En las películas no ocurre
Ella le anuncia una sorpresa. Al llegar, después de besarle, se encierra en el baño, pide que apague la luz antes de salir, Kurt lo hace, luego enciende y ella está en el centro de la habitación, con un espléndido modelo de lencería erótica en actitud clásica de provocación. Ríen la broma, se abrazan de nuevo, y para continuarla Kurt la va amando con los ritos que tal envoltorio pide: beso suave y apasionado en el cuello, descendimiento de un tirante, paseo de los labios entre el pecho y la axila —ella exhala entonces un gemido justo, mientras (supone Kurt) echa atrás la cabeza—, descenso del otro tirante, bajada de la copa del sujetador, curso de la lengua en torno al pezón, hasta henchirlo, succión suave, luego violenta, hasta que provoque una punzada ambigua (¿dolor?, ¿placer?), bajada del corpiño, arduo juego en el ombligo, comienzo del descenso de los labios por la gran pendiente, él (de rodillas) afila una mano entre los muslos, roza la puntilla de la vampiresa y… ¿Qué es esto?, pregunta Kurt, mientras bajo el negro encaje descubre un salva slip.