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Juego duro

Una vez más, ella logra indignarle. ¿Me quieres de verdad, o sólo buscas sexo?, le ha vuelto a preguntar. Kurt hace esfuerzos por mostrar que la ama, y que el sexo forma parte de ese amor, pero no se agota en él su sentimiento. Otras veces le explica que la extraña división entre cuerpo y alma, o materia y espíritu, lleva a pensar que goce sexual y amor son cosas separables. Él quiere estar en ella, pero a veces le basta una caricia, un olor, verla, hacer algo juntos o, nada más, saberla. Cuando Kurt completa el argumento, la mujer recurre a alguna frase vulgar, para romper el juego: Sí, palabras no te faltan, pero al final quieres joder, carnaza, cono. En tales momentos se la ve blindada, inaccesible, encerrada en la idea, como cuando haciendo el amor el mundo exterior desaparece.

Kurt, al fin, comprende: representa un papel, un personaje, da curso a una fantasía que deplora y desea. Querría verse humillada a ser sólo carne, objeto de deseo, puta. A la vez huye del deseo y se lo endosa a él. Kurt, que la quiere de veras, le dice entonces: Ya me la has puesto dura, ahora querría joderte, zorra, ven.