ARDIENTE-Y-FRÍA —clavel
herido del mediodía—,
desnuda, en la sastrería.
El niño, aprendiz de sastre,
¡cómo la deshojaría!
Ardiente-y-fría un corpiño
de ondas calientes y frías
quisiera para sus senos
—algas flotantes del mar
blanco y quieto del espejo—.
El niño, aprendiz de sastre,
le ofrece una begonia.
Ardiente-y-fría una falda
de lunas en agonía
quisiera para su cuerpo
—delfín moreno del mar
verde y quieto del espejo—.
El niño, aprendiz de sastre,
le ofrece una peonía.
Ardiente-y-fría una cofia
de luz hirviente y sombría
quisiera para su sueño.
El niño, aprendiz de sastre,
le da una manzana, muerto.