3. El río del verdugo
Y huyeron a través de las gélidas aguas del río, sortearon los remolinos y rápidos que este creaba en su descenso por las montañas y lucharon contra la fatiga y el miedo.
Los ladridos de los perros y los gritos de los soldados les acompañaron en cada recodo, el terror a ser descubiertos y apresados se convirtió en su compañero constante durante aquella fatídica jornada.
Cuando el manto nocturno cubrió el cielo, buscaron amparo en la bruma que nacía del agua y cobijo bajo los sauces llorones que hundían sus raíces a orillas del río.
Se abrazaron ateridos de frío y sus miradas volvieron a cruzarse.
Y el Verdugo no se arrepintió de las acciones que le habían convertido en proscrito.
Y la joven halló consuelo y seguridad en la mirada del hombre que lo había arriesgado todo al creerla inocente.
Morag Dair (An finscéal)