Breve historia de Eion,
Con énfasis en el ascenso de los Reinos de las Marcas del Norte, resumida por el erudito Finn Teodoros, a partir de la Historia del continente de Eion y sus naciones, de Clemon, a petición de lord Avin Brone, conde de Finisterra, condestable de Marca Sur, presentada el día 13 de enneamene, en el año 1316 del Santo Trígono
Durante casi mil años antes de la era del Trígono, sólo se escribió historia en los antiguos reinos de Xand, el continente meridional que fue la primera sede de la civilización en el mundo. Los xandianos sabían poco sobre su vecino septentrional, nuestro continente de Eion, porque la mayor parte del interior se ocultaba tras montañas intransitables y tupidos bosques. Los sureños sólo comerciaban con los salvajes de tez clara que moraban en las costas, y no sabían casi nada sobre el misterioso pueblo crepuscular, llamado «qar» por los estudiosos, que vivía en muchos parajes de Eion pero se concentraba principalmente en el extremo norte de nuestro continente.
Con el transcurso de las generaciones y el incremento del comercio entre los xandianos y Eion, Hierosol, principal ciudad portuaria de la costa eionia, creció hasta transformarse en la localidad más populosa de las tierras del norte. Dos siglos antes del advenimiento del bendito Trígono, había llegado a rivalizar en tamaño y refinamiento con muchas de las decadentes capitales del continente meridional.
En sus primeros años, Hierosol era una ciudad de muchos dioses donde competían muchas castas sacerdotales, y las controversias doctrinales y la rivalidad entre las deidades a menudo se zanjaban por medio de la calumnia, el incendio premeditado y sangrientos disturbios en las calles. Al fin, los seguidores de tres de los dioses más poderosos (Perin, Erivor y Kernios, amos respectivamente del cielo, de las aguas y de la negra tierra), hicieron un pacto. Este trígono, la coalición de los tres dioses y sus simpatizantes, pronto se impuso sobre las demás castas sacerdotales y sus templos. Su líder adoptó el nombre de trigonarca, y él y sus sucesores se convirtieron en las figuras religiosas más poderosas de Eion.
Con el próspero comercio de sus puertos, un ejército y una armada cada vez más pujantes, y una autoridad religiosa consolidada en manos del trigonato, Hierosol no sólo llegó a ser la potencia dominante de Eion, sino de todo el mundo conocido, a medida que decaían los imperios de Xand. La supremacía hierosolana duró casi seiscientos años, hasta que el imperio se derrumbó por su propio peso, cayendo ante oleadas de invasores de la península kracia y el continente meridional.
De las cenizas imperiales de Hierosol surgieron los jóvenes reinos del centro de Eion. Sian prevaleció sobre los demás, y en el siglo IX se adueñó del trigonato, desplazando la trigonarquía y su gran iglesia de Hierosol a Tessis, donde todavía permanecen. Sian se convirtió en centro de la moda y la cultura de Eion, y en la actualidad todavía predomina como potencia líder de nuestro continente, aunque hace tiempo que sus vecinos se han quitado el yugo del imperio sianés.
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Desde tiempos anteriores a la historia, los hombres de Eion compartieron sus tierras con los extraños y paganos qar, también conocidos como Pueblo del Crepúsculo, Pueblo Silente o Pueblo de las Hadas. Aunque las leyendas hablan de un vasto enclave qar en el extremo norte de Eion, una oscura y antigua ciudad de siniestra fama, al principio los qar vivían en muchos lugares en todo el territorio, aunque nunca tan concentrados como los hombres, y en zonas rurales apartadas. Mientras los hombres se propagaban por Eion, muchos qar se replegaron a las colinas, montañas y profundos bosques, aunque en algunos sitios se quedaron y convivían en paz con los hombres. Aun así, los unos no se fiaban de los otros, y durante casi todo el primer milenio del Trígono la tregua tácita entre las dos razas se debía principalmente a que los crepusculares eran escasos y vivían aislados de los hombres.
Al aproximarse el año 1000, estalló la Gran Mortandad, una plaga devastadora que comenzó en los puertos del sur y se difundió por toda la comarca, causando gran desolación. Mataba en pocos días, dejando pocos supervivientes. Los granjeros abandonaban los campos. Los padres abandonaban a los hijos. Los curanderos no asistían a los moribundos, y hasta los sacerdotes de Kernios se negaban a participar en las ceremonias fúnebres. Aldeas enteras quedaron desiertas, salvo por los cadáveres. Al final del primer año se decía que un cuarto de la población de las ciudades meridionales había sucumbido, y la primavera siguiente, cuando la peste regresó con el tiempo cálido, murieron aún más, y muchos creían que había llegado el fin del mundo. El Trígono y sus sacerdotes proclamaron que la peste era un castigo por la iniquidad de los hombres, pero al principio la mayoría acusaba a los extranjeros de envenenar los pozos, sobre todo a los sureños. Pronto se sugirió un culpable aún más obvio: los qar. En muchos lugares los misteriosos crepusculares ya eran considerados malos espíritus, así que la idea de que la peste era obra de su malicia pronto se difundió entre el asustado populacho.
Mataban a las hadas dondequiera las encontraban, capturando y exterminando tribus enteras. La furia se propagó por Eion, atizada por improvisados ejércitos de hombres que se hacían llamar «Purificadores», empecinados en erradicar a los qar, aunque quizá hayan exterminado a tantos humanos como crepusculares, pues incendiaron muchos asentamientos humanos ya devastados por la Gran Mortandad, como escarmiento para los que intentaran oponerse a lo que ellos consideraban su misión sagrada.
Los restantes crepusculares huyeron al norte, pero presentaron resistencia en un asentamiento qar llamado Brezal Gris, a menos de un día de marcha del lugar donde escribo esto, en la actual Marca Sur. (Aunque «gris» es una descripción atinada del lugar de la batalla, al parecer fue una interpretación errónea de Qul Girah, que según Clemon significa «lugar de crecimiento» en la lengua de las hadas, aunque desconozco sus fuentes). Los qar fueron derrotados en esa encarnizada batalla, en gran medida a causa de la llegada de un ejército conducido por Anglin, señor de la nación isleña de Connord, que tenía un lejano parentesco de sangre con la familia real sianesa. Los crepusculares fueron expulsados de las tierras de los hombres y regresaron a los desolados y boscosos territorios del norte.
Como miles de mortales mucho menos famosos, Karal, rey de Sian, pereció en la batalla de Brezal Gris, pero su hijo, que reinaría como Lander III, y luego sería conocido como «Lander el Bueno» y «Lander Flagelo de los Elfos», legó el feudo de la Marca a Anglin y sus descendientes, para que custodiaran las fronteras de la humanidad contra los qar. Anglin de Connord fue el primer rey de la Marca.
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Después de Brezal Gris, el norte experimentó un siglo de relativa paz, aunque las huestes de mercenarios conocidas como las Compañías Grises, que se habían formado durante las aciagas postrimerías de la Gran Mortandad y el colapso del imperio sianés, aún constituían un grave peligro. Estos caballeros renegados se vendían a diversos déspotas para luchar contra sus vecinos, o escogían enemigos más fáciles, secuestrando a los nobles para pedir rescate y asaltando y asesinando a los campesinos.
Los descendientes de Anglin habían dividido el país de la Marca en cuatro reinos: Marca Norte, Marca Sur, Marca Este y Marca Oeste, aunque Marca Sur era el principal, y éstos, gobernados por la familia de Anglin y su clan de parientes nobles, dominaron las tierras del norte en armonía general. En el año 1103 del Trígono, un ejército de crepusculares irrumpió imprevistamente desde el norte. Los descendientes de Anglin lucharon con denuedo, pero fueron expulsados de casi todas sus tierras y tuvieron que replegarse a sus fronteras meridionales. Sólo el respaldo de los pequeños países de esa frontera (conocidos como los Nueve) permitió que la gente de la Marca contuviera a los qar mientras aguardaba ayuda de los grandes reinos del sur, una ayuda que tardó mucho en llegar. Se dice que en medio de esta pavorosa lucha surgió por primera vez cierta auténtica solidaridad norteña, así como cierta desconfianza hacia los reinos meridionales.
Sólo un crudo invierno permitió que ese primer año los humanos contuvieran a los qar en el país de la Marca. En primavera, llegaron ejércitos de Sian, de Jellon y de las ciudades-estado de Kracia. Aunque los hombres superaban en número a los crepusculares, la lucha contra los qar se prolongó con altibajos por todo el norte durante largos años. Cuando los reinos de la Marca y sus aliados derrotaron a los invasores en 1107 y trataron de perseguir a los qar hasta sus propias tierras para eliminar la amenaza de una vez por todas, las hadas en retirada crearon una barrera que no impedía pasar a los hombres pero trastornaba y embrujaba a los que la atravesaban. Tras la desaparición de varias compañías de hombres armados, los aliados mortales desistieron y declararon que la brumosa frontera que llamaban la Línea de Sombra sería el nuevo límite de las tierras humanas.
El trigonarca en persona volvió a consagrar el castillo de Marca Sur (los qar lo habían usado como baluarte durante la guerra), pero la Línea de Sombra atravesaba los reinos de la Marca, y toda Marca Norte y gran parte de Marca Este y Marca Oeste habían quedado detrás de ella. Pero aunque había perdido sus feudos y castillos del norte, el linaje de Anglin sobrevivió en su sobrino tataranieto, Kellick Eddon, cuya valentía en la lucha contra las hadas ya era legendaria. Cuando las naciones fronterizas conocidas como las Nueve se unieron y juraron lealtad al nuevo rey de Marca Sur (en parte buscando protección contra las rapaces Compañías Grises, que de nuevo se fortalecían en el caos que siguió a la guerra contra los crepusculares), el rey de la Marca volvió a ser el monarca más poderoso del norte de Eion.