[9] Leo Matthias, Griff in den Orient. Eine Reise und etwas mehr, Leipzig, 1931, pág. 223. <<
[10] «George» aparece también, con este mismo nombre, en textos como «Fast dasselbe Leiden», «Vans Verlobung», «Eine Frau allein» (en: Bei diesem Regen, op. cit., pág. 133-140, 141-160, 177-209) y en la novela Das glückliche Tal (Frauenfeld, 1987). «Van» es el protagonista homónimo del título de «Vans Verlobung» y figura también en «Eine Frau allein». Los jefes de las expediciones, igualmente retratados en Muerte en Persia aunque no citados con sus nombres y apellidos, eran Erich F. Schmidt, quien tras su actividad en Rhages dirigió, desde 1935, los trabajos en Persépolis, y Ernst Herzfeld, su predecesor en este lugar hasta 1934. <<
[11] Véase carta de Friedrich Krefter, colaborador de Ernst Herzfeld en las excavaciones de Persépolis, dirigida a R. P., del 18 de mayo de 1989: «El joven […] era el arquitecto Bergner, uno de mis empleados de Berlín, a quien yo había traído a Persépolis como ayudante para protegerlo de los nazis caza-judíos. Sin embargo, no resistió la presión psíquica de la época y, varios años más tarde, se quitó la vida en Isfahán». En Das glückliche Tal, A. S. confirma el suicidio de Bergner en esa ciudad, citándolo, a diferencia de Muerte en Persia, con su verdadero nombre. <<
[12] A. S. hace varias veces mención de Regler en «Notizen zum Schriftstellerkongress in Moskau» (en: A. S., Auf der Schattenseite. Ausgewählte Reportagen, Feuilletons und Fotografien 1933-1942, Basilea, 1990, pág. 35-62). El que el personaje en cuestión responda con gran probabilidad a Regler lo avala la descripción que K. M. ofrece de su personalidad en Der Wendepunkt, op. cit., pág. 317: «Mi talentoso amigo Gustav Regler […] sigue siendo tan comunista que uno no puede menos que sentir cierto miedo ante tal fervoroso celo militante». Véase también Gustav Regler, Das Ohr des Malchus. Eine Lebensgeschichte, Fráncfort del Meno, 1975, pág. 516: «Al parecer, yo daba la impresión de ser un rígido marxista, y seguramente también lo era en mis conversaciones, es decir, “hacia fuera”». Su mujer, Marieluise, era la hija del pintor Heinrich Vogeler y se crio en Worpswede, en el norte de Alemania. <<
[13] Véase «Wir werden es schon zuwege bringen…», op. cit., pág. 128-141. <<
[14] Véase carta a K. M., del 26 de agosto [1935], en: «Wir werden es schon zuwege bringen…», pág. 137 y s.: «Así que ahora vienes; hastiada de este lugar, tenía la intención de partir hacia Estambul con una muchacha turca cuyo padre nos amarga la vida innecesariamente». No hemos podido averiguar si «Yalé» era el nombre verdadero de la muchacha. Según Das glückliche Tal, op. cit., pág. 155, se quitó la vida: «Se lanzó al empedrado de la ciudad que tú abandonaste hace poco». <<
[15] Véase carta a K. M., del 9 de agosto [1935], en: «Wir werden es schon zuwege bringen…», pág. 136: «Ahora comienzo a escribir el que en el mejor de los casos será un delgado cuadernito, a escribir una especie de diario impersonal sobre este valle afortunado». Véase también Muerte en Persia, pág. 87. <<
[16] Parece que el viaje con Barbara Hamilton-Wright a Persépolis no se produjo hasta después de los otros acontecimientos evocados en Muerte en Persia, por lo que, desde el punto de vista cronológico, debería figurar al final del texto. <<
[17] Muerte en Persia, pág. 88. <<
[18] Muerte en Persia, pág. 10. <<
[19] Muerte en Persia, pág. 10 y s. <<
[20] Carta a Klaus Mann, del 6 de abril de 1935, en: «Wir werden es schon zuwege bringen…», pág. 127. <<
[21] Sobre el tema del matrimonio, véase carta de Claude Clarac a R. P., del 23 de enero de 1986: «Nos encontrábamos lejos de nuestras familias respectivas en la atmósfera irreal del altiplano iraní […]. Nuestra decisión, pensándolo bien, era una locura». <<
[22] Véase carta a K. M., del 19 de mayo [1935], en: «Wir werden es schon zuwege bringen…», pág. 130 y s.: «Solo ahora comprendo cabalmente lo extraño y casi imposible que es vivir con una persona “nueva” de la misma manera y con tanto placer como pude hacerlo contigo, sin que surgieran dudas ni dificultades. Pero el que solo piense en lo “esencial” cuando la vida está ordenada, las circunstancias son agradables y todo se desarrolla de la mejor forma posible, es una enseñanza que debo a Erika». <<
[23] Véase carta de Claude Clarac a R. P., del 23 de enero de 1986: «Habíamos alquilado el pabellón de recepción de la propiedad del príncipe Firuz, que estaba rodeado de un bonito parque en el que una corriente de agua descendía de un estanque a otro entre dos hileras de plátanos hacia un horizonte impalpable». <<
[24] Véase «Annemarie Schwarzenbach. Annäherung an ein Portrait», de R. P., en: Der Alltag, Zúrich, 1987, núm. 2, pág. 11. (N. de los t.: Hace referencia al cabaret antifascista que Erika Mann reinauguró durante su exilio en Zúrich, y que fue objeto de ataques y actos violentos, en los cuales estuvo involucrada la familia de Annemarie Schwarzenbach. A pesar de que esta tomó partido a favor de los Mann, el asunto deterioró para siempre la relación que los unía.) <<
[25] K. M., Tagebücher 1934-1935, Reinbek, 1995, entrada correspondiente al 30 de noviembre de 1934, pág. 74. <<
[26] No sabemos cómo A. S. reaccionó ante la noticia del matrimonio de Erika Mann con el poeta inglés Wystan H. Auden en junio de 1935, celebrado pocas semanas después del suyo. <<
[27] Véase carta a K. M., del 21 de diciembre [1934], en: «Wir werden es schon zuwege bringen…», pág. 121: «Porque simplemente no soy capaz de soportar esta separación de Erika, ni esta ni ninguna». Y carta a K. M., del 19 de mayo [1935], pág. 130 y s.: «Que, separada de Erika, tal vez no sería precisamente muy feliz […], que un círculo de amigos estimulante y simpático (¡que aquí incluso existe!) no disminuye de ningún modo el aislamiento que supone la separación de vosotros». <<
[28] Carta de Erika Mann a K. M., del 12 de octubre de 1935. Copia parcial de Fredric Kroll, en poder de R. P. <<
[29] Cita según Fredric Kroll: «Der schutzlose Engel und ihr Unbehauster: Eine ungeschlossene Ehe», en: «Wir werden es schon zuwege bringen…», pág. 213. <<
[30] Carta de K. M. a Katia Mann, del 21 de septiembre de 1935, en: K. M., Briefe und Antworten 1922-1949, Reinbek, 1991, pág. 231. <<
[31] K. M., Tagebücher 1934-1935, op. cit., entrada correspondiente al 14 de noviembre de 1935, pág. 140. <<
[32] Carta a K. M. [27 de septiembre de 1935], en: «Wir werden es schon zuwege bringen…», pág. 140. <<
[33] K. M., Tagebücher 1934-1935, op. cit., entrada correspondiente al 27 de octubre de 1935, pág. 140. Su afinidad anímica con A. S., que a menudo lo hizo retroceder ante las tribulaciones y abismos del alma de su amiga, podría también haber influido en su juicio indiferente sobre Muerte en Persia, que leyó en Sils y que calificó de «Material para una novela interesante» (en: Tagebücher 1936-1937, Reinbek, 1995, entrada correspondiente al 20 de junio de 1936, pág. 59). Así confesaba tal vez que el texto, por ficcional que fuera, había de ser leído en realidad como una llamada de socorro y larga carta (de amor) en clave cifrada dirigida a él y a su hermana. La «novela interesante» tampoco la encontró en la versión posterior de Muerte en Persia, Das glückliche Tal, que tildó de «muy pobre».
Seguramente K. M. no estaba del todo libre de cierto ánimo competitivo cuando se trataba de valorar la producción literaria de sus amigas y amigos. Y que, en su mencionada reacción a Muerte en Persia, esgrimiera un concepto de literatura convencional a la vez que él mismo publicó por esas mismas fechas (1935) una novela que se ajustaba bastante a tal concepto (Symphonie Pathétique), muestra que el excelente crítico K. M. a menudo no cumplía en sus propias obras literarias los elevados criterios de exigencia que aplicaba a los textos de los demás. <<
[34] Carta de Erika Mann a Katia Mann, del 14 de septiembre de 1935. Copia parcial de Fredric Kroll, en poder de R. P. <<
[35] La crisis vivida en Persia y la amistad con Barbara Hamilton-Wright tuvieron un efecto catártico sobre la politización de A. S. Después de su regreso a Suiza y la redacción de Muerte en Persia en 1936, pasaron tres años sin que escribiera un solo texto literario; en ese lapso trabajó primordialmente como periodista gráfica comprometida. Fruto de sus viajes documentales a EEUU, Alemania, Austria, Checoslovaquia, etc. son numerosos artículos y fotografías. Véase A. S.: Auf der Schattenseite, op. cit., pág. 89-204, y Jenseits von New York. Ausgewählte Reportagen, Feuilletons und Fotografien aus den USA 1936-1938, Basilea, 1992. <<
[36] Muerte en Persia, pág. 116 y 122. <<