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El libro Los mitos de la guerra civil y la trilogía sobre la república y la guerra han levantado una considerable polvareda, pero no, al menos por ahora, un debate honesto y racional. Viejas tesis que no soportan el contraste con los hechos y documentos conocidos siguen siendo repetidas tercamente, como si ni siquiera hubieran sido puestas en cuestión, y se pretende descalificar con simples epítetos a los discrepantes de ellas. Esa resistencia a la confrontación de ideas y datos me ha llevado a seleccionar los trabajos de este nuevo libro, con la esperanza de avanzar en el planteamiento de un debate ya imprescindible.

Varios de estos trabajos han sido publicados en diversos libros o revistas, otros son inéditos, pero en conjunto siguen una línea clara, abordando cuestiones clave como el grado en que puede considerarse democrática la república, la idea de España en las izquierdas y particularmente en Azaña, y su repercusión sobre la marcha de la guerra, las causas del terror y los crímenes de la época —tan de actualidad, por motivos más políticos que historiográficos—, el influjo de la propaganda estalinista en la interpretación hoy por hoy más común de la contienda, los efectos profundos de la intervención exterior, en particular la satelización del Frente Popular por Stalin, la cuestión de las «tres Españas», etc. El penúltimo estudio se centra en la persistencia de las viejas concepciones de la guerra en la izquierda, y el último, en la acción del GRAPO el 1 de octubre de 1975, en represalia por las últimas ejecuciones del franquismo, vista como un coletazo de la guerra civil.

Varios de estos escritos tienen un tono quizá algo vivo, por tratarse de polémicas o de réplica a exposiciones o tesis de algunos reconocidos historiadores de estos últimos años; pero me he esforzado por evitar que el tono oculte el razonamiento, como a menudo sucede en las polémicas. También insisto, a veces de forma machacona, en una serie de hechos históricos cruciales, porque con la misma tenacidad vienen siendo omitidos o desvirtuados por buena parte de la historiografía actual. Espero que la discusión abierta anime a algunos de estos historiadores a salir de su actitud imprecatoria o de un desdeñoso silencio, que, en mi opinión, no favorecen ni a la historiografía ni a ellos mismos.

Por esta razón, por haber tenido las réplicas más de ataque personal que de debate propiamente dicho, me ha sido difícil evitar un tono algo personalista en varios de estos trabajos. Espero que el lector sepa comprenderlo.

Muy contra mi gusto, he incluido algunas fotos del terror izquierdista[*], no porque ignore que en el bando contrario ocurrieron cosas parecidas, sino porque hay en marcha una campaña que pretende recordar sólo estas últimas. También pueden servir de recordatorio de lo que significa una guerra civil frente a quienes parecen empeñados en resucitar los viejos odios, falseando la historia.

Algunos trabajos, al proceder de conferencias, carecen de notas bibliográficas, pero cualquier lector avezado a estos temas encontrará poca dificultad en comprobar las citas.

También creo oportuno exponer una breve cronología ilustrativa del desarrollo de la guerra civil, para que los lectores noveles en estos temas, en especial los jóvenes, sitúen los acontecimientos.