Algunos argumentos clave[1]

Wittgenstein inicia su Tractatus Logico-Philosophicus con dos llamativas frases:

1 El mundo es todo lo que es el caso.

1.1 El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas.

Hechos estos asertos, sin ninguna justificación que los acompañe, continúa diciendo:

1.12 Porque la totalidad de los hechos determina lo que es el caso, y también todo lo que no es el caso.

1.13 Los hechos en el espacio lógico son el mundo.

Esto conduce a:

2 Lo que es el caso —el hecho— es la existencia de estados de cosas[2].

2.01 El estado de cosas es una combinación de objetos (entidades, cosas).

Afirma entonces:

2.012 En lógica, nada es accidental: si una cosa puede ocurrir en un estado de cosas, la posibilidad del estado de cosas debe estar ya pre juzgada en la cosa misma.

Después, formula su posición ética:

6.421 Es claro que lo ético no puede ponerse en palabras. La Ética es transcendental. (Ética y estética son uno y lo mismo).

6 .43 Si la buena, o mala, voluntad cambia el mundo, puede sólo cambiar los límites del mundo, no los hechos; nada que pueda ser expresado por medio del lenguaje.

Revela que su actitud es esencialmente mística:

6.432 Cómo sea el mundo, es algo completamente indiferente para lo que está más alto. Dios no se revela a sí mismo en el mundo.

Esto le conduce a denigrar la filosofía:

6.53 El método correcto en filosofía sería en realidad el siguiente: no decir nada salvo lo que puede decirse, esto es, las proposiciones de la ciencia natural —algo, pues, que no tiene nada que ver con la filosofía— y siempre que alguien trate de decir algo metafísico, demostrarle que no ha conseguido dar significado a ciertos signos en sus proposiciones.

Modestamente desacredita entonces su propia filosofía:

6.54 Mis proposiciones esclarecen de la siguiente manera: quien me comprenda llegará a reconocerlas como sin sentido, una vez que las haya usado para subir a través —por encima— de ellas. (Deberá, por decirlo así, tirar la escalera después de haber subido).

Esto lleva a su última y controvertible conclusión:

7 Sobre lo que no se puede hablar, se debe callar.

En sus posteriores Investigaciones Filosóficas, Wittgenstein reduce la filosofía al análisis lingüístico:

30 Así que se podría decir: la definición ostensiva explica el uso —el significado— de la palabra cuando está claro el papel en general de la palabra en el lenguaje.

Da un ejemplo:

Así, si yo sé que alguien trata de explicarme una palabra de color, la explicación ostensiva «eso se llama ‘sepia’» me ayudará a comprender la palabra. Y esto se puede decir, siempre que no se olviden todos los problemas que conllevan las palabras «saber» o «estar claro»…

Se explica con otro ejemplo:

31 Si uno muestra a otro la pieza del rey en el ajedrez y dice: «Éste es el rey», no le está diciendo el uso de la pieza, a menos que ya conozca en su plenitud las reglas del juego: la forma de una pieza del rey. Se puede imaginar que ha aprendido las reglas del juego, sin que nunca se le mostrase realmente una pieza. La forma de la pieza del juego corresponde aquí al sonido o forma de la palabra.

Esto le conducirá a la conclusión:

123 Un problema filosófico tiene la forma: «No entiendo cómo manejarme con esto».

Pero advierte:

124 La filosofía no puede en modo alguno interferir con el uso real del lenguaje: en última instancia, sólo puede describirlo. Pues tampoco puede darle ningún fundamento. Deja las cosas como están.

Como resultado de esto, se reduce drásticamente el objeto de la filosofía:

125 No es asunto de la filosofía resolver una contradicción por medio de un descubrimiento matemático, lógico-matemático, sino posibilitar que tengamos una visión clara de la situación[…] antes de que la contradicción sea resuelta. (Y esto no quiere decir que se está soslayando una dificultad).

Esto lleva a una enredada situación, de la que parece casi imposible escapar:

El hecho fundamental es aquí que establecemos reglas, una técnica, para un juego y que, cuando seguimos las reglas, las cosas no resultan como habíamos supuesto. Es por tanto como si nos hubiéramos enredado en nuestras propias reglas. Este enredarse en nuestras reglas es lo que queremos entender (esto es, tener una visión global de él).