61

Sobre la esencia

Kurt, cuando no está con ella, y hablan por teléfono, se lamenta de que no tiene su olor, el de su cuerpo, el de su sexo. Un día ella va a su casa y después de unos contactos, cuando se sabe intensa, va hasta el teléfono, se baja el pantalón y las bragas, abre bien las piernas y hace pasar el auricular por su cono, de atrás adelante. Luego lo acerca a la cara de Kurt, para que huela. Un instante sólo, luego se lo quita, y hace la misma operación desde atrás, llevando el auricular de la vagina al culo. Para que tengas los dos olores, le dice. Hacen largamente el amor, Kurt se llena de ella, y, como siempre, su olor ocupa el centro de los sentidos. Al día siguiente Kurt descuelga el teléfono y al acercarlo a la cara se encuentra con lo que ella había dejado. La mujer entra en tromba en él.

No es su imagen, es mucho más, es su secreto: lo que ella es, resumido en un código inconfundible. Durante un largo rato intenta descifrar los dos olores, distinguirlos, separarlos, para llegar a ella por dos vías, saberla de dos modos, por los dos ojos, y tenerla completa.