Un lío, lo de la península de los Balcanes, también conocida como «el polvorín de Europa», una región que «produce más historia de la que puede consumir» (Churchill). En una tierra quebrada, que no facilita el trazado de frontera alguna, coexisten, como agitados en una coctelera, media docena de pueblos, etnias y religiones unidos solamente por el odio al otro. Han aportado al diccionario el sustantivo «balcanización», que significa desmembración de un país en territorios o comunidades enfrentadas.
Estas tierras gozaron de cierta unidad bajo los imperios de la antigüedad (Alejandro Magno, Roma y Bizancio), pero después acogieron diversas hornadas de bárbaros (tártaros y eslavos) y finalmente formaron parte del Imperio otomano desde el siglo XV hasta el XIX.
Después de la primera guerra mundial, el nuevo mapa europeo, resultado de la disolución del Imperio austrohúngaro, creó el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos (desde 1929 llamado Yugoslavia), que agrupaba a Serbia y diversos retales históricos de sus contornos, una mezcolanza de serbios (ortodoxos), croatas (católicos) y bosnios (musulmanes).[605]
No fue buena idea meter a gente tan mal avenida en el mismo saco: los croatas eran católicos fervientes que se vanagloriaban de su sangre aria, germana, y guardaban junto con los serbios una memoria fresca de las atrocidades turcas de un pasado aún reciente que de algún modo querían vengar en los bosnios, aquellos renegados que colaboraban con los turcos. Por eso acogieron con los brazos abiertos a Hitler cuando invadió Yugoslavia en 1941[606] e incluso aceptaron con entusiasmo las doctrinas racistas y construyeron su propio campo de exterminio.[607]
La retirada de los alemanes debilitó a los croatas y permitió ganar la partida a las milicias comunistas del croata Josip Broz «Tito», que creó la República Independiente de Yugoslavia y gobernó con mano firme sobre tirios y troyanos.[608] A su muerte, en 1980, los países de la federación quisieron independizarse, pero los serbios (predominantes en el gobierno) se opusieron. Estalló la guerra que tan magistralmente describe Arturo Pérez-Reverte en su novela Territorio comanche (me la lean). El líder serbio, Slobodan Milosevic (1941-2006), que de haber practicado el arte de Cúchares habría merecido el sobrenombre de «carnicerito de los Balcanes», en vista de que no iba a ser posible mantener la unidad, optó por la creación de una Gran Serbia que incorporara los territorios de Croacia y Bosnia donde existieran minorías serbias significativas. (¿No nos recuerda a Hitler en su afán por agrupar a las comunidades germanas?) De paso, emprendió la limpieza étnica en sus territorios (o sea el exterminio de los bosnios).[609]
Croatas y serbios rememoraron las matanzas mutuas del pasado, apenas superados los lutos adquiridos en la segunda guerra mundial. Por eso, todo el que podía madrugaba al vecino dándole matarile. Para prevenir.
Europa asistió a las matanzas sin mover un músculo, procurando mirar hacia otro lado.[610] La guerra terminó cuando los americanos obligaron a las partes a firmar la paz.[611] Pelillos a la mar. Daos la mano. Ni vencedores ni vencidos.[612]
El conflicto se saldó con más de cien mil muertos y cerca de dos millones de desplazados.[613] En fin, resumiendo, antes o después, a lo largo de unos cuantos siglos, todos fueron igual de hijos de puta.
Los Balcanes se han desmembrado en una docena de Estados independientes.[614] De ellos Grecia, Eslovenia, Bulgaria y Rumanía pertenecen a la Comunidad Europea y a la OTAN; otros tres, sólo a la OTAN (Turquía, Croacia y Albania); los seis restantes aspiran a incorporarse a la Comunidad Europea.[615]
Por su parte, Bosnia se ha dividido en dos entidades: la República Serbia (que ocupa el 49 por ciento del territorio) y la Federación Bosnia y Herzegovina (el 51 por ciento), cuya población es mayoritariamente musulmana y croata. Juntos, pero no revueltos. Mantienen dos gobiernos, dos parlamentos, dos cuerpos de policía, dos correos, dos compañías telefónicas… Recelosa coexistencia de serbios, bosnios y croatas. Los serbios quieren constituir un Estado independiente con su mitad. Los croatas (católicos) no se sienten cómodos con los bosnios (musulmanes). Ya veremos lo que acarrea el futuro: más historia de la que puedan digerir.
El abrazo balcánico, caricatura de Miro Stefanovic.