No hay que confundir las cosas
De pronto, en medio del encuentro, la mujer toma prestado un personaje de su fantasía, y a partir de él inicia con Kurt un diálogo. Ella es una prostituta y él un hombre muy de orden. Le explica que no hace con todo el mundo lo que hace con él. Va tanto más allá cuanto le guste la persona, aunque en general ella no disfruta: es sólo un trabajo. Kurt le pide detalles de alguna relación reciente. Ella le habla de una cita con tres hombres. ¿Lo hicieron uno tras otro o al mismo tiempo?, pregunta Kurt. A la vez, responde. Uno por delante, otro por detrás y otro en la boca. ¿Cómo te sentías? Llena. ¿Llegaron al orgasmo a la vez? No, dice, y se ríe. Un rato después, tras haber gozado, Kurt y su amada conversan encima de la cama. Ella le habla de su última masturbación, estando él ausente. Kurt, a la vista de la fantasía de antes, le pregunta en quién, o quiénes, estaba pensando al hacerlo. En ti, sólo en ti, nunca pienso más que en ti, ¿cómo puedes imaginar otra cosa?, replica ella, sorprendida, ofendida, casi colérica, y desde luego muy sincera.