¡Esas almas confusas!

A esas almas confusas

las odio a muerte;

todo honor que tributan es un suplicio,

sus alabanzas causan pudor.

Porque no atravieso los tiempos

llevado del ronzal por ellas,

dulce y atormentado, el veneno de la envidia

me saluda en su mirada.

¡Que me injurien con valor

dándome vuelta la espalda!

Esos ojos extraviados, implorantes,

se engañarán siempre al mirarme.