85

Epitafio

Cuando apenas están en los primeros escarceos verbales, ella le pregunta: ¿Qué quieres de mí? Kurt se queda paralizado, no por la sorpresa, sino por la falta absoluta de respuesta en su programa. Se repite a sí mismo la pregunta. ¿Qué quiere de ella? ¿Acaso espera aún encontrar en algún cuerpo o alma el lugar en que volver a sepultarse, y recobrar la paz? ¿Ambiciona todavía, en cambio, un gran desasosiego, que rompa las paredes en las que se consume, y le saque del mundo? Cabalmente ya sabe que esas vías no existen, o están cegadas para él. ¿Es, entonces, el sexo al que pronto llegarán un gesto maquinal, una costumbre, un rito? ¿O es una fe de vida?, pero, en tal caso, ¿qué vida es la que necesita demostrarse? Los ojos de ella, grandes y claros, están aguardando su respuesta, instalados en un desconcierto que no es de este momento, sino su habitual residencia. Kurt dispone de cientos de respuestas posibles, pero, como a un viejo actor, le agota la ficción. Contesta lo único que sabe con certeza: Nada importante.