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Es pronto para saberlo

En el barrido visual inconsciente, mientras pasea, aparece en la pantalla un objeto para el que los sensores piden atención. Se trata de una joven, de buen tamaño y formas, con los requerimientos básicos de una gran hembra. Una más precisa observación revela que es muy joven; lo dice el atuendo —un vestido corto y sin mangas desbordado por el crecimiento—, pero, sobre todo, cierto aspecto general de inconclusión: tobillos anchos, piernas que aguardan el último torneado, caderas que todavía se escurren algo y han de esperar a que las nalgas, poderosas ya, presionen unos grados hacia arriba la estructura, hasta amenazar con rebasarla. Kurt piensa que falta un tiempo para que la vida acabe este hermoso proyecto, que aún puede malograrse si no triunfa en la joven la tenaz voluntad de ser bella y deseada: una fuerza que mueve los mecanismos interiores y que, como una ortopedia, va ajustando día a día la arquitectura al propio modelo de sí misma.