CAPÍTULO 26

Micenas

A una hora de Atenas, en la meseta de un cerrete, se encontró en 1841 un bloque de piedra triangular de casi cuatro metros de altura con un relieve que representaba a dos leones rampantes en torno a un pilar. La insólita escultura era el adorno de una puerta monumental de una muralla construida con sillares de tal tamaño que parecían colocados por gigantes.[97] Era la entrada principal de la acrópolis de Micenas, la próspera ciudad-estado de los reyes aqueos que entre –1600 y –1100 dominaron el sur de Grecia (y Creta, tras el tsunami).

En este recinto se han encontrado tumbas de corredor y restos de fuertes construcciones (palacios, los llaman, aunque si fueron viviendas debieron de ser incomodísimas).

En Micenas se adoraba a Zeus y a los otros dioses menores que lo acompañan.[98]

El recuerdo de Micenas, transmitido a través de poemas épicos como la Ilíada y la Odisea, permaneció vivo en la memoria de los griegos. Cuando tuvieron que aunar fuerzas contra algún enemigo común recordaban con nostalgia, en torno a las hogueras campamentales, aquella Edad Oscura de su historia en que el fabuloso Agamenón, rey de Micenas, los lideró en la guerra de Troya.

Reconstrucción de Micenas.

Máscara llamada de Agamenón.