Agradezco la inteligentísima y cariñosa crítica de Lorenzo Caprile, Lucina Gil, Palmira Márquez y Elisabeth Sánchez-Andrade. También agradezco la ayuda brindada en mi investigación por la Fundación Kristina de Noruega (Oyvind Fossan, Gudbrand Fossan, Sigrid Kaland y Astrid Mohn) y su calurosa acogida en Bergen. Sobre todo tengo que agradecer las valiosas sugerencias y la colaboración de Antonio Gil, juez y erudito conocedor de la ciudad de Sevilla, sin las cuales esta novela hubiera quedado incompleta.