7. Madriguera de la víbora
Y tras años de lucha oculta y contiendas ganadas y perdidas, el ejército del Verdugo acampó en una aldea al sur del Antiguo Reino, Madriguera de la Víbora.
La batalla final se acercaba.
El Verdugo reunió a sus lugartenientes y les expuso sus planes: en el último amanecer del año, atacarían. Discutieron sobre la información recopilada por sus espías, trazaron planes, tomaron posiciones y, por fin, llegó la noche previa al ataque. Se ocultó a los niños silentes en cuevas guardadas por mujeres y ancianos, escuálidos valientes dispuestos a dar la vida por un reino aún no creado. Cada hombre, armado con su hoz, su espada, su guadaña, su maza o su rudo arco, se despidió de su familia, dispuesto a morir por el sueño de un futuro incierto.
Solo un hombre se mantuvo en soledad esa noche.
El Verdugo aguardó en vigilia observando en el horizonte el contorno arbolado del lejano bosque. Recordando.
Años sin ver a su amada, sin saber el nombre de su vástago, sin haber visto siquiera el rostro de su heredero, le habían convertido en un hombre taciturno con un solo propósito en su mente. Acabar con los Ancianos y el Antiguo Reino.
Morag Dair (An finscéal)