Advertencia y agradecimientos

La primera parte de este libro sobre David Lynch adopta una presentación cronológica que no exige explicación y que permite combinar el relato material de las circunstancias en las que se realizaron las películas, el análisis de los temas que desarrollan, la valoración de sus constantes y de su evolución técnica y estilística, etc., situándolas en la historia del cine. En cuanto a la segunda parte, el «Lynch-kit», es una especie de retrato chino del cineasta que toma la forma de un alfabeto cuyas entradas están concebidas para encadenarse unas tras otras (así, «Alfabeto» remite a «asiento»), según un orden a la vez lógico y alfabético, es decir, utópico.

Al combinar estos dos niveles, que normalmente se encuentran en obras separadas, no sólo he querido dar cuentas más completamente de un creador que cree asimismo en la pluralidad de los niveles de sentido y de realidad, sino también mostrar cómo un libro de cine puede, y a veces debe, hacer al menos dos cosas a la vez: informar y hacer reflexionar, transmitir y tomar partido, resistiéndose al «especialismo» que tiende a imponerse en este como en otros ámbitos.

De igual manera, al considerar que la teoría del cineasta-autor corre el peligro de no atender en absoluto a las colaboraciones múltiples en una película, especialmente la del actor, las he tratado aquí algo más de lo que se hace ordinariamente en un libro de este tipo. Me remito para justificar esta toma de posición a El cine y sus oficios, donde se propone el replanteamiento de la teoría del director/actor sin renunciar a lo que nos ha aportado.

En nuestro caso, por ejemplo, y especialmente a propósito de El hombre elefante, Dune y Twin Peaks, la política del autor está en relación dialéctica con una política de la obra.

Como he decidido que este sobre David Lynch sea mi último libro de cine escrito directamente para su publicación en volumen (los que están en proyecto serán compilaciones de artículos ya publicados en su mayoría) he querido hacerlo lo más multiforme y completo posible, aunque también lo más concreto, volviendo sobre el cine mismo, al que las teorías bazinianas colocaban bajo el signo de un realismo ontológico, una mirada que quiere ser realista sin ser reductora.

Que esa mirada se aplique aquí a un cineasta aún joven y en plena actividad, con los riesgos que eso comporta (especialmente el de ver que las obras futuras pongan en cuestión todo lo que se ha creído percibir) tampoco deja de ser significativo: he tratado de llevar la pasión cinéfila a objetos vivientes y al cine más actual.

Como creador que apasiona y sorprende, David Lynch era el mejor tema para esta empresa, y espero que algo del placer y de la emoción que he sentido recorriendo durante algunos meses el territorio de su obra, se transmitirá a través de este libro y se unirá, enriqueciéndolos, al placer y la emoción de los numerosos admiradores de Lynch.

En este trabajo, mi asidua frecuentación de los escritos de Françoise Dolto y de sus formulaciones teóricas ha dejado una huella que fácilmente se apreciará y que no niego.

Agradezco calurosamente su ayuda a Patrice Rollet y Anne-Marie Marsaguet y también, por nuestras discusiones lynchológicas y los documentos que me han proporcionado, doy las gracias a Stephen Sarrazin, Nicolas Saada y Antonio Pena.

Sitio ahora para Lynch.

M. C., 10/10/92