Juegos de la memoria
Ella le cuenta deseos y fantasías, después de que Kurt, parando los primeros impulsos, logre dar al encuentro la morosidad precisa. Hablan de amor entre mujeres. Ella recuerda una noche, entre varias amigas y un hombre experto, de los que recurren a artefactos, fetiches y pomadas. En el juego, ella se puso un correaje con polla artificial, y penetró a una amiga. Explica a Kurt otros juegos realizados esa noche. Pero lo notorio (el resto es un tanto vulgar) es esto: al día siguiente no hablaron entre ellas de lo ocurrido, ni ella lo ha hecho desde entonces con las amigas del grupo, a las que frecuenta. Kurt se pregunta dónde habrá quedado ese recuerdo. ¿Se perderá para siempre, inexpresado, infértil? Más bien, cubierto de musgo y líquenes, bajo otro aspecto, formando ya parte de la biología de su dueña, aflorará una y otra vez bajo distintas formas: un cuerpo insepulto hecho fantasma. Pero Kurt ha de detener su reflexión, porque los ojos de ella le anuncian una voluntad irrevocable, y avanzan sobre él un metro antes que el cuerpo.