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Arco iris

En medio de la riña, con lágrimas surcando la cara de la mujer, Kurt le desabrocha despacio la blusa, y ella ayuda, de forma tenue, a sacar las mangas. La lleva con suavidad hasta la cama, y la desnuda sin prisa. Luego la penetra, sin que cese el llanto, y después es ella la que se encabalga. Kurt es poseído por la mujer, con movimientos vigorosos. Ella pide que la sujete con las manos por el culo y lo apriete contra él, luego que le entregue la lengua, después que clave sus uñas en la parte inferior de las nalgas. Al fin, ella alcanza un orgasmo largo y hondo, que, tras dejar en suspenso el tiempo, va arrastrando, como un cometa, una cola de sensaciones cada vez más espaciadas, que él percibe en el interior del cono: ecos de la explosión, que se hacen lejanos. Kurt tiene embadurnada la cara de lágrimas y mocos de la mujer, que no han cesado de manar. Cuando el último eco se apaga, ella acerca su cara, le besa en una mejilla y la deja pegada a la suya. Kurt, que ha evitado alcanzar el orgasmo, tiene los ojos abiertos, la polla dura y la mente en blanco.