Aquí termina esta gavilla de anécdotas de Juan XIII, papa alegre y genial, humilde y generoso, que conquistó el mundo con su sonrisa y su humanidad.
Que sean como otras tantas florecillas sobre su tumba. No he pretendido otra cosa al recogerlas.
A ti te toca, lector, coger esas florecillas, como hiciera aquel anciano obispo. Iluminarán tu corazón, te harán más feliz y más bueno.
C. B.-P.