[1] R. Miralles, Juan Negrín, La República en guerra, Madrid, 2003, p. 13. <<
[2] Ib., p. 20. <<
[3] Epistolario Prieto-Negrín, Fundación I. Prieto-Planeta, Barcelona, 1990, p. 24 ss. <<
[4] Ib., p. 179. <<
[5] Negrín fue ministro de Hacienda con Largo, hasta mayo de 1937, cuando Largo fue expulsado del poder y Negrín le sustituyó como jefe de gobierno, donde seguiría hasta el final de la guerra, permaneciendo simultáneamente como ministro de Hacienda, hasta abril de 1938. <<
[6] D. Abad de Santillán, Por qué perdimos la guerra, Barcelona, 1977, p. 331; Fundación Pablo Iglesias, AFLC XXIII, pp. 467 y 477. <<
[7] P. Moa, El derrumbe de la II República…, p. 446; Miralles, op. cit., p. 162. op. cit., pp. 173-174. <<
[8] Miralles, op. cit., p. 175. <<
[9] C. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido. Vida de Manuel Azaña, Barcelona, 1981, p. 432. <<
[10] Miralles, op. cit., p. 175. En P. Moa, Los mitos…, pp. 456 ss. <<
[11] Mitos…, p. 462 ss. <<
[12] Miralles, op. cit., p. 178. <<
[13] P. Martín Aceña, El oro de Moscú y el oro de Berlín, Madrid, 2001, pp. 45-46 y 150-151. <<
[14] Y salvo por el detalle, que ninguno de ellos podía imaginar siquiera, de que Stalin buscaba ávidamente el entendimiento con Hitler. Si la resistencia hubiera llegado hasta septiembre de 1939, Negrín se habría encontrado, probablemente, en el campo enemigo de las democracias (el Partido Comunista francés jugó un papel pronazi durante la invasión alemana), mientras el previsor Franco ya había anunciado en otoño de 1938 su neutralidad en caso de guerra europea. Por todo ello, las esperanzas puestas en la guerra mundial por Negrín no pasaban probablemente de ser un espejismo. <<