Agradecimientos

Tengo que dar las gracias a mucha gente.

A Antonia Kerrigan y su equipo: Lola, Hilde, Victor… ¡Gracias por difundir la palabra!

A Martin Roberts, que tradujo este libro al inglés con precisión y con enorme pericia.

A Rodrigo Pedrosa, gran neurocirujano y buen amigo, por corregir mi ignorancia en temas médicos y por aportar un montón de ayuda. Y a Raquel, su encantadora esposa, anestesista, por su información sobre métodos de suicidio con fármacos. Los errores médicos que haya en la novela son todos culpa suya. No, es broma.

A Manuel Soutiño, por su paciencia leyendo el manuscrito una y otra vez —como siempre— para aliviar mi ansiedad mientras lo iba escribiendo.

A todo el dream team de Planeta: Marcela Serras, Ángeles Aguilera, Puri Plaza, Sergi Álvarez, Laura Franch, Laura Verdura, Paco Barrera… y todos los demás, que no cabéis pero que tanto habéis hecho por mis libros.

Al señor White real que apareció en mi vida. Sabes que has perdido y siempre perderás.

A mis hijos, cuyo amor ha sido la inspiración de esta novela y a quienes he dedicado el libro, aunque no lo puedan leer aún.

A Katuxa, el amor de mi vida, el ángel que me ha recogido una y mil veces del suelo. Gracias por existir y por elegirme.

Y a ti, lector, gracias una vez más por haber convertido mis libros en un éxito en cuarenta países y por hacer realidad el sueño de este contador de historias. Te mando un abrazo y te pido un último favor: si has pasado un buen rato, escríbeme y cuéntamelo.

juan@juangomezjurado.com

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