CAPÍTULO XXXI. LA MANIPULACIÓN DEL DINERO Y DEL CRÉDITO
[1] V. pp. 495-497. <<
[2] V. pp. 551-552. <<
[4] V. P. A. Samuelson, «Lord Keynes and the General Theory», Econometrica, 14 (1946), p. 187; reimpreso en The New Economics, ed. S. E. Harris, Nueva York 1947, p. 145. <<
[5] La Banca, mientras no cree nuevos medios de pago (bien emitiendo billetes o bien abriendo nuevos créditos), jamás puede provocar la euforia alcista, aunque reduzca el interés a un tipo inferior a aquél que el mercado libre señalaría. En tal caso, sencillamente, estaría haciendo un regalo a sus prestatarios. Quienes de verdad desean evitar la euforia alcista, para no padecer su inevitable secuela, la depresión, deben lógicamente deducir de la teoría del ciclo monetario que el que la Banca rebaje o no el interés carece de importancia; lo importante es que no haga expansión crediticia. Cierto que, al principio, la expansión crediticia impone una transitoria rebaja del interés, pero esto no afecta al problema que nos ocupa. El profesor Haberler (Prosperity and Depression, pp. 65-66 [tr. esp., FCE, México 1953]) no advirtió esta circunstancia, por lo que su crítica carece de validez. <<
[6] V. Machlup, The Stock Market, Credit and Capital Formation, pp. 256 a 261. <<
[7] Liga de las Naciones, Economic Stability in the Post-War World. Informe del Comité de Depresiones Económicas, II, Ginebra 1945, p. 173. <<
[8] Los intervencionistas, al referirse a las medidas anticíclicas, invocan siempre los supuestos éxitos que tal política tuvo en Suecia. Cierto es que entre 1932 y 1939 el gobierno sueco duplicó sus gastos e inversiones. Ello, sin embargo, no fue causa, sino efecto, de la prosperidad que a la sazón disfrutaba el país gracias exclusivamente al rearme alemán. No sólo pudieron los suecos incrementar enormemente sus exportaciones a Alemania, sino que además se vieron libres de la competencia germánica en el mercado internacional. Las exportaciones suecas de 1932 a 1938 aumentaron por esta razón (en miles de toneladas) según sigue: mineral de hierro, de 2219 a 12 495; lingotes, de 31 047 a 92 980; ferroaleaciones, de 15 453 a 28 605; otros tipos de hierro y acero, de 132 287 a 256 146; maquinaria, de 46 230 a 70 605. Había 144 000 parados en 1932, y 165 000, en 1933. Pero, tan pronto como el rearme alemán tomó impulso, el paro fue reduciéndose, de 115 000 en 1934 y 62 000 en 1935, a 16 000 en 1938. El autor del «milagro» no fue, en este caso, Keynes sino Hitler. <<