Y así, el Anciano entre los ancianos, a fin de reparar la culpa de su creación, que fue su ausencia del mundo y la causa de la caída común de Dios y de los hombres, concibió una redención a fin de manifestarse entre los hombres y permanecer presente entre ellos. Mas como no podía encarnar en figura humana, ni ser representado por icono alguno, ni siquiera con exclamación o punto, sin perder su forma desconocida entre lo desconocido, manifestóse en los principios mismos de la nueva vida. Que fueron éstos. Confúndanse la vida y el pensamiento. Cuanto es pensado, es. Cuanto es, es pensado. Y siendo esto así, todas las almas humanas, antes de descender al mundo, habrán existido ante Dios, en el cielo, pues allí, siendo pensadas, fueron ya. Pero antes de venir al mundo, cada alma se compone de una mujer y un hombre reunidos en un solo ser. Al descender a la tierra, las dos mitades se separan y vanse a animar dos cuerpos diferentes. Conforme a las obras que hagan y a los caminos que sigan en la tierra, las almas, si obran con amor y siguen los caminos del amor, volverán a reunirse al morir. Mas si no lo hicieren, las almas pasarán por tantos cuerpos como sea necesario para que encarnen al amor. Así se posesionan las almas malditas de los cuerpos vivientes, y temible es la lucha dentro de cada hombre: un alma anterior, incompleta y condenada a errar por su falta de amor, se posesiona de una parcela de cada alma nueva que ha nacido en busca de amor. Mas habiendo existido ante Dios, en el cielo, todo lo que las almas aprendan en la tierra lo habrán sabido desde antes. Y siendo esto así, cuanto ha existido en el pasado existirá también en el porvenir, y cuanto será ya ha sido. Y siendo esto así, nada nace y nada perece de una manera absoluta. Las cosas, simplemente, cambian de lugar.