Deus ex machina
Ella le cuenta una vieja historia vivida con otro hombre. No usaban anticonceptivos, y él evitaba llegar a la eyaculación cuando la penetraba, por lo que ambos alcanzaban el orgasmo, pero no al mismo tiempo. Un día, hablando, convienen en que, por tal motivo, no surge entre ellos el cuerpo astral que nace en un solo placer común, en el hueco formado por tiempo detenido, semejante a la falta de aire en el centro de una explosión de dinamita. Entonces se unen sin temor ni controles, salen de sí al tiempo, se funden en un mismo sol, y, al caer lentamente las cenizas de la ignición, se van depositando de nuevo en uno y otro. Hablan luego, todavía llenos de hollines, de lo ocurrido, y festejan el espíritu creado fuera de ellos, que irá al almacén del tiempo, pero conservará calor. En ese instante las células le dicen a ella que también en su útero ha quedado memoria, y ser. Discuten si aquel cuerpo astral y este serán el mismo. Luego ella abortará, y abandonará al hombre. Kurt, tras haberla escuchado, deja un largo silencio. Conmigo no temas, le dice, subiremos lo justo para no ver a Dios.