Me produce gran satisfacción la aparición, elegantemente presentada por un distinguido editor, de la tercera edición revisada del presente libro.
Quisiera hacer dos advertencias de orden terminológico.
En primer término, debo señalar que empleo siempre el vocablo «liberal» en el sentido que se le atribuye a lo largo del siglo XIX y que aún le reconoce la Europa continental. Es necesario proceder así porque no disponemos de otra expresión para definir aquel gran movimiento político y económico que desterró los métodos precapitalistas de producción e implantó la economía de mercado y de libre empresa; que barrió el absolutismo real y oligárquico instaurando el gobierno representativo; que liberó a las masas, suprimiendo la esclavitud, las servidumbres personales y demás sistemas opresivos.
En segundo lugar, considero necesario destacar que el término «psicología» se aplica, desde hace algunas décadas, con un sentido cada vez más restrictivo, a la psicología experimental, es decir, a aquella «psicología» que no sabe recurrir en sus análisis sino a los métodos típicos de las ciencias naturales. Estudiosos que antes se consideraban psicólogos son hoy en día tildados de meros «psicólogos literarios» y se les niega la condición de científicos. En economía, sin embargo, cuando se habla de psicología se alude precisamente a esta tan denigrada psicología literaria; por ello tal vez sería conveniente recurrir a un nuevo vocablo para designar tal disciplina. A este respecto, en mi libro Theory and History (New Haven 1957, pp. 264 a 274) sugerí el término «timología», que he empleado también en mi reciente ensayo The Ultimate Foundation of Economic Science (Princeton 1952). No considero, sin embargo, oportuno dar carácter retroactivo a tal uso ni variar la terminología empleada en anteriores publicaciones, razón por la cual, en esta nueva edición, sigo empleando la palabra psicología como en la primera.
Dos traducciones de la primitiva Human Action han aparecido: una italiana, de Tullio Bagiotti, profesor de la milanesa Università Bocconi, bajo el título L’Azione Umana, Trattato di Economia, publicada en 1959 por la Unione Tipografico-Editrice Torinese, y otra española, de Joaquín Reig Albiol, titulada La Acción Humana, Tratado de Economía, editada en dos volúmenes en 1960 por la Fundación Ignacio Villalonga, de Valencia (España)[*].
Tengo que agradecer a numerosos y entrañables amigos su ayuda y consejos.
Quiero, en primer lugar, recordar a dos ya fallecidos intelectuales, Paul Mantoux y William E. Rappard, quienes me brindaron la oportunidad de profesar en el famoso Institut Universitaire des Hautes Études, de Ginebra (Suiza) y me permitieron así iniciar el presente trabajo, proyecto largo tiempo acariciado y que no había tenido ocasión de abordar.
Deseo igualmente expresar mi reconocimiento, por sus valiosas e interesantes sugerencias, a Mr. Arthur Goddard, Mr. Percy Greaves, Dr. Henry Hazlitt, Prof. Israel M. Kirzner, Mr. Leonard E. Read, Dr. Joaquín Reig Albiol y Dr. George Reisman.
No obstante, la mayor deuda de gratitud la tengo contraída con mi propia esposa por su constante aliento y ayuda.
LUDWIG VON MISES
Nueva York, marzo de 1966