El ser y la idea
A propósito del empeño que algunas mujeres ponen en fingirse putas durante un encuentro amoroso, Kurt llega a pensar que hay en ese modelo de conducta algo primario, una matriz originaria del concepto, un arquetipo, como si la idea de puta hubiera nacido en la mente de quienes no lo son, pensando acerca de las que lo son. Puta, zorra, golfa, son las balizas de un territorio que se abre en el centro mismo de la mujer cuando la pasión alcanza cierta temperatura, una geografía que se ensancha y sale fuera del cuerpo, desbordando las fronteras de su orden, desplegando todo un nuevo espacio moral. Las palabras citadas deben traducirse como una negación de límites —no hay nada que tenga prohibido— y al tiempo como una atribución patrimonial. —«Soy tuya, toda tuya, sólo tuya»—. En realidad, piensa Kurt, las putas de verdad no son así. Tienen límites muy estrictos en sus prácticas, y son siempre de otro. Pero para dar goce al cliente deben tratar de parecerse a la idea de puta, construida por las que no lo son, aunque las imitaciones nunca alcanzan la perfección.