[57] L. Matthias, Griff in den Orient, op. cit., pág. 3. <<
[58] Carta a Klaus Mann, del 1 de agosto de 1940, en: «Wir werden es schon zuwege bringen…», pág. 183. <<
[59] Para escribir libros tan personales y difíciles como Muerte en Persia y Das glückliche Tal, A. S. necesitaba al parecer un marco exterior e interior que estuviera en consonancia con el ánimo de desesperación que respiran esos textos, y que tal vez incluso lo radicalizara. Así, llama la atención que la redacción definitiva de Muerte en Persia, realizada en Sils entre enero y marzo de 1936, se produjo en un estado de «depresión persa», según revela el comienzo de una carta del 17 de febrero de ese año, dirigida a una amiga inglesa que residía en Persia, y que se extravió (¿casualmente?) entre las páginas del manuscrito: «Dear Marjorie, I’m sad to death». [«Querida Marjorie, estoy muerta de tristeza.»] Véase también carta a Alfred Wolkenberg, del 4 de enero de 1939, relativa al proceso de composición de Das glückliche Tal: «La desolación de entonces y la inenarrable inquietud de hoy se alternan; el valle persa se muda en tierra habitada, la ausencia de escapatoria inherente a la morfina (que en el manuscrito antiguo [Muerte en Persia, R. P.] tampoco llamé por su nombre), plantea el problema de cómo vivir, de cómo aguantar la vida. […] ahora ya no puedo distinguir entre lo relacionado con la clínica y este otro tormento que es el deseo de escribir al precio que sea». <<
[60] Cita según el prefacio de Rudolf Gelpke, en: R. Gelpke, Ewiges Morgenland. Nachdichtungen orientalischer Poesie und Prosa aus arabischen und persischen Originaltexten, Basilea, 1982, pág. 9. <<
[61] En el capítulo titulado «… y un ser humano al límite de sus fuerzas» (Muerte en Persia, pág. 43), la pérdida del yo culmina en el uso excesivo —comparado con otros capítulos— del pronombre impersonal uno, mientras que la primera persona prácticamente desaparece. <<
[62] Muerte en Persia, pág. 138. <<
[63] El que A. S. utilice la figura del ángel para iluminar su difícil situación desde una perspectiva diferente a la suya tiene que ver no solo con la tradición literaria sino también, quizá, con su propio aspecto —y carácter— andrógino y seráfico, que indujo a Erika y Klaus (y también a Thomas Mann) a utilizar a menudo el término «ángel» para referirse a ella. En este sentido, la expresión «beau visage d’un ange inconsolable» [«Bello rostro de un ángel inconsolable»] del escritor francés Roger Martin du Gard se ha convertido ya en una de las marcas de A. S.
La función del ángel en Muerte en Persia guarda también cierto parecido con la «figura del mensajero de Dios», «Chezr», que interviene en una de las «siete historias de las siete princesas» (Zúrich, 1959) del poeta persa Nizami antes mencionado: «Surge para conducir a casa al buscador que se ha extraviado en el desierto y es despistado por los demonios. Se le aparece en la figura de un doble más hermoso, pues es la encarnación del “yo verdadero”, de ese meollo indestructible que sobrevive a todos los disfraces del “alma instintiva”». (Cita según Rudolf Gelpke, Vom Rausch im Orient und Okzident, op. cit., pág. 94.) En este contexto, el problema mayor de A. S. fue, quizá, que su intimidad fue inalcanzable para otras personas, al igual que ella no pudo alcanzar a su «ángel persa». <<
[64] Desazón que A. S. trató de remediar en Das glückliche Tal «decantando, interpretando, transmutando simbólicamente por así decir» (carta a K. M., de finales de enero de 1939, en: «Wir werden es schon zuwege bringen…», pág. 172) sus «recuerdos orientales». Esa «autointerpretación» de A. S. mediante un lenguaje fuertemente ritmado, excitado y a veces patético, se produjo bajo el signo de una actitud vital desesperadamente orientada hacia valores positivos, que contrasta con la que subyace a Muerte en Persia y que se inscribe en su tratamiento de desintoxicación de estupefacientes. Así lo refleja, por ejemplo, el final positivo de Das glückliche Tal. Esta «nueva» actitud y, sobre todo, el cambio del título, de resonancias negativas, también podrían responder a una adaptación —tal vez inconsciente— al ambiente conservador de la «defensa espiritual de la patria» que reinaba en el momento de su redacción. Véase también la nota 56. <<
[65] Rudolf Gelpke, «Flucht aus Europa?», en: Politische Rundschau, op. cit. La expresión alude a Das glückliche Tal. <<
[66] Muerte en Persia, pág. 145. <<
[67] Das Wunder des Baums. Roman (22 de oct. 1941-20 de feb. 1942), pág. 344. Manuscrito no publicado del legado de A. S.; Archivo Suizo de Literatura, Berna. <<
[68] Muerte en Persia, pág. 88. <<
[69] Gertrude Bell, Persische Reisebilder, op. cit., pág. 31. <<
[70] Muerte en Persia, pág. 71. <<
[71] Die vierzig Säulen der Erinnerung, op. cit., pág. 3. <<