CAPÍTULO V. EL TIEMPO

[1] En un tratado de economía no es preciso discutir la posibilidad de formular una mecánica como sistema axiomático en el que el concepto de función sustituiría al de causa y efecto. Más adelante procuraremos demostrar por qué ningún mecanicismo axiomático puede servir para el estudio del orden económico. V. infra, cap. XVI, 5. <<

[2] Henri Bergson, Matière et mémoire, p. 205, 7.a ed., París 1911. <<

[3] Edmund Husserl, «Vorlesungen zur Phänomenologie des inneren Zeitbewusstseins», Jahrbuch für Philosophie und Phänomenologische Forschung, IX, pp. 391 y ss, 1928; A. Schütz, loc. cit., pp. 45 y ss. <<

[4] «Ce que j’appelle mon présent, c’est mon attitude vis-à-vis de l’avenir immédiat, c’est mon action imminente». Bergson, op. cit., p. 152. <<

[5] Con objeto de evitar cualquier posible interpretación errónea, conviene notar que lo anterior no tiene nada que ver con el teorema de Einstein sobre la relación temporal de dos hechos distantes en el espacio. <<

[6] V. Felix Kaufmann, «On the Subject-Matter of Economic Science», Economica, XIII, p. 390. <<

[7] V. P. H. Wicksteed, The Common Sense of Political Economy, I, pp. 32 ss, ed. Robbins, Londres 1933; L. Robbins, An Essay on the Nature and Significance of Economic Science, pp. 91 y ss, 2.a ed., Londres 1935 [tr. esp. de Daniel Cosío, FCE, México 1944]. <<

[8] Los planes, desde luego, también pueden ser contradictorios entre sí: posiblemente, por juicios equivocados; otras veces, en cambio, dichas contradicciones tal vez sean intencionadas, al servicio de un designio preconcebido. Si, por ejemplo, un gobierno o partido promete altos precios a los productores, al tiempo que asegura bajará el coste de la vida, el objetivo perseguido es puramente demagógico. El programa, el plan en cuestión, es contradictorio en sí mismo; pero la idea que guía a su autor, que pretende alcanzar objetivos bien definidos propugnando objetivos incompatibles, no es contradictoria en absoluto. <<