CAPÍTULO XVIII. LA ACCIÓN Y EL TRANSCURSO DEL TIEMPO
[1] En las páginas siguientes veremos por qué proceden así los hombres. <<
[2] Si esa mayor durabilidad no fuera al menos proporcional a la inversión supletoria, resultaría más ventajoso incrementar el número de unidades producidas, aunque éstas fueran de menor durabilidad. <<
[3] V. Böhm-Bawerk, Kleinere Abhandlungen über Kapital und Zins, vol. II, en Gesammelte Schriften, editado por F. X. Weiss, Viena 1926, p. 169. <<
[4] La preferencia temporal no es un fenómeno exclusivamente humano, sino una circunstancia típica del proceder de todos los seres vivientes. La diferencia estriba en que, para el hombre, la preferencia temporal no resulta inexorable, ni meramente instintivo el alargamiento del periodo de provisión, como sucede con aquellos animales que acumulan alimentos, sino que es fruto de un proceso de valoración. <<
[5] Un detallado análisis crítico de este aspecto del pensamiento de Böhm-Bawerk puede hallarse en Mises, Nationalökonomie, pp. 439-443 [tr. inglesa de Percy L. Greaves, Mises Made Easier, Free Market Books, Nueva York 1974, pp. 150-157]. <<
[6] V. F. A. Fetter, Economic Principles, Nueva York 1923,I, p. 239. <<
[7] Estas consideraciones refutan las objeciones formuladas por Frank H. Knight contra la teoría de la preferencia temporal en su artículo «Capital, Time and the Interest Rate», Economica, I, pp. 257-286. <<
[8] V. F. A. Hayek, The Pure Theory of Capital, Londres 1941, p. 48 [tr. esp. de Antonio Sánchez Arbós, Aguilar, Madrid 1946]. Es ciertamente peligroso aplicar apelativos nacionalistas a determinados modos de pensar. Como bien hace notar Hayek (p. 47, n. 1), los economistas clásicos ingleses, a partir de Ricardo y, sobre todo, J. S. Mill (este último, seguramente, por influencia de J. Rae), fueron, en determinados aspectos, más «austríacos» que sus modernos sucesores anglosajones. <<
[9] V. W. S. Jevons, The Theory of Political Economy, 4.a ed., Londres 1924, pp. 224-229. <<
[10] Lo cual implica también identidad en la disponibilidad de factores naturales. <<
[11] V. John B. Clark, Essentials of Economic Theory, Nueva York 1907, pp. 133 ss. <<
[12] Acerca del ataque marxista contra la genética, v. T. D. Lysenko, Heredity and Variability, Nueva York 1945. Una opinión crítica sobre tal controversia la proporciona J. R. Baker, Science and the Planned State, Nueva York 1945, pp. 71-76. <<
[13] V. Mises, Omnipotent Government, New Haven 1944, p. 99 [2.a edic. española, Unión Editorial, Madrid 2002]. <<
[14] V. supra, p. 463, e infra, pp. 801-802. <<
[15] V. Hayek, «The Mythology of Capital», The Quarterly Journal of Economics, L (1936), pp. 233 ss. <<
[16] El estado y los municipios, en la economía de mercado, no son más que instituciones representativas de la acción concertada de grupos de personas determinadas. <<
[17] La popular idea según la cual la Bolsa «absorbe» capital y dinero es objeto de crítico análisis y plena refutación por parte de F. Machlup, The Stock Market, Credit and Capital Formation, trad. de V. Smith, Londres 1940, pp. 6-153. <<
[18] Indirectamente, la acumulación de capital se ve afectada por la variación de fortunas e ingresos que toda alteración del poder adquisitivo de la moneda provoca del lado dinerario. <<