El rechazo visceral de Orlewen hacia el dominio pieloscura en Iris se había acrecentado después de seis meses de trabajo en las minas. A la vez, no veía forma de liberarse de ese dominio. Se puso a pensar en estrategias que le permitieran terminar los años de servicio de la mejor manera posible. Si seguía pasando la mayor parte del tiempo en interior mina sus pulmones se impregnarían muy rápidamente del polvillo tóxico. El aire contaminado estaba en todas partes, y seguro él ya había sido afectado, pero aun así había que buscar formas de minimizar el daño.
Había notado que la mayoría de los capataces eran kreols. También había irisinos como él. Se los reconocía fácilmente, aparte de la facha eran los más crueles con su propia gente. Los mineros decían que esos irisinos eran capataces porque tenían el alma desnortada.
Orlewen notó que los capataces irisinos pasaban muchas horas fuera de los socavones y vivían en joms parecidos a los de los pieloscuras, cerca de los edificios de la administración central. Los irisinos escogidos como capataces eran los más fuertes, los que podían hablar el lenguaje de los pieloscuras, los más serviles a la causa de la administración.
Su obsesión en esos días era convertirse en capataz. Veía ese trabajo como una forma de mejorar sus condiciones de vida en las minas.