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Ese día estaba invencible

Después de una tarde de amor, Kurt la llama por teléfono para decirle cómo se siente. Lo hace de forma descriptiva (vacío, y lleno de ti, con todos los huesos rotos, sin poder pensar más que en todo al mismo tiempo, etc.). Luego prueba con metáforas más complejas: como una plancha de acero después de pasar por el tren de laminación. ¿Te sientes aplastado por mí?, le dice ella. No, tal vez me adelgazas y me haces más ancho. Y más plano, replica ella, lo siento. Kurt prueba de nuevo: como un árbol después de los primeros vendavales del otoño, con todas las hojas muertas en desbandada. ¿Una especie de liftting?, pregunta ella; si me aplico, ¿podría aspirar a una poda? Kurt no se da por vencido: como una gaviota que se columpia en el aire que sube, después de chocar contra el malecón. ¿Eres mi ultraligero?, le dice ella entre risas. Último intento de Kurt: como si sólo los latidos del corazón me recordaran que hay tiempo. Ella queda en silencio, al poco le dice: ¿Aún piensas que lo hay?; no has llegado todavía.