otros y, sin embargo, sigue siendo más esclavo que ellos. ¿Cómo se produce este cambio? No lo sé. ¿Qué puede legitimarlo? A esa pregunta creo que puedo responder…

DEL CAPÍTULO II. LAS PRIMERAS SOCIEDADES

La más antigua de todas las sociedades, y la única natural, es la familia; y aun así, los hijos continúan apegados al padre mientras lo necesitan para sobrevivir. En cuanto tal necesidad toca a su fin, se deshace el vínculo natural. Los hijos, liberados de la obediencia debida al padre, y éste, liberado del cuidado de los hijos, recobran la independencia. Si siguen unidos, no será de forma natural, sino por su propia voluntad, y la familia se mantiene a partir de entonces únicamente gracias a la convención…

Por tanto, podemos decir que la familia constituye el primer modelo de sociedad política: el gobernante coincide con el padre y el pueblo con los hijos, y todos ellos, al haber nacido libres e iguales, alienan su libertad únicamente en beneficio propio…

DEL CAPÍTULO IV. LA ESCLAVITUD

Como ningún hombre posee autoridad natural sobre sus semejantes y la fuerza no crea ningún derecho, hemos de llegar a la conclusión de que las convenciones constituyen la base de toda legítima autoridad entre los hombres…

DEL CAPÍTULO VI. EL CONTRATO SOCIAL

Doy por supuesto que los hombres han llegado al punto en el que los obstáculos que se interponen a la conservación de su estado en la naturaleza muestran poseer una capacidad de resistencia mayor que los recursos al alcance de cada individuo para su mantenimiento en tal estado. Por tanto, esa situación tan primitiva no puede continuar, y la raza humana perecerá a menos que cambie su forma de vida.

Pero como los hombres no pueden engendrar nuevas fuerzas, sino sólo unir y dirigir las ya existentes, no poseen otros medios de automantenerse que la formación, por agregación, de una suma de fuerzas suficientemente grande como para superar la resistencia, fuerzas que harán entrar en juego por medio de un solo motivo impulsor.

Esta suma de fuerzas únicamente puede producirse cuando se reúnen varias personas; pero como la fuerza y la libertad de cada persona constituyen los principales instrumentos de su autoconservación, ¿cómo puede defenderlos sin perjudicar sus propios intereses, y abandonar el cuidado de sí mismo? Esta dificultad podría expresarse en los siguientes términos:

El problema estriba en hallar una forma de asociación que defienda y proteja con toda la fuerza común a la persona y los bienes de cada asociado, y en la que cada uno, mientras se une con todos los demás, pueda seguir obedeciéndose únicamente a sí mismo, y continuar tan libre como antes. En esto radica el problema fundamental para el que El contrato social proporciona la solución…

Si después descartamos del contrato social lo que no le es esencial, encontraremos que se reduce a los siguientes términos:

Cada uno de nosotros pone su persona y todas sus fuerzas bajo la dirección suprema de la voluntad general, y, en nuestra capacidad corporativa, recibimos a cada miembro como parte indivisible del todo.

Inmediatamente, en lugar de la individualidad personal de cada parte contratante, este acto de asociación crea un cuerpo moral y colectivo compuesto de tantos miembros como existan en la asamblea, y este acto le proporciona unidad, su identidad común, su vida y voluntad. Esta persona pública, así formada por la unión de todas las demás personas, al principio se denominaba ciudad (polis), y ahora ha adoptado el nombre de república o cuerpo político; sus miembros la llaman Estado en sentido pasivo, soberanía cuando es activa y poder cuando se la compara con otras como ella misma. Los que están asociados en su seno adoptan el nombre colectivo de pueblo, y algunos se denominan ciudadanos, porque comparten el poder soberano, y otros súbditos, al estar sometidos a las leyes del Estado. Pero estos términos se confunden con frecuencia: basta saber distinguirlos cuando se los emplea con precisión.

A continuación rogamos al lector que reflexione sobre dos series de preguntas acerca de estos dos textos, tras lo cual sugeriremos algunas conclusiones que, a nuestro juicio, pueden derivar de los textos.

Prueba G. Primera serie de preguntas sobre Aristóteles y Rousseau.

1. Aristóteles reconoce tres clases distintas de asociación humana. ¿Cuáles son?
2. Estas tres clases de asociación tienen ciertas cosas en común y también difieren en aspectos importantes. ¿Qué tienen en común y en qué se distinguen?
3. Las tres clases de asociación difieren en cuanto a su capacidad de inclusión. ¿Puede ordenarlas según una escala de menor a mayor?
4. Las tres clases de asociación tienen como objetivo satisfacer una necesidad natural, es decir, obtener algún bien. El bien que logra la familia —la seguridad de sus miembros y la perpetuación de la especie— también se obtiene con la aldea, pero en grado más elevado. El bien que obtiene o trata de obtener el Estado, ¿es el mismo, pero en medida superior, o es totalmente distinto?
5. Otra forma de comprender esta diferencia requiere una pregunta más. Para Aristóteles, las tres clases de asociación son naturales, pero ¿son naturales de la misma manera?
6. Antes de centrarnos en ciertas preguntas sobre Rousseau en esta primera serie, hemos de mencionar un comentario de Aristóteles que presenta una dificultad. El filósofo griego alaba al primer hombre que fundó el Estado. ¿Hablaría en los mismos términos del hombre que fundó la familia o la ciudad?
7. ¿Cuál es el principal problema que plantea Rousseau acerca del Estado?
8. ¿Plantea Rousseau el mismo problema respecto a la familia?
9. ¿Qué es lo contrario de natural para Rousseau?
10. ¿Cuál es la convención básica que da legitimidad al Estado, según Rousseau?

Consúltese para ver las respuestas a la prueba G[7].

Tras la primera serie de preguntas, da la impresión de que hemos llegado a una interpretación de los dos textos que difiere sobre la pregunta que hemos planteado. Como recordará el lector, la pregunta es la siguiente: ¿es el Estado natural, o es convencional o artificial? Rousseau parece decir que el Estado es convencional o artificial, mientras que para Aristóteles parece ser algo natural.

A continuación invitamos al lector a reflexionar sobre si esta interpretación es correcta. ¿Existe algo sobre el comentario de Aristóteles que ponga en duda tal interpretación? ¿Hay algo en los enunciados de Rousseau que no hayamos discutido y que pueda poner en duda la interpretación?

Si el lector ve por qué no es correcta la interpretación, probablemente se habrá dado cuenta de por qué queremos plantear más preguntas.

Prueba H. Segunda serie de preguntas

1. Para Rousseau, ¿es el Estado tan natural como convencional?
2. ¿Coincide Aristóteles con este punto de vista?
3. ¿Puede extenderse este acuerdo básico entre Aristóteles y Rousseau a otros puntos?
4. En la respuesta a la última pregunta hablamos del «bien» que logra el Estado y que no puede conseguirse sin él. Este «bien», ¿significa lo mismo para Aristóteles que para Rousseau?
5. Una última pregunta. La coincidencia que hemos encontrado en la pregunta esencial, ¿significa que estos dos textos, a pesar de ser tan cortos, están de acuerdo en todos los puntos?

Consúltese para ver las respuestas a la prueba H[8].

Decíamos al principio de este ejercicio que hay determinadas conclusiones que se pueden extraer por medio de una lectura cuidadosa de estos dos importantes textos políticos. Entre ellas están las que siguen. Primero, es una verdad básica que el hombre es un animal político —puede utilizarse otro adjetivo si se lo desea— a diferencia de otros animales sociales o gregarios: es decir, el hombre es un animal social racional que constituye una sociedad para servir a otros fines que los meramente biológicos. De lo anterior se deduce que el Estado es tanto natural como convencional, que es tanto más o menos natural que la familia; y se deduce también que el Estado debe ser constituido formalmente: otras sociedades no son verdaderos Estados. Segundo, podemos concluir de forma razonable que el Estado es un medio y no un fin. El fin es el bien común humano: una vida buena. Por tanto, el hombre no está hecho para el Estado sino el Estado para el hombre.

Estas conclusiones nos parecen justificadas, y también creemos que las respuestas que hemos dado a las preguntas son correctas. Pero en un proyecto genuino de lectura sinóptica se requiere más que un sentimiento o una creencia. Hemos dicho, en nuestro planteamiento de este nivel de lectura, que siempre es deseable que documentemos nuestras contestaciones y conclusiones partiendo de los textos de los propios autores. No lo hemos hecho aquí. Es posible que el lector quisiera intentarlo por sí mismo. Si se siente desconcertado por alguna de nuestras respuestas, deberá intentar encontrar el fragmento o los fragmentos en las obras, tanto de Aristóteles como de Rousseau, que han podido servir de base para la respuesta que hemos dado. Y si no está de acuerdo con cualquiera de nuestras respuestas o conclusiones, el lector deberá procurar probar su desacuerdo por medio de las palabras de los propios autores.