22

Juegos de guerra

En plena pelea para someter todo lo que en ella se desborda, y centrar la atención en la zona elegida, Kurt apoya una mano en su cadera, y el pulgar presiona el borde del vientre. Siente, entonces, que una nueva corriente la recorre, y afluye al caudal que la rebasará. Entonces, sin ceder la postura, descubre que, en las márgenes del sexo, por tierras que pensaba yermas, hay patrullas, grupos de combatientes, alguna unidad completa vagando fuera del campo de batalla, donde la intensidad lo envuelve todo, y todo lo confunde. Va reagrupando fuerzas, llevándolas consigo con diversas razones, y cuando regresa al campo recorre primero su perímetro, lo abandona, sale en busca de unos rezagados, pasa un tiempo entre los dedos de un pie, vuelve y ocupa de nuevo su puesto en la trinchera: las líneas allí han roto en ambas direcciones, y una erupción de tierra sepulta los signos de los mapas. Cuando la nube de polvo cesa, escucha, al otro lado, que ella le dice: Gracias. Kurt libera las piernas de ella, se aparta de su cono, lo cierra y da un púdico beso en los labios apretados de este.