Prólogo

Diario del Dr. Evans

Todos ustedes creen conocerme. Se equivocan.

Han visto mi rostro incontables veces: desde la primera vez que apareció en televisión la foto de mi carnet de conducir, cuando la policía comenzó a perseguirme, hasta el momento en que el jurado me declaró culpable, en directo ante cientos de millones de espectadores. El mundo entero sabe mi nombre. El mundo entero tiene una opinión sobre lo que hice. Me resultan tan indiferentes las condenas como los aplausos.

Llevo ya mil ochocientos veintitrés días, once horas y doce minutos en el corredor de la muerte. De ese tiempo, he dedicado cada segundo que he pasado despierto a reflexionar sobre los hechos que me han traído aquí. Y no cambiaría ni uno solo de mis actos.

Salvo tal vez lo que le dije a Kate.

No soy un santo, ni un mártir, ni un terrorista, ni un loco, ni un asesino. Los nombres por los que creen conocerme están equivocados.

Soy un padre. Y esto es lo que sucedió.