Estamos tan acostumbrados a los puentes que podemos llegar a creer que no existen. Los puentes hay que verlos desde debajo. Sólo ahí nos damos cuenta de que no son tan sólo una obra pública, sino que constituyen una de las grandes demostraciones del ingenio humano. El puente es lo opuesto a la frontera. El puente es la belleza de la idea. El puente es la suma de las artes, fruto de la fuerza del titán y de la mirada de la encajera.
JOAN BARRIL