Introducción de Guillaume Apollinaire
a la edición francesa de 1913
Es extraño que el libro, tan célebre en Alemania, titulado Aus den Memoiren einer Sängerin, no haya sido jamás traducido al francés. Es una obra muy interesante, no sólo desde el punto de vista de la biografía de la protagonista, sino también desde el punto de vista de las anécdotas curiosas que contiene sobre las costumbres de los distintos países en los que vivió. Encierra, además, observaciones psicológicas de primer orden.
La obra apareció en dos tomos, y ya se ha debatido lo bastante acerca de la fecha de estas publicaciones. H. Nay, en su Bibliotheca Germanorum Erótica, brinda las siguientes informaciones bibliográficas:
Aus den Memoiren einer Sangerin, Verlagsbureau, Altona, tomo I, 1862; tomo II, 1870.
Pisanus Fraxi, en su Index librorum prohibitorum, da las siguientes fechas: Berlín, tomo I, 1868; tomo II, 1875.
Más adelante, el mismo autor vuelve a la opinión de H. Nay en lo que se refiere al lugar de impresión, Altona. El Dr. Duehren aporta, por otra parte, los siguientes datos:
Dos tomos in–octavo (Altona), Boston, Reginald Chesterfield, tomo I, 1862; tomo II, 1870.
La obra ha sido muchas veces impresa en Alemania, donde la más reciente lleva el siguiente genérico:
Aus den Memoiren einer Sängerin. Boston, Reginald Chesterfield, en el primer tomo, y II, Chicago, Gedrückt auf Kosten Guter Freunde en el segundo tomo. El primer volumen está impreso en IV–235 páginas, más el dorso blanco de la última página y dos portadillas no impresas detrás de la cubierta. La cubierta lleva en la carátula exterior una orla tipográfica que contiene: Memoiren einer Sängerin, I. Chicago, Gedrückt auf Kosten Guter Freunde, en el primer tomo, mientras en el segundo puede verse: II, Chicago; la carátula exterior del dorso lleva una orla con un florón en el centro.
A H. Nay no se le había ocurrido investigar quién era el autor de esta obra singular. El primero en atribuir estas Memorias a la célebre cantante Schröeder–Devrient fue Pisanus Fraxi. Es la confianza depositada en lo que afirma Fraxi en su Index la que induce a Duehren, por un lado, y a Eulenburg, en Sadismus und Masochismus, a atribuir a la célebre Wilhelmine Schröeder–Devrient la responsabilidad de esta autobiografía, la única autobiografía femenina que pueda compararse a las Confesiones de J.–J. Rousseau o las famosas Memorias de Casanova.
Ahora bien, Pisanus Fraxi no apoya su opinión sobre prueba alguna: «Se afirma», dice, «que estas Memorias son una autobiografía de la célebre y conocida sra. Schröeder–Devrient», y añade más adelante que el sobrino de la cantante habría encontrado, tras la muerte de esta, unos papeles que habría editado algún día.
Debo decir que, tras un examen atento, el estilo de las cartas de Wilhelmine Schröeder–Devrient no recuerda enteramente el de las Memorias que se le atribuyen, pero que, pese a diferencias biográficas que bien pudieron ser introducidas por editores, algunos detalles encajan bastante bien en la atribulada existencia de la célebre cantante, y que, a fin de cuentas, no sería nada imposible aque se tratara de Memorias redactadas según algunos fragmentos, algunas indicaciones, algunas cartas encontrados entre los papeles de la Schröeder.
Wilhelmine Schröeder–Devrient, que había nacido en Hamburgo el 6 de diciembre de 1804, murió en Caburgo el 26 de enero de 1860, o sea dos años antes de que se publicaran sus Memorias. No es nuestra intención extendernos aquí sobre la vida, ni sobre la carrera artística de la sra. Schröeder–Devrient. La responsabilidad que se le atribuye como autora de las Memorias descansa sobre bases demasiado frágiles para que podamos considerarla definitivamente como su autora. Hay que añadir, sin embargo, que lo que sabemos de su carácter no es en absoluto incompatible con el que revelan los escritos en cuestión. El infeliz asunto de su segundo matrimonio podría ser tomado como una prueba de autenticidad de estas Memorias. Su segundo marido se llamaba von Doering y la había hecho muy desgraciada; ella no se refería a él más que llamándolo «el diablo» y se esforzaba por olvidarlo por completo. Cuando murió estaba casada con un gentilhombre holandés, que se llamaba von Bock, y en su tumba se gravó la siguiente lápida: «Wilhelmine von Schröeder–Devrient».
Sin embargo, parece inverosímil que una mujer que había conocido a Beethoven y en cuyo álbum Goethe había escrito unos versos, no se refiera a ellos en sus Memorias.
Sea como sea, nos encontramos quizás en presencia de una rapsodia escrita por un falso memorialista, que hubiera añadido a algunos detalles y a algunas anécdotas de la vida de la sra. Schröeder–Devrient otras historias de su propia cosecha. Quizás también nos encontremos en presencia de Memorias escritas realmente por una mujer, una cantante, que no fuera Wilhelmine Schröeder–Devrient. Esta hipótesis parece, por otra parte, la más probable, ya que no podemos poner en duda el hecho de que esta obra sea de una mujer. Hay en las Memorias demasiada información sincera y característica de la psicología femenina.