Los alemanes han perdido una guerra que al principio parecía ganada porque han incurrido en una serie de errores garrafales. El primero y principal, permitir que dirigiera las operaciones un cabo que no estaba en sus cabales y todo lo fiaba a su «intuición infalible».[526] El segundo, los continuados fallos de apreciación de su propia valía y de la del adversario. Atacaron a la Unión Soviética creyéndola poblada por infrahombres (Untermensch) que se someterían fácilmente,[527] sin advertir que estaban abocados a un descalabro como el de Napoleón (y por idénticos motivos).[528] El tercer error garrafal fue declarar la guerra a Estados Unidos, a cuyos ciudadanos Hitler consideraba, como a los rusos, Untermensch (aunque por distintos motivos: creía que estaban debilitados por los vicios y las mezclas raciales, lo que, a su parecer, los inhabilitaba para afrontar los esfuerzos de una guerra).[529]
El cuarto error fue la incapacidad alemana de defender su territorio de los bombardeos anglonorteamericanos que afectaron gravemente a su producción industrial, a sus comunicaciones y a la población civil.
Aparte de estos errores principales, ya de por sí suficientes para asegurar al pueblo alemán el vistoso crepúsculo de los dioses que, en lo más profundo de su subconsciente, parecía anhelar,[530] hay que consignar otros errores de bulto:
1.º Asociarse con Mussolini, que resultó ser un aliado más dañoso que provechoso (su ejército estaba anquilosado y a los italianos no les motivaba la guerra del compadre Hitler).
2.º El abuso de la superioridad alemana en ingeniería: crearon demasiados modelos distintos de armas, con mecanismos demasiado complejos fabricados precipitadamente (que se averiaban con facilidad en las adversas condiciones del campo de batalla).[531] Además, derrocharon inútilmente sus menguantes recursos en el desarrollo de armas efectistas (la ingeniería al servicio de la fantasía) que, atendiendo a la marcha de la guerra, jamás podrían usar antes de que el enemigo los aplastara.[532] Bien puede decirse que hicieron la guerra con armas de los años treinta mientras diseñaban las de los cincuenta y sesenta, ¡pero les faltaron modelos de los años cuarenta![533] Por el contrario, los aliados, especialmente los rusos, se atuvieron a pocos modelos de armas fiables, fáciles de fabricar y baratas.[534]
3.º El deficiente espionaje alemán: desde el principio de la guerra los espías rusos (en especial la Rote Kapelle u Orquesta Roja, que operó en toda Europa, pero especialmente en Suiza) conocieron de antemano los planes alemanes.
Los ingleses, por su parte, descifraron los códigos cifrados alemanes (la aparentemente inescrutable máquina Enigma), lo que les permitió anticiparse a los movimientos del enemigo. Sumemos a ello el hecho de que los alemanes se mostraran singularmente torpes al caer en casi todas las trampas de desinformación que les tendían los astutos ingleses (gracias a las cuales debieron parte de su éxito los desembarcos de Sicilia y Normandía).
4.º Una guerra moderna se hace con acero y con gasolina. Las potencias del Eje no podían competir en ese terreno. «Los aliados controlaban más del 90 por ciento de la producción de petróleo natural. Los estados del Eje, sólo el 3 por ciento […]. El bloqueo marítimo de Japón y el aéreo de Alemania se concibieron deliberadamente para explotar esa debilidad del Eje.»[535]
5.º Los alemanes concedieron prioridad al exterminio de los judíos, lo que supuso un derroche de importantes recursos necesarios en las operaciones militares.[536]
En cuanto a los japoneses, cabe señalar que después de su arrolladora expansión por las costas e islas del Pacífico, su débil economía no produjo las armas imprescindibles para mantener aquellas conquistas. Japón invirtió sus recursos en barcos ultramodernos que terminaron en el fondo del mar. El heroísmo fanático de sus soldados, que resistían hasta la muerte como genuinos samuráis, no resultó suficiente frente a la superioridad técnica y material de los aliados, que remataron al Imperio del Sol Naciente con dos bombas atómicas.
La fallida expansión alemana.