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LOS NIVELES DE LECTURA

En el capítulo anterior hemos establecido una serie de diferencias que revisten gran importancia para el que vamos a iniciar a continuación. El objetivo que persigue el lector, ya sea el entretenimiento, la información o la comprensión, determina su forma de leer, y la eficacia con la que realiza la lectura es determinada a su vez por la cantidad de esfuerzo y destreza que aplica a la lectura. En términos generales, podemos establecer la siguiente regla: cuanto mayor el esfuerzo, tanto mejor, al menos cuando se trata de libros que en principio superan nuestra capacidad como lectores y por consiguiente pueden elevarnos de una situación de menor comprensión a otra de mayor comprensión. Por último, la diferencia entre instrucción y descubrimiento (o entre descubrimiento con y sin ayuda) tiene gran importancia porque la mayoría de las personas tienen que leer casi siempre sin que les ayude nadie. La lectura, al igual que el descubrimiento sin ayuda, consiste en aprender por mediación de un profesor ausente, algo que sólo se puede conseguir si se sabe cómo proceder.

Pero por importantes que sean estas distinciones, resultan relativamente insignificantes en comparación con los puntos que vamos a destacar en el presente capítulo, todos ellos relacionados con los niveles de lectura. Hay que comprender las diferencias entre los diversos niveles de lectura para que se produzca una mejora efectiva en las destrezas lectoras.

Existen cuatro niveles de lectura, y los denominamos niveles en lugar de tipos porque, en sentido estricto, éstos son distintos unos de otros, mientras que en aquéllos los superiores incluyen también los inferiores, y dichos niveles son acumulativos. El primero no se pierde en el segundo, ni el segundo en el tercero ni el tercero en el cuarto. De hecho, este último nivel de lectura, el superior, abarca todos los demás. Sencillamente, llega más lejos.

Denominaremos al primer nivel lectura primaria, aunque podríamos darle otros nombres, como lectura rudimentaria, básica o inicial. Cualquiera de estos términos nos sirve para indicar que cuando se domina este nivel se pasa del analfabetismo al menos a los comienzos de la alfabetización, y que se aprenden los rudimentos del arte de leer, se recibe la instrucción básica para la lectura y se adquieren las destrezas básicas de la misma; pero preferimos denominarla lectura primaria porque este nivel generalmente se aprende en el transcurso de la enseñanza primaria.

El primer encuentro del niño con la lectura se produce en este nivel, y entonces se le plantea el problema (como a todo el mundo cuando empieza a leer) de reconocer las palabras individuales de la página escrita. Ve una serie de signos negros sobre fondo blanco, o tal vez de signos blancos sobre fondo negro si están escritos en una pizarra, y posiblemente lo que dicen esos signos es lo siguiente: «El gato está sentado en el sombrero». A esa edad, al niño no le preocupa realmente si los gatos se sientan en los sombreros ni qué puede deducirse de tal hecho sobre los gatos, los sombreros y el mundo en general. Sólo se ocupa del lenguaje tal como lo utiliza el autor del texto.

En este nivel de lectura, lo que se le pregunta al lector es qué dice la frase, pregunta que, desde luego, podría considerarse difícil y compleja, pero aquí la planteamos en el sentido más sencillo.

Prácticamente todas las personas que leen el presente libro hace ya tiempo llegaron a dominar las destrezas de la lectura primaria, pero seguimos experimentando los problemas de ese nivel de lectura, por mucha capacidad que poseamos como lectores, algo que ocurre siempre que topamos con un texto que queremos leer escrito en una lengua extranjera que no conocemos bien, por ejemplo. En tales casos, el primer esfuerzo habrá de consistir en reconocer las palabras, y, una vez reconocidas éstas individualmente, podremos empezar a intentar comprenderlas, a luchar para aprehender su significado.

Incluso al leer un texto escrito en su propia lengua, muchas personas siguen teniendo dificultades de diversa índole en este nivel de lectura. La mayoría de estas dificultades tienen carácter mecánico, y algunas pueden remontarse a las primeras enseñanzas de la lectura. Por lo general, superar tales dificultades nos permite leer más rápidamente, por lo que la mayoría de los cursos de lectura rápida se centran en este nivel. En el siguiente capítulo añadimos más apreciaciones acerca de la lectura primaria, y en el capítulo 4 tratamos el tema de la lectura rápida.

Denominaremos lectura de inspección al segundo nivel de lectura, que se caracteriza por la importancia que se concede al tiempo. En este nivel, al estudiante se le da un tiempo determinado para realizar la lectura de un texto, quince minutos, por ejemplo, para el presente libro, incluso si se trata de una obra el doble de larga.

Por tanto, también podríamos decir que el objetivo de este nivel de lectura consiste en extraer el máximo de un libro en un tiempo dado, por lo general relativamente limitado, y siempre (por definición) demasiado limitado como para extraer de él todo lo que sería posible en otras circunstancias.

También podríamos aplicar otro término a este nivel: lectura extensiva o prelectura, pero no refiriéndonos a la lectura descuidada que caracteriza el simple hojear un libro. La lectura de inspección es el arte de examinar de forma sistemática.

En este nivel de lectura, el objetivo consiste en examinar la superficie del libro, en aprender todo cuanto puede enseñarnos lo más superficial del texto.

Mientras que la cuestión que se plantea en el primer nivel de lectura sería ¿qué dice la frase?, en el segundo consistiría en ¿de qué trata el libro?, una pregunta de carácter superficial a la que podrían añadirse otras semejantes, como ¿cuál es la estructura del libro? O ¿de qué partes consta?

Al terminar de leer un libro a este nivel, independientemente del tiempo de que se disponga para ello, hay que ser capaz de responder a la siguiente pregunta: ¿qué clase de libro es? ¿Una novela, un libro histórico, un tratado científico?

El capítulo 4 está dedicado al nivel de lectura del que hemos hablado antes, y, por consiguiente, no nos extenderemos sobre el tema ahora. No obstante, quisiéramos hacer hincapié en el hecho de que la mayoría de las personas, incluso muchos buenos lectores, no comprenden el valor de la lectura de inspección. Empiezan un libro por la primera página y continúan mal que bien sin siquiera leer el índice de materias, con lo cual se les plantea la tarea de obtener un conocimiento superficial de la obra al tiempo que intentan comprenderla. En esto radica la dificultad.

De aquí en adelante, denominaremos al tercer nivel lectura analítica, una actividad más compleja y sistemática que los dos niveles que hemos mencionado hasta el momento y que requiere mayor o menor esfuerzo por parte del lector según la dificultad del texto.

La lectura analítica es una lectura cuidadosa, completa, buena, en realidad la mejor posible. Si la de inspección constituye la lectura mejor y más completa posible en un tiempo limitado, la analítica es la mejor y más completa posible en un tiempo no limitado.

En este caso, el lector debe plantear numerosas preguntas, y bien organizadas, al texto que está leyendo, preguntas que no vamos a especificar, ya que el presente libro trata fundamentalmente de la lectura en ese nivel: en la segunda parte exponemos las normas que la rigen y explicamos cómo llevarla a cabo. Quisiéramos destacar el hecho de que la lectura analítica es siempre intensamente activa. En este nivel, el lector comprende un libro y trabaja en él hasta hacerlo suyo. Francis Bacon comentó en una ocasión que «Hay libros para probar, otros para tragar y otros, muy pocos, para masticar y digerir». Leer un libro analíticamente significa masticarlo y digerirlo.

También quisiéramos hacer hincapié en que la lectura analítica raramente resulta necesaria si el objetivo que se persigue consiste simplemente en obtener información o entretenerse. La lectura analítica está destinada fundamentalmente a la comprensión. Por el contrario, elevar la mente con la ayuda de un libro desde una situación de menor comprensión a otra de mayor comprensión es casi imposible a menos que se posea cierta destreza en la lectura analítica.

Al cuarto nivel, el más elevado, lo denominaremos lectura paralela, la más compleja y sistemática. Requiere gran esfuerzo por parte del lector, incluso si el material es relativamente fácil y no plantea demasiadas complicaciones. También podríamos llamarlo lectura comparativa, porque el lector se ocupa de muchos libros a la vez, no de uno solo, los relaciona entre sí y con un tema común a todos ellos. Pero no basta con la simple comparación de textos, y la lectura paralela requiere algo más. Con la ayuda de los textos leídos, quien lleve a cabo este tipo de lectura será capaz de realizar un análisis del tema que quizá no se encuentre en ninguno de los libros en cuestión. Por consiguiente, salta a la vista que la lectura analítica es la más activa y la que requiere mayores esfuerzos.

Como en la cuarta parte de la obra exponemos todo lo referente a la lectura paralela, de momento nos limitaremos a decir que no es un arte fácil y que las normas que la rigen no son demasiado conocidas. Sin embargo, seguramente se trata de una de las actividades lectoras más provechosas y que merece la pena tomarse la molestia de aprender a desarrollar.