El eterno retorno
Ve a la mujer a media distancia en un concierto nostálgico de rock. La observa, la identifica, la evoca, la compara con la que fue, analiza a la que es hoy por su acompañante. Construye, sólo por sus trazas, una posible historia: casada, varios hijos, separación tardía, encuentro con otro divorciado culto y sereno, con el que se cree feliz, aunque a veces la inunde un lago de melancolía o aburrimiento. En el agua de este se refleja todavía, como una estrella muerta, el destello de una emoción adolescente, hecha de vértigo y entusiasmo ante la falta de caminos, que los hace posibles todos. Recuerda la tarde, con ella, en que se hizo patente un sentimiento así. Kurt siempre ha alimentado, sin hacer de ello una obsesión, la imagen del reencuentro. En ese momento ella le ve, parece quedar pensativa, mira otra vez, duda, disimula. Kurt piensa en acercarse, pero ¿por qué no demorar algo más el juego y disfrutar todavía de la distancia? Suena Money. Momento de clímax en el concierto. Después ella y su hombre ya no están. Kurt se desespera. Luego urde una cita: será en el próximo concierto aquí, dentro de unos cuantos años. No tiene dudas.