CAPÍTULO 79

La fiebre del oro

En América no había especiería, pero había oro y plata. La mítica ciudad de El Dorado con la que soñaban los conquistadores, en la que el oro abundaba como los guijos en los pedregales de Castilla, no apareció por parte alguna, pero los dos extensos territorios incorporados al Imperio español, México y Perú, eran ya suficientemente ricos y además se descubrieron en ellos dos buenos filones de plata (zacatecas, en México, y Potosí, en la actual Bolivia).[364]

Los Austrias españoles, endeudados hasta las cejas por el gasto militar de sostener continuas guerras en Europa, recurrían a préstamos de banqueros genoveses y alemanes que cobraban intereses usurarios. El oro y la plata que llegaban de las Indias se iba en gran parte a los bolsillos de los prestamistas y en pagar a mercaderes italianos y flamencos por objetos manufacturados que bien podían haberse fabricado en España de no sentir su clase dirigente ese desdén hidalgo por el comercio y el trabajo manual.[365]

Franceses e ingleses no permanecieron con los brazos cruzados sino que organizaron sus propias exploraciones (Juan Caboto, Jacques Cartier) que recorrieron las costas de Norteamérica en busca del hipotético paso del Noroeste, un camino alternativo que les permitiría llegar a la especiería de la India. Sin resultado (el paso era tan imaginario como la mítica ciudad de El Dorado que buscaban los españoles más al sur). No obstante, los campos parecían feraces y muy capaces de dar mejores cosechas que los europeos. Comenzaron a fundar colonias, una tarea en la que se les unieron los emprendedores holandeses, siempre tan escasos de tierras.

Después del siglo XVI, las compañías comerciales inglesas, holandesas y francesas eclipsaron el comercio internacional español y portugués. La costa de América del Norte se pespunteó de establecimientos comerciales, a veces protegidos por fortines de troncos o piedra, en los que comerciantes holandeses, ingleses y franceses trapicheaban con los indios. Francia tomaba posiciones en la costa canadiense y en las Antillas (Martinica y Guadalupe); el Reino Unido establecía sus colonias en la costa (germen de Estados Unidos) desde Terranova hasta Nueva Inglaterra y Virginia. Los suecos fundaron su colonia en Delaware…

Los holandeses fundaron en 1614 una factoría comercial, Nueva Amsterdam, dedicada al comercio de pieles (que cuando pasó a dominio inglés, en 1664, se llamó Nueva York). Es fama que los holandeses compraron la isla de Manhattan a los indios algonquinos por el equivalente a unos veinte euros actuales. También se instalaron en la isla de Curaçao, en el Caribe.

Los portugueses no pudieron evitar que los ingleses se establecieran en Hong Kong, frente a su colonia de Macao, ni que exploraran parajes desconocidos del Pacífico y de la costa oeste de Norteamérica.

Los holandeses (Willem Jansz y Abel Tasman) cartografiaron las costas australianas (quizá visitadas antes por los españoles).[366]

El británico James Cook recorrió la Polinesia, la costa este de Australia, el archipiélago de Hawái, Nueva Zelanda y Terranova.

Bien puede decirse que, entre los siglos XVII y XIX, Europa exploró el mundo. Gracias a sus sólidas naves y a sus competentes marinos llevó la antorcha de la civilización a los más apartados rincones de la tierra. Sólo quedaron a salvo del europeo los inhóspitos polos. Mire uno el mapamundi por donde lo mire, siempre encuentra a un europeo compitiendo con otro en su anhelo por evangelizar y lo que surja.[367]

Lingote de plata del galeón Nuestra Señora de Atocha.