Este libro está dedicado a mis hijos, Connor Williams y Devon Beale, que aún son pequeños pero sumamente poderosos. Me asombran todos los días.

Alguna vez, cuando hayan crecido y su madre y yo hayamos pasado a los Campos del Más Allá, espero que ambos encuentren solaz en el conocimiento de nuestro ferviente amor, y que se avergüencen un poco de la perversidad con que se aprovecharon de ello, los muy picaros y encantadores.