Llevo despierto desde las ocho de la mañana. Me llamó mi hermano Asher, y tenía miedo de cogerlo porque pensé que me daría la noticia de mi padre. Sin embargo, sólo me llamaba para que supiera que Aidan está cabreado por haberme llevado su guitarra. Me importa una mierda. ¿Qué va a hacer?, ¿venir a Birmingham a pegarse por ella? Aidan lo que está es cabreado porque me largué de Wyoming mientras nuestro padre aún vive.
Y Asher quería controlarme.
—¿Te encuentras bien, tío? —me preguntó.
—Sí, la verdad es que estoy estupendamente.
—¿Estás siendo sarcástico?
—No —repuse—. Estoy siendo sincero contigo, Ash, lo estoy pasando de miedo.
—Es esa chica, ¿no? ¿Camryn? Se llamaba así, ¿no?
—Sí, se llama así, y sí, es la chica.
Sonreí para mis adentros, distraído por la vívida imagen de lo que pasó anoche, pero después sonreí sin más, pensando en Camryn en general.
—Bueno, ya sabes donde estoy si me necesitas —dijo Asher.
Y capté el mensaje mudo en su voz que quería transmitirme, pero que sabe muy bien que no debe mencionar más abiertamente. Le dije en su día que no volviera a hablar del tema o tendría que partirle la cara.
—Sí, lo sé, gracias, tío. Por cierto, ¿qué tal papá?
—Sigue igual que cuando te fuiste.
—Supongo que podría ser peor.
—Pues sí.
Colgamos y llamé a mi madre para que supiera que estaba bien. Un día más y habría llamado a la policía.
Me levanto y meto mis cosas en la bolsa de deporte. Al pasar por delante del televisor, aporreo la pared con la mano allí donde probablemente descanse la cabeza de Camryn al otro lado. Si no estaba despierta ya, con esto debería bastar. Bueno, vale, tal vez no, tiene el sueño profundo…, salvo, por lo visto, con la música. Me doy una ducha rápida, me cepillo los dientes y recuerdo que anoche la tuve en mi boca, y pienso que es una pena tener que lavarme los dientes. Aunque puede que vuelva a hacerlo más tarde. Si ella quiere, claro. Mierda, yo no tengo ningún problema al respecto, excepto que después tengo que ocuparme de mí mismo, pero tampoco pasa nada. Prefiero hacerlo a arriesgarme a que ella me toque. Sé que, cuando lo haga, todo habrá terminado. Para mí, por lo menos. Me gusta mucho, joder, pero sólo me lo haré con ella si la cosa es mutua. Y ahora mismo estoy seguro de que no sabe lo que quiere.
Me visto y me pongo las zapatillas negras; me alegro de que se hayan secado después del chaparrón. Me cuelgo del hombro las dos bolsas, cojo la guitarra de Aidan por el mástil, salgo al pasillo y me acerco a la puerta de al lado.
Oigo la tele dentro, eso me dice que debe de estar levantada.
Me pregunto cuánto tardará en derrumbarse.